El concejo de Carreño cuenta entre su patrimonio histórico y cultural con una de las piezas más singulares de la arqueología industrial en Asturias, la vieja farola de la Peña de los Ángeles construida a principios del pasado siglo por la casa parisina Barbier Bénard & Turenne. Este fanal será una de los elementos a proteger dentro del Catálogo Urbanístico -actualmente pendiente de revisión- del Plan General de Ordenación Urbana de Carreño.

Desde el año 2008 reproducciones en maqueta de esta infraestructura forman parte del intercambio protocolario municipal con otros ayuntamientos e instituciones. Este mismo año (14 de enero) se emplazó en su base una placa en memoria de los muertos en la mar, siguiendo la estela simbólica que la convertirían en los años ochenta como "templo de los océanos" de las Alboradas Interoceánicas.

La silueta de este faro-vigía que sólo funcionó entre 1904 y 1917 es sin duda la imagen no religiosa más difundida de Candás, primero, en programas festivos, tarjetas postales y porfolios de Sofeca, y más recientemente en todo tipo de merchandaising.

La señal ocupa el segundo lugar en la relación de los faros que dieron servicio al puerto de Candás, ya que curiosamente entre los años 1904 y 1917 llegarían a prestar servicio tres diferentes. El primero fue un equipamiento provisional de 6º orden con luz verde instalado en noviembre de 1899 (entraría en funcionamiento el 1 de marzo de 1900) en el interior de una caseta de madera enclavada en un escarpe del monte Fuxa que no satisfaría las necesidades de la navegación.

En visto de esto y a petición de la Sociedad de Mareantes Nuestra Señora del Rosario se buscó una nueva alineación. Un ingeniero de la Jefatura de Obras Públicas de Oviedo y otro del Servicio Central de Señales Marítimas eligen el 6 de enero de 1903 como nuevo lugar para la señal marítima, la llamada Peña de los Ángeles.

Este segundo aparato óptico se enciende sobre la roca el uno de diciembre de 1904, es de 5º orden sostenido por una columna de fundición con la apariencia de ocultaciones en grupos alternados de dos y de una. La Administración accede también a que la apariencia de dicha luz cambie según el estado de la mar, indicando las precauciones para entrar en el puerto de Candás en sustitución de las hogueras que antiguamente encendía el gremio de pescadores.

Sin embargo surge de inmediato un importante problema y es que para su funcionamiento se exigía la presencia constante del torrero sin más abrigo que una reducida garita en la base. Se encarga entonces la construcción de una vivienda prevista entre el peñasco y la carretera de Gijón a Luanco y se redacta un proyecto por el ingeniero Gabriel Pérez de la Sala que no prospera debido a su alto coste -113.682,62 pesetas- porque entre otros aspectos era necesario levantar fuertes muros de sostenimiento para defender el edificio de los fuertes embates del mar. También se desestiman otras soluciones para la casa-habitación del torrero debido a las reducidas dimensiones del terreno y en 1907 se examinan otras localizaciones para el servicio.

Después de varios reconocimientos previos por la costa, el 28 de julio de 1910 una comisión integrada por ingenieros de la Administración, el presidente del gremio de mar de Candás, Genaro Muñiz Velasco y el patrón del mismo gremio, Juan García Prendes, levantan acta del emplazamiento elegido para el tercer faro de la villa, esta vez en el cabo de San Antonio. Precisan además que lo sea en la pequeña explanada conocida como "el polvorín" a 30 metros sobre el nivel del mar en detrimento de la contemplada inicialmente en "el fuerte" de 20 metros por la poca seguridad que presenta este último para edificar "pues por su proximidad al mar se han producido ya algunos desprendimientos". El faro de San Antonio se enciende el 1 de octubre de 1917 cesando así el servicio de la farola. Oficialmente este faro pasaría a denominarse en lo sucesivo "del puerto de Candás" para evitar confusiones ya que existía otro San Antonio en la provincia de Alicante.

-El torrero Miguel Asenjo

A lo largo de los 13 años en que funcionó la farola sobre la Peña de los Ángeles -con luz blanca y un gasto medio mensual de 17 a 18 kilos de petróleo- el torrero encargado de la misma fue Miguel Asenjo que también lo había sido de la linterna ubicada en el monte Fuxa. Para llevar a cabo su labor tuvo que hacer frente a una serie de inconvenientes, algunos ciertamente sui generis. Entre las primeras demandas que hizo el torrero para poder realizar su actividad figuraban un impermeable, dos cuerdas para terminar de pintarlo y que la Administración abonase al nuevo arrendatario el alquiler de la casa que ocupaba, pues hacía seis meses que no se le pagaba con la advertencia de que en caso contrario debiera abandonar el piso "a la mayor brevedad posible".

En diciembre de 1905 el farero de Candás renuncia a pasar voluntario al faro de las Islas Columbretes en la provincia de Valencia. El presupuesto presentado para el servicio y mantenimiento del faro en 1907 era de 320 pesetas distribuido así: en gastos de oficina 30 pesetas, para servicio y limpieza 150, en mobiliario 40, transporte 25 y conservación 75, por lo que debía proceder a la adquisición de los efectos "tratando de obtener la mayor economía".

En 1908 Asenjo ascendía a farero de primera y precisaba que el petróleo necesario para alumbrar el año siguiente eran 290 kilos de petróleo. Desde el primero de enero de 1909 la correspondencia oficial tenía que hacerse a través de nuevos sobres fechándolos en el centro con un sello estampado en negro. Finalizaba también ese año el contrato de la casa que tenía el Estado para vivienda del torrero.

Con fecha 9 de febrero de 1909 la Dirección General de Contribuciones Impuestos y Rentas concedía el terreno y caseta que ocupaba el antiguo faro en el "monte de La Formiga" -monte Fuxa- a D. José María Miranda y Menéndez de La Pola y se informaba al torrero de Candás "para que no ponga obstáculo alguno a la posesión del adquiriente".

Aún quedaban por delante ocho años de vida activa a este faro y entre su anecdotario destacamos el envío desde Candás del muestrario de mechas y lámparas utilizadas en para unificar los pedidos en el resto de faros del mismo tipo. En 1914 quedaba inutilizada por una avería una pieza del máquina de rotación y por el mal tiempo el pasamanos y algunas tablas del piso del puente que daba acceso desde la carretera al peñón.

El 11 de diciembre de 1916 en medio de un temporal caía un rayo sobre el faro de San Antonio que aunque todavía no había entrado en servicio y carecía de pararrayos era ocupado por el torrero de la farola y su familia. Ocasionó graves desperfectos al edificio pero afortunadamente no originaría daño a las personas. Nueve meses después entraba en servicio sustituyendo a la farola que se convertía así en una reliquia arqueológica a conservar.