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Los científicos asturianos acatan, por oportuna, el fin de la mascarilla pero avisan del riesgo si hay nuevas cepas

El Principado espera que se concrete "si hay marco de juego" para que las comunidades puedan aplicar decisiones singulares si fuera necesiario

Paseantes y clientes de una terraza, con mascarilla.

La pandemia de covid-19 cambia de fase justo con la llegada del verano. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, eligió Cataluña para anunciar ayer el final de la obligatoriedad de llevar mascarilla en espacios exteriores. La medida entrará en vigor el próximo sábado, día 26. Será aprobada dos días entes, el próximo jueves, en un Consejo de Ministros extraordinario.

“Este será el último fin de semana con mascarillas en los exteriores porque el próximo 26 de junio ya no las llevaremos en espacios libres”, anunció Sánchez durante la clausura de la XXXVI reunión del Cercle de Economía, “lobby” empresarial que ha expresado su respaldo a que el Ejecutivo conceda los indultos a los líderes independentistas del “procés”.

El pasado martes, el Ministerio de Sanidad se negó a incluir en el orden del día de la Comisión de Salud Pública –y del consiguiente Consejo Interterritorial– la supresión de la obligatoriedad de las mascarillas al aire libre. Al día siguiente, Sánchez ya dejó clara su voluntad de asumir en exclusiva –sin participación de las comunidades autónomas– el protagonismo de una noticia largamente esperada por buena parte de la ciudadanía española. Otros sectores, en cambio, sostienen que por el momento continuarán usando el cubrebocas hasta que vean más claro el panorama epidemiológico.

Asturias, prudencia

El Gobierno de Asturias ya había anunciado su intención de obrar con “prudencia”, sinónimo en este caso de esperar a que otros tomaran la iniciativa. Ayer mismo, el vicepresidente del Ejecutivo autonómico, Juan Cofiño, se mostró convencido de que el Gobierno de Sánchez dispone de suficiente base científica para adoptar la medida. Cofiño precisó que el Principado estará “a lo que digan el Consejo Interterritorial y el Consejo de Ministros”, como ha hecho durante toda la pandemia de coronavirus. No obstante, pidió esperar a conocer “en qué formato y con qué contenido se adopta esa decisión” y, en función de ello, estudiar si hay “marco de juego” para que las comunidades autónomas puedan aplicar esa medida “adoptando las decisiones singulares que correspondan”.

Desde el ámbito científico, el apoyo al cambio legal parece mayoritario, aunque sin unanimidades. Daniel López Acuña, exdirectivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) afincado en Asturias, estima que la medida es precipitada. “Se necesita una mayor cautela y mucha mas prudencia. Desde mi punto de vista, lo indicado habría sido aguardar hasta tener una incidencia acumulada de menos de 25 casos por cada 100.000 habitantes y hasta alcanzar un 70 por ciento de la población vacunada con la pauta completa”, explicó Acuña, a su vez miembro del comité asesor y de seguimiento del covid-19 en Asturias.

El resto de los expertos consultados por este periódico se mostraron partidarios de la decisión impulsada por el Gobierno central. Usama Bilal, gijonés que ejerce como profesor de Epidemiología y Bioestadística en la Drexel University, de Filadelfia (EE UU), también forma parte del grupo asesor del Ejecutivo de Asturias. “Lo veo bien. En exteriores, el riesgo de contagio es bajísimo”, señaló. Y agregó: “Es importante seguir manteniendo la mascarilla en interiores hasta que la tasa vacunal sea mas alta”.

Adonina Tardón, catedrática de Medicina Preventiva de la Universidad de Oviedo, señaló: “Veo bien la medida, sobre todo por los niños y la playa”. La catedrática valora el hecho de que “los sectores de población más vulnerables están todos vacunados”. Y añade que “la transmisión y el riesgo de algún brote se controla aumentando la trazabilidad”. A su juicio, el peligro que puede presentarse en este verano que llega es “la entrada de la variante Delta [india] desde Reino Unido”. Por eso la profesora asturiana entiende que los viajeros de vuelos internacionales deben ser sometidos a pruebas de detección al llegar, “y pedirles que guarden cuarentena preventiva hasta el resultado negativo de la PCR”.

Pedro Arcos, profesor de la Universidad de Oviedo especializado en medicina preventiva y epidemiología de emergencias y desastres, lleva bastante tiempo sosteniendo que la mascarilla ha dejado de ser necesaria. “La medida podía haberse tomado antes. Salvo que aparezca una nueva variante a la que no respondan las actuales vacunas, no hay riesgo de repunte, aunque seguirá habiendo casos y algún brote”, indicó ayer.

Mauricio Telenti, especialista en microbiología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), también apoya el relajamiento en el uso del cubrebocas porque “prolongarlo en los espacios exteriores sería problemático, sobre todo en el verano”. El doctor Telenti pronostica que “un repunte de cierta importancia es muy poco probable, salvo que aparezca una cepa sobre la que no funcione la vacuna”. En cambio, un aumento de la incidencia “sí puede ocurrir, mientras la población vacunada no llegue al 70 por ciento”. El microbiólogo considera prioritario “concienciar a la gente de que deben separarse más de 1,5 o 2 metros de los demás”.

Desde la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc), su presidente, Salvador Tranche, médico de familia del centro de salud del Cristo (Oviedo), considera que relajar el uso de mascarillas en exteriores es una determinación “oportuna” que viene a refrendar la opinión que la comunidad científica vienen expresando desde hace meses.

Sin embargo, el doctor Tranche quiso realizar dos puntualizaciones. La primera, que esta relajación no tiene que ser uniforme en todas las comunidades, puesto que no todas tienen la misma incidencia epidémica, por lo que las autonomías “deberían poder decidir en qué momento aplican esta medida de forma generalizada”. Asimismo, destacó la necesidad de diferenciar las distintas situaciones de riesgo que pueden darse en exteriores. “Evidentemente, un espacio exterior abierto con una amplia distancia, como puede ser un paseo por la playa o la montaña, o incluso por un parque de una zona urbana, es una situación de muy, muy bajo riesgo”. El peligro “aumenta un poco en terrazas de restaurantes”. Según el presidente de la Semfyc, “la mascarilla debe seguir siendo obligatoria en espacios cerrados, sobre todo en aquellos mal ventilados”.

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