R. G.

Juan, nombre ficticio a petición del afectado, vivió el sábado 26 de diciembre un lamentable episodio de discriminación del que aún no se ha repuesto, un mal trago después de una cena con sus amigos. Este joven, vecino de Avilés, fue expulsado de una discoteca de Gijón por llevar una gorra con la que intentaba disimular los efectos de la quimioterapia a la que se está sometiendo por el cáncer de páncreas que le fue diagnosticado hace varios meses y al que a día de hoy intenta hacer frente. «Deberían avisar en la puerta del local de que no se puede llevar este tipo de indumentaria en el interior, pero no lo hicieron. Nos cobraron la entrada, nos sirvieron las copas y después de un rato nos invitaron a irnos si Juan no se quitaba la gorra. No nos pareció justo. Le trataron mal porque ni si quiera le preguntaron por qué llevaba la gorra», declaró una de las amigas que le acompañaban aquella noche, en conversación telefónica con este periódico.

Una semana antes de este episodio, Juan y sus amigos habían quedado para una cena en la que por fin pudieran verse todos y celebrar juntos las fiestas navideñas. Pero la fecha entonces cuadró mal. Él tenía sesión de quimioterapia el día anterior, por lo que decidieron posponer la cena hasta la noche del sábado 26 de diciembre.

Tras los postres, el grupo decidió seguir la celebración en una discoteca de Gijón, pero una norma del local al que acudieron acabó por empañar la jornada de camaradería de estas trece personas. Juan llevaba aquella noche en su cabeza una gorra negra «sin logotipos ni señales de ningún tipo ni ideología» y eso creó un conflicto en el local, ya que en el interior no se permite que los clientes lleven la cabeza cubierta. Los responsables de la seguridad del establecimiento de hostelería le dijeron que tenía que abandonar la discoteca.

«Cuando le invitaron a quitarse la gorra él dijo que no, que se la dejaran por favor, y en ese momento le invitaron a marcharse, alegando que así no se podía quedar dentro», según su amiga. Entonces todo el grupo decidió abandonar el local y continuar su celebración navideña lejos de esta discoteca gijonesa a la que han prometido «que ya nunca vamos a volver».

«Un chaval joven como él siente complejo por la enfermedad que padece y ha quedado marcado por el episodio que tuvo que sufrir en esa discoteca», señaló aún compungida su amiga. «No quisimos armar jaleo y nos fuimos a otro establecimiento», recuerda esta joven, quien aboga por que «hechos de este tipo, claramente discriminatorios, no se vuelvan a repetir».