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Una llamada paterna a la atención

Una familia del colegio Montedeva pide a los profesores "más sensibilidad" con su hijo, con trastorno por déficit de atención

Una llamada paterna a la atención

A Rodrigo (nombre figurado) hacer los deberes le cuesta el doble de tiempo y esfuerzo que al resto de compañeros de su clase de segundo curso de la ESO, en el colegio Montedeva. Está diagnosticado de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), unas siglas cada vez más frecuentes en las aulas y que, a los padres, les supone un importante sacrificio para colaborar en que la educación de su hijo sea lo más provechosa posible.

No siempre lo consiguen, y por eso una pareja gijonesa que prefiere mantenerse en el anonimato -"para evitar cualquier asociación con nuestro hijo, no queremos añadir más dificultades", reflexionan-, ha alzado la voz para exigir del sistema una mayor flexibilidad, ante la falta de apoyos oficiales.

En el caso de su hijo de 13 años saben lo que es enfrentarse diariamente a un férreo control de tareas y deberes para ayudarle a centrarse, para que cada día lleve los deberes hechos y las lecciones estudiadas para los exámenes. "Él lleva una agenda a clase, pero no siempre se acuerda de apuntar las cosas que tiene que hacer", indican; reflejo de una personalidad inquieta, que salta de un objeto de atención a otro y va variando sus intereses sin dar mayor importancia a ciertas cuestiones.

Sin desfase

Se trata de "un trastorno neurológico diagnosticado", que en el caso de Rodrigo lleva aparejada una medicación que le ayuda a centrarse. Gracias a ello, el chaval ha conseguido, con grandes esfuerzos por su parte, ir sacando cada curso año por año. Y ahí precisamente, en un escurridizo limbo de plazos, reside su problema en el centro gijonés en el que estudia. Porque "el criterio oficial es el de que hasta que no haya un desfase curricular de dos años no necesitaría un profesor de apoyo". Y el caso es que Rodrigo necesita apoyo, aunque sólo sea "para que cada día los profesores nos pasen por escrito información sobre las tareas; si tienen tiempo para notificar las faltas por escrito nos parece razonable que dediquen un minuto al final de cada clase a mandarnos un correo con los deberes y los exámenes, para que nosotros podamos estar pendientes. O incluso que lo sienten en la primera fila para que pueda prestar más atención a las clases", recalcan.

Ni siquiera aspiran a una modificación de contenidos, sino a "un mayor control de su actividad académica", porque en las condiciones actuales "vemos que dependemos de la buena voluntad de cada profesor de manera individual". Ya han mantenido varias reuniones con la dirección del centro, pero "vemos pocos avances a pesar de las buenas palabras", lamentan. Con Inspección Educativa no les ha ido mucho mejor.

"Hay un informe pedagógico de la orientadora que no se cumple", claman los padres, que han recibido de Inspección la respuesta de que "los profesores tienen un protocolo de actuación, que están llevando a cabo ya que no existe indicio alguno de lo contrario; y en la documentación que aporta la interesada no se deduce lo contrario".

La respuesta ha indignado a los padres, que denuncian otras "lindezas" en el último escrito de Inspección, como que "la madre entiende que no le corresponde a su hijo la responsabilidad directa de ocuparse de sus cosas , sino que le corresponde a otros agentes".

Para la familia resulta "inaudito que nos digan esto cuando sólo pedimos un poco de sensibilidad". Porque, como ellos mismos señalan, "nuestro hijo ni es un vago ni lo hace adrede. Sólo queremos un poco de ayuda". Y, por eso, alzan la voz.

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