Ignacio Villaverde: "La Constitución ha dejado de ser una referencia estable y cierta"

El Rector, en su discurso de acceso a la Academia de Jurispudencia, dice que las cartas magnas son ahora herramientas para imponer diferencias

De izquierda a derecha, Rafael Fonseca, Ramón Punset, Jesús María Chamorro, Ignacio Villaverde, Esther Fernández, Juan Cofiño y Leopoldo Tolivar, en el salón de plenos del TSJA.

De izquierda a derecha, Rafael Fonseca, Ramón Punset, Jesús María Chamorro, Ignacio Villaverde, Esther Fernández, Juan Cofiño y Leopoldo Tolivar, en el salón de plenos del TSJA. / Mario Canteli

Luis Ángel Vega

Luis Ángel Vega

Sesión solemne de la Real Academia Asturiana de Jurisprudencia para dar la bienvenida como académico de número al rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde, catedrático además de Derecho Constitucional. El acto, celebrado a las siete y media de la tarde de este martes en la Sala de Plenos del TSJA, estuvo presidido por el presidente de la Academia, Leopoldo Tolivar, y contó con la presencia del presidente de la Junta, Juan Cofiño, el presidente del TSJA, Jesús María Chamorro, y la Fiscal Superior de Asturias, Esther Fernández, entre otros. El catedrático Ramón Punset, él mismo académico numerario, fue la persona encargada de acompañar al nuevo miembro, tras la lectura del acta por parte del secretario, el magistrado jubilado Rafael Fonseca. El rector agradeció tanto a Punset como a Tolivar su nombramiento, y no se olvidó de sus padres, su esposa y sus hijas.

En su discurso de entrada, titulado, "El fin de la era de las Constituciones. El Constitucionalismo líquido", Villaverde abordó "el fin de ese pegamento mítico, en palabras de Noah Harari, que fueron las constituciones, y sobre cuyas ficciones construimos un marco de convivencia pacífica y próspera que llamamos Estado constitucional, democrático y social de derecho". Villaverde indicó que "la Constitución ha dejado de ser una referencia estable y cierta, el ‘texto’ sólido de la interpretación constitucional, necesariamente confinada en su literalidad, para convertirse en el ‘pretexto’ que permite interpretaciones de sus preceptos que tienen más que ver con su uso alternativo en función de las necesidades y circunstancias del momento, que con el recto sentido de sus palabras. Se ha impuesto una interpretación que redescubre la ‘constitución real’ y la impone a la ‘constitución formal’". Villaverde afirmó que "el problema no está en que esta incierta era conciba las constituciones, no como la norma suprema que contiene los consensos sociales básicos, sino una suerte de normas de resolución de conflictos entre fuentes del derecho, lo que entronca con nuevos sistemas materialmente constitucionales que superan el concepto de Estado como la Unión Europea. Quizá sea el derecho internacional privado el nuevo paradigma constitucional para dar solución a esos nuevos abordajes, a los nuevos derechos personalizados y transnacionales". Y es que "vivimos una época de identidades excluyentes o exclusivas donde las constituciones ya no parecen ser el mínimo común compartido, lo que nos une porque supera las diversidades, sino una herramienta para la imposición de las diferencias".

Añadió que "las constituciones ya no son normas sólidas que cimientan los grandes consensos que nos unen, sino simples normas de resolución de conflictos, no para preservar la supremacía de las normas que dan unidad en la diversidad, como los derechos fundamentales, sino ponderando los intereses diferenciados en presencia". Finalizó constatando que "los sistemas constitucionales han dejado de ser normas para la unidad", y ya son "sistemas que coordinan y regulan la convivencia de derechos particulares de grupos diferenciados y heterogéneos".

En su contestación al discurso, Punset llamó la atención sobre las denominadas "sentencias interpretativas de rechazo", en las que el Constitucional actúa como "un legislador positivo", lo que "no deja de ser una anomalía en el Estado democrático", porque "pueden invadir la competencia del poder legislativo" y tiene un "doble efecto patológico": "Preservan a toda costa la constitucionalidad de la ley mediante la alteración de su enunciado normativo y la creación de una norma nueva, lo que puede traicionar la voluntad política del legislador; y disminuir la capacidad de adaptación evolutiva del texto constitucional por obra del poder de reforma".