Lo ocurrido en el Centro de Apoyo a la Integración (CAI) de Arriondas, que prestaba servicio a personas con discapacidad psíquica, es un ejemplo más de cómo la política mal entendida -la del interés partidista y mezquino- y los politicastros -no todos lo son- ensucian todo lo que tocan. El centro Don Orione había gestionado el CAI desde 1995 a plena satisfacción de los usuarios; durante varios años, incluso, pagando de su bolsillo el coste del local. Pero el Gobierno del Principado, incapaz de acondicionar la sede durante años, se empeñó en quitarle la gestión a Don Orione para entregársela a unos amiguetes, a través de una fundación pública (sí, lo de siempre), que algunos de los afectados califican como "otro chiringuito". El caso es que después de dos licitaciones anuladas sin explicación alguna, dos días antes de que se cumpliera el plazo de la tercera, se anuló también, por obra y gracia de la Consejería de turno. Lo extraño es que los ciudadanos tengan tanto aguante.