El primer paso, el de convencer al vestuario de una propuesta de juego efectiva, ya se había logrado. El Oviedo debe ahora ir a por el segundo objetivo: no vale solo con seducir a los suyos, la propuesta también debe convencer a los rivales. Avasallarles con su discurso. Ayer, en O Couto dio la impresión de que el partido se jugó en todo momento según las reglas del Ourense. En un partido de autor de Luisito, míster local, no es de extrañar que los tres puntos se quedaran en Orense.

El error más evidente del Oviedo fue no saber exponer bien sus argumentos. El partido presentaba varios problemas de difícil respuesta: el calor, por encima de los 30 grados; el irregular estado del césped o un rival con peligro en su campo son algunos de ellos. El problemo empezó a ser evidente cuando al Oviedo no supo discutir las dificultades con una respuesta firme.

En O Couto, el Ourense fue más firme en su planteamiento. Replegar filas y buscar balones a las alas en un arma tan sencilla como dañina si se sabe ejecutar. No habían pasado catro minutos cuando se supo que los locales habáin estudiado lo suficiente el partido. El esférico detrás de la retaguardia azul fue aprovechado por Óscar Martínez, al que da la sensación de que las asietncias siempre le han interesado más que los goles, para servir en bandeja a Borja Valle el gol inaugural. El golpe, unido a las condiciones externas antes comentadas, dejaba a los azules en una situación aún más incómoda.

Y pudo ser peor. El Ourense gozó de oportunidades claras antes de la media hira de juego. Óscar con la derecha y un par de cabezazos en un saque de esquina demostraron que el Ourense estaba cumpliendo su rol a la perfección.

Al borde del colapso, con el gol rondando el área de Orlando, el partido vivió una de esas jugadas capaces de cambiar el rumbo. Hay dos formas de ver lo ocurrido. Algunos lo achacarán a la fortuna. Pato, portero local, recibió un balón con la palabra "lío" impresa. Su despeje fue tan defectuoso como amplia la autopista que se le abrió a Eneko, quien se hizo con el despeje y batió al meta. Suerte, para algunos. Hay otra forma de verlo: no todos los equipos ejercen la presió al rival en su propia área.

El ex oviedista Íker Alegre se convirtió en el verdugo en la segunda parte

Los decididos por la teoría más amable con el Oviedo pueden apuntar al planteamiento valiente de los azules como una de las causas del empate.

Sea como fuere, Eneko empató y el Oviedo pareció definitivamente liberado del golpe de calor inicial. Antes del descanso, el Ourense pudo hacer el segundo en un balón al que Valle sólo pudo empujar con la puntera. Por si no había quedado claro, el Oviedo temblaba por las bandas.

El inicio del segundo acto fue un calco del primero. Solo les diferenció que el Ourense rozó el gol pero sin dar en el clavo. Óscar de cabeza y Alegre de fuerte zurdazo avisaron de que la maldición de los ex azules goleadores contaba con una doble versión en O Couto. Sergio García había sustituído a un renqueante Susaeta cuando Granero intentó un cambio temático. Salva Rivas, pivote de contención, entró en el campo en lugar de Señé, el imaginativo y poco consistente media punta. El partido hacía minutos que se había convertido en un corre calles y Granero pretendía sosegar los ánimos.

Y por algunos minutos dio la sensación de que el Oviedo le cogía el pulso al duelo. Eneko puso un balón envenenado en el área que no alcanzó Cervero y el extremo gozó de una gran ocasión tras robo de Salva minutos después. En un escenario más familiar, llegó el chispazo definitivo.

El Oviedo deberá apuntar en su debe no haber sido capaz de cerrar la vía de ataque del Ourense. Íker Alegre volvio a disfrutar de un mano a mano con su marcador. Optço por un latigazo seco, abajo, ante el que nada pudo hacer Orlando. La defensa le había concedido demasiado espacio para ejecutar su venganza.

Sólo apurado por el resultado e vio a un Oviedo dominante sobre el maltrecho césped de O Couto. Tampoco es que fuera una exhibición futbolística. Más bien el ataque se pareció una barbaridad a la versión azul de la temporada pasada. La transición elaborada dejó pasó al balón directo sobre los dominiosde Cervero. La jugada dio sus frutos en algunas aproximaciones peligrosas pero la opción más clara llegó en un despiste de los locales.

Un saque de esquina a favor del Ourense se convirtió mágicamente en una contra mortífera. Sergio García ganó en la carrera a su par y sirvió al corazón del área, hacia donde se había incorporado Eneko. El extremo se dispuso a cumplir el trámite de empujar a la red en una operación sencilla: adaptar ligeramente la carrera y empujar, suave y con el interior, a la red. Inexplicablemente, el balón se fue manso hacia el poste y el Oviedo vio desperdidiciada una de las ocasiones más claras de las que ha gozado en la temporada.

Annunziata ingresó en el campo en lugar de Sergio Rodríguez y Salva Rivas fue expulsado por dos entradas al límite. Con uno menos, el Oviedo volvió a tener el empate. Eneko cedió en el área a Cervero, que disparo con la zurda a las nubes. Estalló entonces o Couto, consciente de que el plan de Luisito había salido a la perfección.

El Oviedo cosechó así la primera derrota de la temporada en un partido que, sin alarmar, debe servir para sacar conclusiones. Una competición tan poco vistosa como la Segunda B exige dominar más registros que el meramente estético. Granero y sus hombres lo pudieron comprobar en O Couto.