Opinión

La segunda circunstancia de Gasset

La protección de menores tuteladas

Está acotada policialmente la denuncia del 19 de enero próximo pasado, iniciada la causa por la Consejería de Derechos Sociales, de un caso de supuesta explotación sexual a menores tuteladas en centros de acogida, cinco niñas-adolescentes de 13 a 17 años.

Más que tirar con arco entre ideologías, se trata de romper una lanza en favor de la Consejería de Derechos y Bienestar Social, que debería llamarse Consejería de «Necesidades y Derechos», pues son muchas las primeras, difíciles de detectar y de paliar.

La prudencia en estos casos llama a la puerta, hasta que las actuaciones judiciales y diligencias confirmen los supuestos en investigación.

Remontémonos al equivalente de Mallorca, año 2020, llevado al cine en «Las chicas de la estación». La causa fue archivada a los nueve meses, incluye una sentencia del TS, año 2022: un individuo condenado a ocho años y medio.

Si el caso de Asturias es secreto de sumario, cualquier vaticinio nos vuelve a situar en juicios paralelos, arma arrojadiza tan arraigada y cuestionada, cuando el alcance se adelanta sin tener conocimiento de causa, aún con la rabia de la noticia y de hechos que afectan a menores bajo protección.

Incluso la frase mal entendida, o mal expuesta por la Consejera, «son circunstancia de la vida», debe de entenderse como la deriva de unas criaturas a las que no han cubierto sus necesidades y que el Derecho debe asistir por encima de todo, y de todos.

«Yo soy yo y mi circunstancia». Y tanto, en criaturas que buscan amparo en la sociedad, en todas y todos nosotros.

Las menores sin arraigo familiar, más bien en abandono, son vulnerables per se, y así hay que entender esa alusión orteguiana de la «circunstancia» citada por la señora Consejera, educadora titulada a la vez.

Lo que sí es aplicable es la segunda de Gasset: «Si no la salvo a ella no me salvo yo», quid de la cuestión ahora sub judice. Y la Consejería debe sentirse aludida, han detectado la circunstancia pero no las necesidades.

Pero los impulsivos opositores políticos de la oportunidad, en vez de sumar y salvar la circunstancia de las menores en grave riesgo, piden cabezas.

¿Para cuándo un cambio de paradigma hacia el bien superior, las menores, apoyando a la Justicia, evitando que sean doblemente víctimas?

Pónganse de mutuo acuerdo, al menos para proteger ese bien preciado de la infancia adolescencia, superen su propia circunstancia ideológica. Los unos por gobernar, obligados a la información en trasparencia, y los otros por esperar el fallo del contrario, estando en el medio y sin arraigo familiar las menores tuteladas. «Si no las salvo a ellas, no me salvo yo». Quede dicho.

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