Doctor en Ciencias Geológicas por la Universidad de Huelva, Juan Antonio Morales, en el tono didáctico propio de un profesor con solera, explica los entresijos de las playas españolas mientras se encuentra de visita en Asturias con motivo de la celebración de las VII Jornadas de geomorfología litoral convocadas por la Universidad de Oviedo. Sentado en el hall de la Facultad de Geología ovetense, rodeado de fósiles y con las mesas de café esperando al descanso de las jornadas, responde a las preguntas sobre los cambios que están sufriendo las playas españolas.

-¿Por qué las playas pierden arena?

Es una idea falsa que todas las playas sufran erosión. Es algo que piensa todo el mundo, incluidas las administraciones, pero lo que ocurre es que todas las playas pasan por ciclos, unos más erosivos que otros. También hay playas que son más erosivas y otras que son acumulativas, que acumulan más arena de la que pierden, y después hay otras con un balance más o menos estable.

-¿Por qué existe esa creencia?

Todos los inviernos hay temporales que erosionan las playas, y es entonces cuando acudimos a la playa. Si fuéramos a finales de septiembre, justo después de que el oleaje del verano haya reconstruido la playa, veríamos las playas en muy buenas condiciones. Es el ser humano el que va a contrapelo, el que va en contra de los ciclos de la naturaleza. El problema también es que las administraciones se ven presionadas por el turista, que pide buenas playas y tras el invierno la playa no está en buenas condiciones, por eso el político se ve en la necesidad de dar respuesta a una petición inmediatamente. Si dejáramos a la playa actuar sola, ella misma se reconstruiría.

-¿Es natural, entonces, que las playas pierdan arena?

Sí. Hay playas, sobre todo las más largas, que ganan cientos de metros al año al mar, porque por el viento se traslada la arena de unas playas a otras, también debido a la orientación de la playa. Eso hace que unas playas pierdan arena. Por otro lado, influye que haya o no ríos. Los ríos vierten arena al mar, y el oleaje redistribuye la arena, pero hay muchos ríos a los que se les han puesto embalses, impidiendo que la arena llegue a la costa. Estas playas se han visto afectadas por un déficit de arena. Esto es debido a la influencia del hombre, quien creando barreras ha impedido que la arena llegue a las playas. Otras se han visto afectadas por barreras arquitectónicas como muros que han hecho que cambie la posición en la que llega el oleaje a la costa, esto cambia la configuración de la playa, haciendo que en unos sitios haya más arena y en otros menos. De todas formas, no hay una causa concreta que haga que desaparezca la arena de las playas.

-¿Qué puede decir del caso de las playas de Gijón y Avilés?

Cada playa asturiana tiene su historia, porque tienen construcciones naturales muy complejas, llenas de picos que hacen de cada playa algo único y aislado del resto de playas cercanas. Además, son más pequeñas que, por ejemplo, en el Levante, donde las playas son mucho más largas, lo que hace que cada una reaccione de forma diferente a la mano del hombre. Los problemas que tiene la playa de San Lorenzo tienen su causa solo allí, al igual que en Salinas. La playa de Gijón está asociada a un área portuaria, y toda obra dura, como la construcción de un puerto, afecta mucho a las costas con efecto inmediato. Cada obra altera el equilibrio de la costa, no tiene por qué generar un efecto negativo, pero la costa tiene que buscar un equilibrio nuevo, y en esa búsqueda puede afectar a las cosas construidas. Salinas, por ejemplo, está en un área urbana, y en este caso la construcción también ha afectado. Hay otra razón: el intercambio entre las dunas y la costa. Cuando construyes una playa y hay un aumento del viento, éste puede trasladar la arena de una zona de la playa a otra para construir dunas. Cuando se hace una urbanización sobre un cordón de dunas la playa se va a ver afectada. Al viento no le importa que haya un paseo marítimo o una casa, así que puede crear dunas en los paseos marítimos sin preocuparse.

-¿Hay alguna solución para la pérdida de arena que sufren estas playas?

Ninguna solución es definitiva, ni ninguna es una panacea. Lo normal es que, si se trata de una playa erosiva como las del mar Cantábrico, se edifique una obra dura, un muro que dificulte la erosión, pero esto no modifica la causa de que esa ola erosione, por lo que la ola seguirá intentando erosionar; pero esta medida no trae arena nueva, sólo dificulta que el mar se lleve la que hay, y eso no es definitivo, porque el oleaje puede incluso, en un día de fuertes rachas, llevarse las piedras que se pongan de manera artificial. Además, esto modifica mucho la estética, con esta medida tendrás una playa de muros, no natural. Otra opción es poner arena artificialmente. La ventaja es que regeneras cuando quieras, para tener una playa óptima, pero no modificas las causas que hacen que la playa sea erosiva, va seguir igual. Las regeneraciones tampoco son permanentes, hay que hacerlas cada pocos años, y eso resulta muy caro, aunque se asumen los costes. De todas formas, ninguna de estas opciones es definitiva, siempre se puede hacer una combinación de ambas.

-¿Hay más posibilidades?

Sí. Hay una tercera opción, que es bastante polémica. La reubicación de las urbanizaciones. La construcción de viviendas obliga a medir la erosión, que hasta que no se construyen no es visible porque nadie la aprecia; quitar la urbanización, aunque no lo parezca, es más barato que la regeneración continua a largo plazo. En este caso, el coste de proteger algo es muy superior a lo que se está protegiendo. Esta última alternativa sólo se ha probado en Tarragona de modo experimental. Se quitó una primera línea de casas para dar a la playa un entorno estable, ajardinaron la zona demolida y dejaron mayor libertad a la playa para seguir sus ciclos sin afectar a la segunda línea de casas. La medida no causó muchos problemas, porque fue un experimento que afectó a poca gente, pero tampoco ésta es una solución definitiva.