La actitud será, más que la aptitud, el factor clave de empleabilidad. "El componente personal es más importante que el profesional. La aptitud es más corregible que la actitud. Ocho de cada diez jóvenes entre 20 y 30 años van a trabajar en profesiones ligadas al mundo digital que hoy no sabemos cuáles serán. Es muy difícil por eso saber qué estudiar. De aquí que lo más importante será la actitud y la capacidad de adaptarse" profesionalmente, explicó Jorge Suárez Díaz, consejero delegado de la ingeniería asturiana Impulso durante la jornada dedicada al sector de la ingenierías en el ciclo de charlas "Perspectivas de la industria asturiana", organizado por el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA).

Arturo Betegón Biempica, consejero delegado de PHB Weserhütte, ingeniería del grupo gijonés TSK, mantuvo la misma tesis: "El tipo de carrera que se estudia no es tan importante como la actitud, y saber desenvolverse y resolver problemas es más determinante que la titulación específica. Nosotros contratamos ingenieros, abogados, químicos, economistas y, aunque menos, matemáticos y físicos. Pero la mayor parte de nuestro trabajo es gestión. Lo que parece accesorio, como saber manejarse, es importante".

"El título no será tan importante, aunque sí los conocimientos, y habrá especialidades como las matemáticas y la física que siempre se valorarán mucho, al igual que los idiomas, que seguimos sin darles la importancia debida", explicó Suárez. El desafío de la robotización modificará el mundo laboral. "Las cosas están cambiando muy rápido y es difícil comprender los cambios a corto plazo", diagnosticó el dirigente de Impulso. "El 47% de las tareas que desarrollen los humanos dentro de veinte años serán sustituidas por máquinas. Esto supondrá 1.600 millones menos de empleos en el mundo", dijo.

Con su centro de formación, TSK adapta los nuevos empleados a las necesidades del negocio. "Cogemos a la gente en bruto para integrarla en la organización", señaló Betegón.

Asturias ha sido capaz de destacar en el sector de las ingenierías. Algunas de las principales empresas regionales aportan el 10% del negocio que suman las 50 más relevantes de España. Es un ámbito con posibilidades aunque probablemente abocado a integraciones como en el pasado: "Muchas venimos de ser empresas metalúrgicas y de montajes, que tuvimos que reconvertirnos y pasar de ser fabricantes a convertirnos en compañías de servicios y actividades sofisticadas. Antes bastaba con hacer ingeniería. Ahora hay que competir en el mercado internacional y se precisa tener tecnología propia", manifestó Betegón.

Estas son las llamadas EPC o "epecistas" (gestores de proyectos "llave en mano"), que hicieron la integración en vertical, explicó Jorge Suárez, aunando desde el diseño a la construcción. Con ellas persisten las ingenierías de estudio o de papel, como Impulso, que no fabrican: aportan soluciones. Muchas grandes constructoras también compraron ingenierías y optaron por el modelo híbrido de las "epecistas" o "integradoras". El futuro que atisba Suárez es un paso más, con la integración de estructuras que aúnen diseño, construcción, financiación y operación. Este modelo se aplica ya en el mundo de la construcción civil y las infraestructuras, que en algunos países están reemplazando a la inversión pública mediante la fórmula de colaboración público-privada (PPP). Los crecientes riesgos financieros lleva a también a las alianzas, afirmó Betegón.

Para las ingenierías de estudio como Impulso se abren, según Suárez, dos caminos: la tecnología y la especialización en ámbitos donde haya menos competencia. Son dos opciones, dijo, para Asturias.