¿Cómo intervenir en un intento de suicidio? Así aprenden a hacerlo (con un simulacro que podría ser real) policías y bomberos de Oviedo
La empatía es una herramienta clave para actuar en casos extremos de esta clase
Bernardo es un arquitecto con pie y medio en la cárcel por un delito del que está convencido de ser inocente. Las deudas le persiguen, como también lo hacen los coletazos de una separación traumática. Su situación es extrema, trata de refugiarse en la bebida y en un momento de borrachera decide quitarse la vida. Este relato perfectamente creíble sirvió este jueves de guion para el espectacular simulacro de un curso práctico de intervención en suicidios con el que una veintena de policías locales de Oviedo se arman de técnicas para enfrentarse a este tipo de casos, cada vez más comunes. "La empatía y la paciencia son claves para conseguir que las personas con tentaciones suicidas depongan su actitud. Ganar tiempo es determinante", explicó el subinspector Javier Iglesias, coordinador de la actividad, sobre un problema social que, según las estadísticas, siega una vida cada dos horas y cuarto en España; entre los menores de quince años, los casos se han triplicado desde 2021.
Carmelo Vega, exjefe supervisor del cuerpo de bomberos de la Comunidad de Madrid, considerado por muchos el mayor experto en intervenciones por autolisis o suicidio, dio toda una exhibición de interpretación para enseñar cómo actuar en este tipo de situaciones. Él mismo encarnó a Bernardo, un hombre totalmente fuera de sí, que en su carta de despedida se mostraba tajante. "Se me culpa de algo que no he hecho, antes muerto que en la cárcel", relataba en la misiva encontrada por un guardia de seguridad encarnado por un policía local alumno del curso. En su escrito pedía perdón a sus hijos Nandi y Pedro, así como a su novia Pilar y culpaba a su exmujer de buena parte de sus males. "A los demás que les den si les alegra mi muerte", concluía.
Esta situación extrema llevó al protagonista del simulacro a subir a la primera altura de la torre del cuartel de Rubín, utilizada como un hipotético tercer piso. "No merece la pena vivir", gritaba el hombre, mientras la Policía Local y los bomberos comenzaban a escenificar lo aprendido durante tres días de clases teóricas impartidas por el propio Vega. "Uno de los objetivos de este curso es que, de una vez por todas, haya coordinación entre cuerpos para este tipo de intervenciones, porque el más pequeño fallo puede suponer una vida", afirmó.
El operativo es el siguiente. Una vez que la centralita recibe la llamada por un caso de intento de suicidio, los operadores, además de dar aviso a policías y bomberos, empiezan a investigar sobre el entorno de la persona afectada. "No hay suicidas como tales, sino personas que sufren crisis suicidas", puntualiza Vega.
Sobre el terreno, empieza la negociación. "Es importante no aparecer de manera sorpresiva, hay que mantener una distancia de prudencia porque, si la persona se siente amenaza, puede acelerar su decisión", indica el experto.
En el caso ficticio de Bernardo, el contenido de la carta resultó determinante para distraerle y ganar tiempo. Las referencias de los agentes a sus hijos sirvieron para captar su atención, no sin complicaciones. En un momento dado, perdió los nervios, rompió la botella de alcohol de la que bebía a morro y amenazó con cortarse el cuello con los cristales. Las palabras de los agentes llevaron a que depusiera su intención, pero seguidamente decidió lanzarse al vacío. "En casos en que la persona está fuera de sí entran en juego los bomberos, no queda otra que la contención con la fuerza lícita necesaria", sostiene.
Además de agentes de la Policía Local, también participó en el curso el coordinador de la agrupación local de Protección Civil, Gonzalo Míguez, completando así la presencia de todos los cuerpos. Entre los asistentes, también acudió como público la subinspectora Tamara Pérez. Ella participó el pasado año en un curso similar, que poco después le sirvió para salvar a una mujer que intentaba quitarse la vida. "Es una formación muy práctica que a mi me ayudó a encauzar la situación", explicó.
El concejal de Seguridad Ciudadana, José Ramón Prado, subrayó la importancia de esta formación. "Lamentablemente, se han tenido que poner en práctica estos conocimientos adquiridos en varias ocasiones en nuestra ciudad y qué mejor manera de asegurar el éxito en las intervenciones que tener al personal preparado para afrontarlas con garantías", indicó el edil.
Por su parte, Carmelo Vega, quien admitió haber perdido a un hermano por suicidio, aprovechó para reivindicar la necesidad de una mayor apuesta de las administraciones por la prevención en materia de salud mental. "Se necesita un plan similar al planteado con mayor o menor acierto con la Violencia de Género", apuntó, mostrando especialmente su preocupación por "el aumento de tentativas de suicidio en los institutos".
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