Kilo Tejada, que sacó cientos de salmones, ahora pesca sin muerte

"¿Pescar es llevarlos para casa? Es mejor soltarlo, así no cargas con él"

ASTURIANOS EN SALAS: Ángel Carlos Díaz de Tejada

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Kilo Tejada, jubilado de banca, reconocido pescador de salmones en el Narcea. Ángel Carlos Díez de Tejada, con 88 años que lleva como un chaval, es conocido como Kilo Tejada. Vive donde nació, en Cornellana. Está jubilado de la banca y es uno de los pescadores de salmón más reputados de Asturias. El primer ejemplar lo pescó a los 14 años, y habrá echado a tierra más de 350 piezas. Es el socio número 1 de la Asociación Asturiana de Pesca y fue tesorero de Las Mestas del Narcea.

"Nací en Cornellana, como todos mis hermanos. Fuimos tres hermanos y dos hermanas. Mi padre, Ángel, era el encargado de Telégrafos. Lo heredó de mi abuelo, que era madrileño y cayó en Tineo, destinado por Telégrafos, donde se casó. Yo también hice las oposiciones para Telégrafos, estuve cuatro meses preparándolas, pero suspendí. Luego ya lo dejé, no me gustaba mucho. Y eso a pesar de yo, cuando mi padre salía en el taxi que tenía también, a veces quedaba al cargo de la oficina con doce o trece años. Eran cuando se mandaban tantos giros a los quintos…"

"Fui a la mili a Transmisiones, a Salamanca. Con doce años ya había aprendido el Morse así que en la mili el sargento se ponía a leer las novelas de El Coyote y mientras yo daba las clases de morse a todos los reclutas".

"Luego de la mili, me casé. En 1963. Mi mujer es Corias de Pravia pero de aquella trabajaba en La Suiza en la calle Jesús de Oviedo, que era un supermercado de élite. Era de los primeros que tenía despacho de cajera con máquina registradora".

"Luego empecé a trabajar en la construcción del salto de Calabazos. Llevaba todos los aparatos de control del hormigón para la construcción: extensiómetros, el péndulo… Estuve cinco años. Luego fui a Madrid para llevar un laboratorio de una planta de hormigones y más tarde entré en el Banco Herrero. Estuve en Cudillero, dirigiendo la oficina de Salas y una en Gijón. Y luego fui a la de Vitoria, en 1982. Época de ETA pura y dura. Los primeros años, con miedo. Pero fuimos muy felices y allí tenemos muchos amigos. En 1995, con sesenta años, me jubilé y vinimos para Cornellana".

"La pesca es mi afición desde neno. Mi padre también era pescador. Cuando él cerraba la oficina íbamos al río con una caña de bambú a pescar truchas. De aquella no teníamos esas cañas de carbono que hay ahora, ni carretes. No había nada. Una caña de bambú con una cuerda atada. Y ni siquiera eran de nylon, eran tanzas… El aparejo había que llevarlo preparado de casa. Mi padre pescaba a mosca, cuatro, cinco, seis… Había truchas a punta pala".

"Luego empezaron a llegar los carretes. Una vez vino un chófer de Alsa que estaba aquí casado en Cangas, Román se llamaba, y me dijo: ‘Voy a ir un día a pescar contigo’. Y vino con aquella cañuca con carrete. Y en media hora pescó un cestáu de truchas a cucharilla. Así que yo me dije: ‘La cosa es que hay que hacerse con un carrete’. Mi padre, a duras penas, me compró uno. Y empecé a pescar a cucharilla. Así que luego, con un amigo, afarábamos cuatro o cinco kilos de truchas en dos horas. Pero afararan todos, eh. Porque venían otros de Salas y traían ocho kilos…".

"La cosa es que ya empezaban a salir salmones. Yo nunca había pescado un salmón. Había salmones pero no había artefactos para pescar, como digo yo. No sabíamos pescar a cebo. Nada más que pescábamos a cucharilla, devón y mosca. Entonces empezaron a llegar aquí unos pescadores del Sella. Ramón el de Bode y los hermanos, Angelín el Peruyero. Venían a pescar a cebo natural, a merucu. Y a quisquila. Y se escondían para que no aprendiéramos nosotros. Pescaban cuatro o cinco salmones todos los días. Yo hice amistad con Ramón, el mayor de los Bode, y ya nos confesó cómo se pescaba, y que se pescaba más a quisquilla".

"Pesqué el primer salmón con catorce años. Un salmón de cinco kilos a devón. En Peñafurada. Hoy no existe ese pozo porque cambió el curso del río. El cauce cambió mil veces en estos años. Hay sitios ahora donde vas a pescar que antes no pescabas. Antes era vega. Recuerdo que en 1959 vino una avenida tan grandísima... Había una plantación de álamos que tendría más de mil, ahí mismo por donde va la carretera a Belmonte, que es un coto ahora, El Molinón. Pues la avenida llevó entera una alameda y ahora es río. Yo pesqué salmones en mil sitios del río que ya no existen".

"Siempre hubo altibajos en las capturas. El año que yo fui para la mili salieron 60 salmones solo en toda la temporada y de esos, cuatro los pesqué yo. Pesqué muchísimos salmones, pero el mayor pesaba 11,5 kilos. Mi padre llegó a pesar dos de 13,5 kilos cada uno. Hubo una temporada que pesqué 23 salmones. Ya después de jubilado. Ahora pesco uno… dos".

"Buf, de todo esto tengo una historia como para estar hablando veinticinco años. Mi padre, que era delegado de la Asociación Asturiana de Pesca en esta zona, de la que ahora soy el socio número 1, se hizo cargo del precinto y nosotros lo ayudábamos. Y hubo días de precintar ochenta salmones en un solo día. Y un año, que yo me acuerde, llegaron a precintarse 1.760 salmones en el río Narcea. Contabilizados. Ahora, una temporada buena son 300".

"Tienes que luchar con el salmón, a ver quien puede más. Hombre, con los materiales que hay hoy siempre puede más el hombre. Pero, de aquella, no. Pescábamos con unos nylon de casi medio milímetro de diámetro que aguantaban siete kilos y hoy pescamos con nylon de 0,20 milímetros que aguantan doce kilos. Y no había las cañas de carbono, que aguantan lo que quieras y no pesan nada. Antes era todo de cañavera o bambú y había que luchar con ellos. Y luchar con cuidado. Porque hoy puedes amarrarte con uno y, si quieres sacarlo pronto, lo sacas. Pero presta cansarlos un poco, disfrutar de la pesca. No se trata de sacarlos al instante, hay que pasar ocho… nueve minutos. Ah, verlos pegar un salto y cuando ya viene cansando, lo sacas"

"Me da pena el declive de las capturas, pero es que también la pesca llegó a un punto... Era impensable ir a un pozo por la mañana a sortear. La gente iba dormir al río para tirar el primero. El primero que llegaba al pozo era para él. Pero iban a las tres de la mañana o a las 12 de la noche a dormir al río. Iban tres o cuatro y tiraban aquellos tres o cuatro. Luego luchamos para que se regulase por sorteo. Pero que haya en algún sorteo sesenta o setenta pescadores…"

"Todo el Narcea ahora es coto, no tienes una zona libre salvo donde voy yo, en el campo de fútbol, que es a mosca y si lo pescas hay que soltarlo. Lo de convertir todo el río en cotos me parece una medida, pero lo que me parece muy mal es que el Narcea sea todo coto y en el Sella no lo sea. Que haya un régimen de pesca en el Narcea y otro en el Sella".

"Yo llevo soltando salmones hace diez años. Cuando más disfruto de la pesca es en el periodo del 15 de julio sin muerte al cierre, porque es sin muerte y dejan todos los parciales libres. Como era antes, vaya. Es lo mismo. ¿Pescar que es? ¿Llevarlos para casa? Pescar es prender el salmón. Es igual que el jabalí, que yo también soy cazador. El jabalí es el tiro, puedes fallarlo o no. Con el salmón, lo mismo. Incluso disfrutas más soltándolo porque no tienes que cargar con él para llevarlo para casa (risas)".

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