Las cuatro paredes de la iglesia parroquial de San Félix de Lugones rebosaron de emociones al mediodía de ayer. Numerosos feligreses despidieron con un sonoro aplauso al párroco de Illas, Ceferino Fernández, tras una interesante conferencia en la que abordó sus vivencias como padre adoptivo de cuatro niños que se quedaron sin sus progenitores durante su etapa pastoral en Madrid, que duró 35 años. Uno de los momentos más emotivos de la conferencia fue cuando Fernández abordó las razones que le llevaron a adoptar a unos pequeños que entonces tenía entre 4 y 14 años. "Un cura que pasa la vida hablando de amor no puede cerrar la puerta cuando le están llamando", explicó a la hora de rememorar el momento en que sus hijos Pablo, Carlos, Loli y Raúl se presentaron en su casa clamando ayuda tras la pérdida en trágicas circunstancias de sus padres biológicos.

El sacerdote aseguró que "fue lo más grande que me pasó junto con el sacerdocio", para luego reconocer que pasaron necesidades económicas. "Había días en los que me las veía para tener algo el plato", indicó, sin escatimar alguna anécdota. "Un día se me rompió el pantalón y luego tuve un bonito traje que fue tan caro que costó la muerte repentina de un vecino rico", indicó en referencia a la necesidad de acudir a donativos y todo tipo de ayudas para sacar adelante su familia.

De la misma forma, admitió que la crianza, que aseguró que debe ser entendida como "una función del amor o del vínculo", fue totalmente recíproca. "Creo que yo aprendí tanto o más de ellos que ellos de mí", sostuvo el religioso que a día de hoy es, además, abuelo de siete nietos.

Por otro lado, también lanzó críticas a la sociedad actual, de la cual señaló que "ha convertido el ocio en vicio y el negocio en virtud" y lamentó esta visión difundida y consolidada. "El efecto de cierta cultura consumista y hedonista es transmitida por los medios de comunicación", declaró, a la vez que llamó a recurrir a las Sagradas Escrituras: "Todo está en los evangelios".

No obstante, fue el testimonio personal lo que más cautivó a los presentes, que no escatimaron en elogios hacia el ponente durante el turno de preguntas. "Yo no quiero preguntarle, sino felicitarle por lo excelente persona que demuestra ser con sus actos", comentó una feligresa entusiasmada por un caso único de conciliación laboral.