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Orientalia

Cándido y el chiringuito

Cándido y el chiringuito

Lo que está ocurriendo con el Centro de Apoyo a la Integración (CAI) de Arriondas, aunque triste, también tiene su parte positiva: está desenmascarando a todos los implicados en el conflicto. De un lado, los usuarios afectados, que están demostrando su valentía, al plantar cara al atropello que supone la imposición de los que tienen el poder, esto es, de los poderosos (aunque presuman de representar a los humildes, sus intereses son distintos). De otro, el centro Don Orione y sus empleados, que recogen el fruto de lo que sembraron: alabanzas de los discapacitados y sus familiares (creyentes y no creyentes), por la excelente gestión que protagonizaron en el CAI desde 1995, por su profesionalidad y sus desvelos. Y, al fin, los administradores, que en lugar de servir, como sería su obligación en un país serio, pretenden servirse. "Il faut cultiver notre jardin", dice el "Cándido" de Voltaire al final de sus aventuras. Eso intentamos hacer todos. El problema es que algunos por "jardín" entienden "chiringuito".

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