Algo más que el adiós a las colas kilométricas al sol para lograr una gorra de la Caja. La campa de Rodiezmo echará hoy de menos la fiesta minera que había pasado de ser cita tradicional del sector a la apertura del curso político para el PSOE en los tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno. Atrás quedan 33 años de celebración y reivindicación de un sindicato, lastrado por la ausencia de su líder histórico.

La falta de José Ángel Fernández Villa en el, por ahora, ultimo mítin-fiesta del SOMA en la campa de Rodiezmo, en septiembre del pasado año, resultó premonitoria de la suspensión que la gestora del sindicato ha decidido hace sólo unas semanas. «Ta fastidiau», revelaban sus compañeros para justificar la ausencia a última hora del dirigente minero que, sin embargo, estuvo presente en los discursos de la mayor parte de los oradores, empezando por Alfonso Guerra, un fijo en la fiesta-hermanamiento del sindicato de la minería asturiana con sus colegas leoneses. El desparpajo y las puyas a la derecha del que fuera vicepresidente del Gobierno de Felipe González ya forman parte de la intrahistoria de la cita de Rodiezmo, donde la presencia de los dirigentes socialistas alcanzó sus mayores cotas en la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero.

Si José María Aznar tenía la costumbre de arrancar el curso político en la localidad vallisoletana de Quintanilla de Onésimo, el socialista apostó por la fiesta minera de Rodiezmo como alternativa y hasta allí se desplazó en varias ocasiones su padre para presenciar en directo la puesta en escena de la cúpula socialista y especialmente la capacidad de oratoria de su hijo, que solía aprovechar la ocasión para anunciar las subidas de las pensiones correspondientes al año siguiente. Todo un clásico que no quisieron perderse las ministras Leire Pajín y Bibiana Aído en la edición de 2009, cuando puño en alto cantaron «La Internacional» para escandalera de Mariano Rajoy, quien en su rol de líder de la oposición comparó ese gesto con el saludo mano en alto, seña de identidad de los regímenes fascistas.

Pocos podían imaginar aquel domingo 6 de septiembre que era la última vez que Zapatero acudía a la fiesta minera de Rodiezmo. Al año siguiente, los sindicatos estaban de uñas contra un presidente socialista que, tras las presiones de Bruselas, había dado «luz verde» a una reforma laboral que desembocó en huelga general. El horno no estaba para bollos y Zapatero evitó coincidir con los dirigentes sindicales en el momento de mayor tensión de los últimos años entre UGT y el PSOE. Al año siguiente, en 2011, el presidente del Gobierno ya estaba amortizado, con las elecciones generales a la vuelta de la esquina, y el candidato socialista Alfredo Pérez Rubalcaba tampoco acudió, preludio de la travesía del desierto que esperaba al partido, especialmente en el ámbito federal. El mitin de ese año fue el último que contó con la intervención de José Ángel Fernández Villa, siempre y cuando el SOMA no recupere su emblemática fiesta en el futuro.

La incertidumbre vivida en el sindicato tras la retirada de Villa y las sombras que se ciernen sobre un sector agobiado por los recortes y, más aún, por la amenaza de cierre en 2018 convierten la suspensión de su tradicional fiesta en la metáfora sobre la situación de la minería. La campa de Rodiezmo vivirá hoy un primer domingo de septiembre distinto, sin concurso de entibadores y sin colas para hacerse con una gorra con la que protegerse del sol.