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-La reforma de El Molinón incluye una escultura de Vaquero Turcios que ha generado controversia. Los grandes edificios públicos, ¿deben contar también con ornamentación?

-Sería bueno que el arte participara en todos los ámbitos: industria, arquitectura... Por eso, creo que el arte debe estar presente en todos los órdenes de la vida pública, pero también de la vida privada de cada uno de nosotros.

-El gusto por lo artístico, ¿es algo puramente innato o puede transmitirse socialmente?

-Puedes nacer con una predisposición hacia lo artístico. Pero el gusto es cultural y hay que cultivarlo y enseñarlo. Un médico se debe formar día a día y, en el arte, sucede lo mismo.

-El médico no nota las crisis económicas. ¿Cómo las sufre el artista?

-Paradójicamente, este año es de los mejores que he tenido. Ser artista es una aventura, ya que no tenemos ingresos regulares. Lo artístico te exige tener un local, mantener unos materiales... Las galerías de arte supongo que notarán la crisis, pero nosotros no, porque siempre lo tenemos difícil. Los artistas, en realidad, siempre estamos en el aire. Lo que en nuestra profesión es normal, no lo es en el resto. Cuando a nosotros nos encargan una obra, lo hacen como si fuera un premio. Sin embargo yo no le doy un premio a un concesionario cuando compro un coche, ni a un carpintero cuando me llevo una mesa.

-La crítica aún no se ha puesto de acuerdo a la hora de clasificar su evolución artística. ¿Eso es bueno?

-La crítica necesita clasificar, pero a mí no me gustan las etiquetas. La sociedad y los especialistas necesitan etiquetar para manejar los datos y así poder explicarlos. Pero el arte no debe ser considerado de forma lineal en el tiempo. Un aficionado puede visitar el mismo día un yacimiento prehistórico y un centro de arte y se puede emocionar en ambos lugares. Por eso, en el arte lo último no elimina lo anterior, sino que se suma a eso. Lo más actual no tiene que rechazar la historia, sino completarla, complementarla y renovarla de manera continua.

-Desde esa perspectiva, el arte es un campo en el que no existe la posibilidad de errar.

-Los artistas también nos equivocamos. El artista es juez y parte y estamos juzgando continuamente lo que hacemos. Yo puedo estar dos meses y medio haciendo un cuadro y, cuando lo termino, no estar contento, envolver el lienzo y tirarlo. Yo soy quien juzgo mi propia obra. El creador no tiene la distancia que tiene el público, porque el creador siempre tiene sus propias obsesiones. Cuando mejor evalúa un artista su propia obra es cuando la contempla después de un tiempo, después de haber dejado reposar esas obsesiones y haberte metido de lleno en otras nuevas. Es entonces cuando recuperas lo que ya tiene el espectador, que, en realidad, es sorprenderse de golpe con la visión de la obra. Por eso, es necesario que sea la sociedad quien objetive las obras. Por eso, es importante que el escultor o el pintor esté próximo a la gente que escribe, que hace ensayos sobre el arte. Te permite adquirir elementos de juicio y contextualizar tu mundo.

-¿Es consciente un artista de su propia evolución?

-Lo eres cuando contemplas lo anterior, no en el momento de ejecutar una obra nueva. De todas formas, siempre se aprende más de los errores que de los aciertos. Los artistas, cuando miramos hacia atrás, debemos mirar lo que consideramos nuestros errores con un prisma positivo. Debemos aprender de esos errores. Por eso, creo que la mejor forma de evolucionar es mirar hacia atrás y aprender de lo que uno hizo mal, mucho más que fijarse en las grandes obras maestras de otros. Yo miro hacia atrás de esta forma. El arte no es una ciencia. En la ciencia, cada avance deshecha lo anterior. Un médico no trata ahora como hace cien años. Pero en el arte no ocurre esto. A mí me es igual de válido contemplar una cueva de arte rupestre que una visita al museo Guggenheim. De todo puedo aprender. Pero, insisto, de lo que más aprendo es de mi propia evolución y de contemplar cómo se ha producido.

-¿Cuáles son sus objetivos más inmediatos que, de alguna forma, marcarán su inmediata evolución?

-Para mí el arte es como respirar, es decir, es algo inconsciente. Cada uno somos hijos de nuestro tiempo y, por eso, yo no me fijo objetivos, simplemente me limito a ejecutar lo que siento en cada momento, de forma natural y poco consciente. Estoy seguro de que Velázquez, cuando pintó «Las Meninas», no era consciente de la importancia de ese cuadro.

«Se puede nacer con una predisposición hacia lo creativo, pero el gusto es cultural y hay que enseñarlo»

«Para evolucionar hay que contemplar los propios errores más que las obras maestras de los otros»