Asturias, un paraíso para senderistas

Asturias puede presumir de contar con paisajes de ensueño. No en vano, se trata de la comunidad autónoma más montañosa de España y una de las más montañosas de Europa. Así, se convierte en un punto imprescindible a visitar por los amantes de los deportes de aventura y para los aficionados al senderismo.

Ruta a Vega de Urriellu y Naranjo de Bulnes

Probablemente sea una de las rutas más famosas de senderismo en Asturias, y es que caminar hasta el lugar desde donde se hacen las escaladas más importantes en Picos de Europa no tiene precio. Ponerse a los pies del Urriellu es una de esas experiencias que hay que vivir al menos una vez en la vida. Existen dos posibilidades para subir hasta la Vega de Urriellu o desde Bulnes, se puede subir directamente hasta llegar a la majada de la Terenosa desde donde se puede enlazar con el sendero que conduce a la Vega de Urriellu. Además, hasta Bulnes se puede subir con el funicular o por el espectacular desfiladero de la canal del Texu.

La otra opción es desde el Collado de Pandébano, justo llegando a la majada de la Terenosa.

Ruta a Valle del Lago

El parque natural de Somiedo, creado en 1988, es el primer parque natural declarado en Asturias y un escenario perfecto para disfrutar de varias rutas. La ruta Valle del Lago es una buena opción para los amantes de la montaña. Se trata de un recorrido de ida y vuelta de unos 13 kilómetros que va desde el pueblo de Valle del Lago hasta el Lago del Valle y donde podrá disfrutarse de etnografía, flora, fauna, geología y paisaje que pueden eclipsar los cinco sentidos.

En las laderas con arbolado, el haya y algún arraclán son las especies dominantes. El resto son pastos y el sempiterno teito, con el que se hacen los techos de las cabañas del mismo nombre.

Pero, si hay alguna planta que destaca son las grandes y coloridas flores de las genecianas -amarillas o naranjas-, que llenan la zona alta del valle en los meses de junio y julio.

En cuanto a la fauna, también tiene un gran protagonismo y es que son muchas las pequeñas aves que viven en la zona; entre ellas el precioso escribano cerillo, ave con un particular color amarillo.

Si tenemos la suerte de ver osos desde la ruta, en las laderas, debemos de proceder con sigilo para no perturbar su tranquilidad.

Hay que recordad que se trata de un parque natural que es además reserva de la Biosfera: recuerda dejar todo como estaba y no recolectar plantas ni animales.

Ruta del Alba

Sin duda alguna, es una de las rutas más conocidas de Asturias, y razones no faltan para ello. Declarada Monumento Natural, esta pista, fundamentalmente ganadera, aunque también lo fue minera, se encuentra en el fondo de un valle y discurre en todo momento junto al río Alba o Llaímo.

El paisaje, la vegetación y la fauna abruman, pero sobre todos ellos, el elemento fundamental es el agua. Agua en rápidos del río, remansos, pozas, arroyos que se cruzan, fuentes y abrevaderos, o en hilillos que salen de la roca creando travertinos.

Y quizás el agua ofrezca uno de los elementos del paisaje más bonitos y llamativos de la ruta, las cascadas, sobre todo dos que embellecen aún más esta ya de por sí espectacular senda. Sus límpidas aguas acogen al mirlo acuático y el martín pescador, y en las laderas de las montañas, que llegan al río, puede observarse con paciencia, detenimiento y prismáticos los ciervos que viven en ellas.

Ruta al bosque de Moal

Escondido entre las montañas, en el fondo del valle del río Muniellos, a las puertas de la Reserva Biológica Integral del mismo nombre, se encuentra Mual, premio "Pueblo ejemplar de Asturias" 2018.

Esta ruta por terrenos del oso muestra la adaptación del ser humano a este medio a lo largo de la historia, un relato de leñadores que mantuvieron un bosque de extraordinaria calidad gracias a una tala responsable que hoy, permite seguir disfrutando de masas forestales donde el roble albar y el melojo, junto con el haya, son los reyes del lugar.

La presencia del oso se rfefleja, además de en las huellas o excrementos que se pueden encontrar si vamos atentos al suelo, la existencia de "cortines", construcciones de piedra para proteger los colmenares de abejas del ataque de estos plantígrados.