Las plantas asturianas de Arcelor-Mittal afrontan un año con la cartera de pedidos a rebosar. La multinacional volvió a arrancar hace unos días el horno alto "A" de Veriña, que mantuvo paralizado casi todo diciembre para realizar obras de reparación en el sistema de refrigeración, y prácticamente todas sus instalaciones vuelven a estar funcionando a pleno rendimiento para tratar de atender la creciente demanda. Todas salvo la línea de pintura, dedicada al sector de la construcción uno de los más golpeados por la crisis y para la que por ahora no hay planes de apertura después de meses desenchufada. Aún con esas, los sindicatos aseguraron que las plantas del gigante siderúrgico, pulmón de la economía asturiana, están funcionando casi a todo gas, a un 90% de su capacidad.

En los últimos encuentros entre la compañía y los sindicatos, la dirección manifestó de forma reiterada que las perspectivas de las plantas asturianas son muy buenas para este año. La demanda de acero comienza a levantar cabeza y muchas de las instalaciones de Arcelor en Asturias han concentrado además su actividad en mercados y sectores donde la recuperación es más vigorosa, como la industria automovilística o la construcción naval.

Sin embargo, los sindicatos sostienen que la falta de inversiones puede ensombrecer las buenas perspectivas de las factorías regionales. De hecho, dirigentes de las centrales alertan de que ya se están perdiendo algunos pedidos porque no se cumplir con los plazos debido a lo deterioradas que están algunas instalaciones. "Eso está afectando también a los salarios de los propios trabajadores, ya que una parte de las nóminas está ligada a la productividad", apuntó un sindicalista.

Los representantes de los trabajadores vienen reclamando desde hace meses a la multinacional que apriete el acelerador con las inversiones para modernizar las plantas de la región, muy desgastadas. La compañía había ligado algunos importantes desembolsos que tiene pendientes en Asturias a lograr un buen resultado en la subasta de la tarifa eléctrica, que finalmente consiguió. En esta lista de proyectos se encuentra uno dirigido a modernizar la acería de Avilés, clave para garantizar el futuro de la compañía en el Principado las próximas décadas y que está solo pendiente de una firma por parte de la alta dirección de la siderúrgica. Las obras, tal y como están programadas, tienen un coste superior a los cien millones de euros y permitirían fabricar chapa gruesa de grandes dimensiones destinada al sector petroquímico. La actuación incluiría la ampliación de las baterías de coque asociadas a la planta. La multinacional siderúrgica también ha recuperado recientemente el estudio para la posible construcción de unas nuevas baterías en Veriña (Gijón) y tiene sobre la mesa otro proyecto para mejorar la línea de fabricación carril, también en Gijón.

Donde tiene, por el momento, poco que hacer el gigante del acero es en la planta italiana de Tarento, por la que había mostrado un gran interés y presentado una oferta no vinculante de compra. El Gobierno transalpino de Mateo Renzi decidió a finales de diciembre tomar el control de la compañía, la mayor planta siderúrgica de Europa que está envuelta en unos enormes problemas medioambientales y grandes pérdidas. El director financiero de Arcelor y responsable del negocio en Europa, Aditya Mittal, había prometido, incluso, realizar fuertes inversiones en la instalación para que volviera a levantar el vuelo. Ahora será directamente el Ejecutivo italiano quien lo haga, ya que ha prometido retener el control de la empresa durante un plazo no inferior a 18 meses y desembolsar más de 2.000 millones en un plan integral para recuperar la zona que incluirían también diversas actuaciones medioambientales en la localidad de Tarento. No obstante, Arcelor mantiene su interés por entrar como socio industrial o accionista minoritaro, según la prensa italiana.