José Aparicio Calvo-Rubio, primer gobernador civil de Asturias nombrado tras la muerte de Francisco Franco, falleció anteayer, lunes, en Madrid a los 84 años de edad. Nacido en Aguilar de la Frontera (Córdoba), en 1929, Aparicio pertenecía a la carrera fiscal y tras su periplo asturiano, que se extendió entre agosto de 1976 y junio de 1978, volvió a su anterior ocupación como Teniente Fiscal del Tribunal Supremo. En 1988 fue nombrado Fiscal especial antidroga, el primero de España, bajo cuyo mandato se establecieron las delegaciones territoriales.

Aparicio aterrizó en Asturias en un momento de gran efervescencia y tensión política. Si se hace caso a quienes le conocieron y trataron en aquella época, era "una persona abierta y centrista", en palabras del ovetense Jesús Bernal Valls, que fue fiscal del Supremo. "A pesar de proceder del anterior régimen, tenía un talante democrático muy consolidado. Lo primero que hizo al llegar a Asturias fue ponerse en contacto con las organizaciones sindicales. Era de los que querían ir abriendo el régimen", aseguró Bernal Valls, quien lo calificó de "gran amigo y compañero".

En Asturias le tocó bregar con situaciones duras, como los disturbios en la Universidad con motivo de una conferencia del histórico comunista Santiago Carrillo, o alguna que otra huelga salvaje, como la del transporte del verano de 1977. Otro asunto difícil de su mandato fue el saqueo, en agosto de ese mismo año, de las joyas de la Cámara Santa de la Catedral, parte de las cuales se recuperaron poco después. "Cumplió con seriedad y rigor las obligaciones del cargo", aseguró Bernal. Antes de llegar a Oviedo, fue gobernador civil de Murcia, de 1974 a 1976, y antes de Lérida. Se le vinculaba al ex ministro franquista y dirigente de AP Gonzalo Fernández de la Mora. Ferviente monárquico, fue miembro del Consejo privado de Don Juan. Durante su estancia en la región, un periódico nacional le acusó de haber tenido en la capital leridana un comportamiento represivo con el incipiente movimiento democrático, pero Aparicio negó haber ordenado detener a ningún opositor.

Presidente durante muchos años de la Asociación de Fiscales, su nombre sonó en 1997 como posible sustituto de Juan Ortiz Úrculo como Fiscal General del Estado, una maniobra que algún medio nacional atribuyó al entonces vicepresidente Francisco Álvarez-Cascos. Aparicio terminó siendo magistrado en la sala segunda (de lo penal) del Supremo.