Los médicos del Hospital de Cabueñes, en Gijón, instaron a los de Arriondas a que no trasladaran a la parturienta llanisca que acabaría falleciendo el pasado 21 de octubre hasta que se estabilizara su estado. La decisión adoptada en Arriondas de trasladar a la mujer al centro asistencial gijonés llevó a los responsables de Cabueñes a no firmar el ingreso, puesto que sus demandas habían sido desatendidas. La llanisca María Oliva Barreiro García, de 38 años, y cuyo hijo nació muerto, llegó a Cabueñes con parada cardiorrespiratoria, en una situación que hacía "imposible" salvar su vida, según indicaron fuentes cercanas al centro.

Los dos médicos que trabajaron aquella fatídica noche en la UVI de Cabueñes ya han prestado declaración en el Juzgado de instrucción número 5 de Gijón, que ha abierto diligencias previas para investigar lo ocurrido. El hospital gijonés, según indicó ayer Televisión del Principado de Asturias, habría emitido un informe sobre lo ocurrido, que entregó a las autoridades. En ese escrito se detalla la sucesión de los hechos, incluidas las llamadas telefónicas que se cruzaron aquella noche los médicos de Arriondas y de Cabueñes. Las fuentes consultadas por este diario negaron la existencia de informe alguno y señalaron que el hospital sólo redactó el parte médico habitual, que la legislación exige entregar a las autoridades en caso de muerte, heridas, accidentes o contusiones que pudieran tener relación con hechos delictivos.

María Oliva Barreiro García falleció en la madrugada del 21 de octubre, horas después de ingresar en el Hospital de Arriondas para dar a luz. La llanisca, que había vivido su embarazo sin ningún sobresalto, entró en el Hospital de Arriondas por su propio pie. Tras ser monitorizada para controlar su estado y el del niño, según la versión de la familia, los facultativos le proporcionaron medicamentos para atajar unas décimas de fiebre y, acto seguido, oxitocina para provocar el parto. A continuación, sufrió un infarto y fue sometida a una cesárea de urgencia. El bebé nació muerto. Los médicos, según la familia, le extirparon el útero y, para detener la hemorragia provocada por la cesárea, le suministraron cinco bolsas de sangre. En estado crítico, fue trasladada a Cabueñes, pese a las advertencias de los facultativos de aquel hospital. Un juez investiga ahora si hubo algún tipo de negligencia médica.