¿Qué pasa después de sacar un sobresaliente en la EBAU? Varios asturianos explican cómo les ha ido 10 años después de examinarse

Dos de las excelentes de 2024 cuentan sus expectativas y tres de los mejores de 2014 relatan sus resultados

Pablo Moro, María Aumente, Cristina Pérez, Javier Cuadrado y José Manuel Serrano

Pablo Moro, María Aumente, Cristina Pérez, Javier Cuadrado y José Manuel Serrano

La entrada a la universidad tiene una puerta: la EBAU (Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad), que antes fue la PAU (Prueba de Acceso a la Universidad), que primero fue el Examen de Selectividad, que el año próximo volverá a ser la PAU. Los resultados permiten acceder a los estudios deseados por el alumno o no. A veces una décima separa las ambiciones de las posibilidades.

Después de muchos nervios el 94,97%, de los 4.386 estudiantes que realizaron la fase de acceso de la EBAU en junio en Asturias este año aprobaron los exámenes, algo menos que el año pasado (95,85%). La tasa de alumnas que superaron las pruebas (94,85%) es un poco menor que la de los alumnos (95,12%).

Fuera de duda quedan los mejores resultados, en los que este año se situaron 3 chicas la ovetense María Aumente Rodríguez y las gijonesas Carmen María Ayuela Ronzón y Cristina Pérez del Río Parrondo, que en septiembre empezarán a escribir su futuro universitario.

¿Qué pasa después?

Dos de estas alumnas excelentes cuentan a LA NUEVA ESPAÑA cómo se imaginan en un decenio. Cuatro chicos obtuvieron los mejores resultados hace 10 años y tres de ellos relatan cómo fue su camino y a dónde les ha llevado.

María Aumente Rodríguez,

María Aumente Rodríguez / Irma Collín

María Aumente se ve con bata de médico

María Aumente Rodríguez estudió en el Colegio Loyola de Oviedo y tiene un 10 sobre 10 y un 13,9 o 14 sobre 14 (depende de las asignaturas específicas que le ponderen en función del grado y universidad en que se matricule). "Dentro de 10 años espero haber terminado Medicina y trabajar como médico. No sé qué especialidad elegiré; creo que hasta haber hecho las prácticas es imposible de decidir. Ojalá pueda hacerlo en el HUCA".

Tiene todas las opciones abiertas: le gustaría "investigar, seguir aprendiendo y descubrir cosas nuevas y también me he planteado dar clases de medicina en la universidad, porque muchos amigos me dicen que se me da bien explicar. Explicar lo que me apasiona me parece una fantasía. Me gustaría vivir en Oviedo, para estar cerca de mis amigos y mi familia, pero 10 años son muchos, queda un poco lejos y tengo tiempo para pensar e ir viviendo las cosas como vayan surgiendo".

Cristina Pérez del Río

Cristina Pérez del Río / Marcos León

Cristina Pérez del Río, en el HUCA o en Cabueñes

Cristina Pérez del Río Parrondo, del IES Montevil de Gijón, aún saborea su 13,9 global en la Selectividad. Un resultado casi inmaculado que le servirá para estudiar lo que siempre ha deseado: Medicina. En una década se ve en los últimos años de residencia tras el MIR.

"Imagino que en el Hospital Universitario Central de Asturias o en el de Cabueñes". Aún no tiene claro a qué especialidad le gustaría dedicarse. Está entre cirugía, pediatría o cardiología. Su madre es pediatra.

Para mejorar su formación, no descarta disfrutar en Estados Unidos o Inglaterra de un curso de especialización. Quiere obtener el nivel C2 de Inglés y practicar alemán.

Se ve viviendo en Gijón (o al menos en Asturias), sacando huecos en la agenda para explorar mundo y desconectando en Tineo y Valdés, donde tiene familia y amigos. Le apasionan los viajes y la música. "Quiero conocer sitios nuevos".

Dejó el Conservatorio para centrarse en los estudios, desea retomarlo para seguir aprendiendo en las teclas del piano. "Me gustaría volver".

Diez años son un camino largo en vidas jóvenes que, aunque vayan respaldadas por los buenos resultados de grandes esfuerzos, están sometidas a factores variados, incluida una pandemia, que hacen meandros y abren oportunidades. Se ve en el relato de los que están a 10 años de distancia.

Javier Cuadrado en Toulouse y 10 años antes en Oviedo

Javier Cuadrado en Toulouse y 10 años antes en Oviedo / Astur Montes

Javier Cuadrado voló a Toulouse

A Javier Cuadrado Aníbarro le faltó una décima para conseguir una media de diez. Se tuvo que "conformar" con un 9,9, pero logró 10 en las pruebas específicas de Física, Química y Dibujo.

Tenía claro que iba a estudiar la carrera de Ingeniería Aeroespacial en la Universidad Politécnica de Madrid. Diez años después vive en Toulouse, soltero, es licenciado con la doble titulación por la institución académica española y el Institut Supérieur de l’Aéronautique et de l’Espace. Sigue formándose y empezó el doctorado tras un máster.

Su viaje previo a Toulouse no fue improvisado; durante dos años estudió francés en una academia. Una vez allí, "al elegir la especialidad aproveché para aprender otra cosa y elegí Inteligencia Artificial", comenta Javier Cuadrado, natural de Valladolid, que estudió 6 años en el colegio Auseva, en Oviedo.

Empezó las prácticas en el Centro de Investigación sobre el Cerebro y la Cognición (CerCo) -"el equivalente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España"- llegó la pandemia y "en ese tiempo complicado decidí ponerme a hacer el doctorado" y comenzó a dar clases.

"Seguramente en España no hubiese hecho el doctorado, pero las condiciones económicas en Francia hacen que haya podido alquilar un piso, a cinco minutos del centro de la ciudad y vivir solo. En Madrid no se puede".

Prevé presentar su tesis para obtener el título de Doctor en Inteligencia Artificial en septiembre.

Cuando Javier Cuadrado terminó la PAU se imaginó en un futuro investigando y "estoy en un laboratorio y con un director que me deja llevar el proyecto por donde quiero" , pero no se va a dedicar a la investigación. Celebra "haber aprendido de informática" pero su intención es "volver a la aeronáutica. Me gusta más la empresa que la investigación", sostiene el ingeniero aeroespacial, que busca ofertas de trabajo "más por empleos que por lugar. Lo que me gusta es aprender".

La ingeniería aeroespacial es su primera opción; la informática, su alternativa. Volver a Oviedo podría entrar en sus planes, aunque su familia regresó a Valladolid.

"Ahora el margen para cambiar de trayectoria profesional es muy amplio. "Tengo 28 años y estoy al principio de mi carrera profesional, cuando la generación de mis padres tenía ya casa en propiedad y ahora hay gente que abandona su trabajo y decide ponerse a investigar".

Su buena nota al concluir el Bachillerato y la PAU le permitió estudiar lo que quería y, dentro de la carrera, escoger la especialidad deseada. Aunque el tercer curso fue "más complicado", no tuvo ninguna crisis en sus estudios.

"Siempre me lo tomé con calma, hay que aprender a priorizar y la vocación no es única: si no entras e lo que quieres hay opciones". Sigue pensando, como hace diez años, que la constancia es clave en el estudio.

Javier Cuadrado no es muy viajero. "Me gusta mi rutina. Tengo la semana muy estructurada". Su gran afición es leer. El resto de sus hobbys varían con el tiempo.

José Manuel Serrano, actualmente y en 2014.

José Manuel Serrano, actualmente y en 2014. / Astur Montes

José Manuel Serrano investiga sobre la leucemia en Salamanca

El ovetense José Manuel Serrano Lozano, alumno de Los Robles, salió de la PAU con una nota media de 9,85 que luego, en los exámenes específicos, obtuvo un 10 en Matemáticas y un 9,5 en Física. Eligió hacer el doble grado en Química y Bioquímica en Navarra.

"No tenía claro entonces por donde iba a tirar, pero a lo largo de los seis años de la carrera supe cuál era el camino". En tercero de carrera tuvo una crisis de estudio. "En el colegio no me costaba sacar buenas notas y no desarrollé buen hábito de estudio. Salí del bache cuando hice un click y me dije ‘esta es tu profesión y tienes que dedicarle todos lo días ocho horas’. Remonté y empecé a disfrutar de la carrera".

La pandemia llegó justo cuando estaba finalizando los estudios. "Me atraía la investigación, pero había pocas convocatorias de becas" e intentó hacer la residencia en un hospital, pero no logró una de las pocas plazas que se habían convocado en España.

Contactó con un par de grupos de investigación en Asturias antes de empezar el máster, pero tenía un plazo corto para formalizar la matrícula en Salamanca y decidió ese camino. Marchó de Pamplona a Salamanca para hacer un máster y la tesis doctoral. Se incorporó al Centro de Investigación del Cáncer, que depende de la Universidad de Salamanca y del CSIC. "Pude entrar en un grupo de investigación importante y estoy estudiando un campo inédito relacionado con la detección precoz de la leucemia".

"Investigo y doy clases en la Universidad, donde estoy contratado con una beca, y eso quiero hacer cuando termine la tesis". Una estancia posdoctoral fuera de España, con intención de retornar, también figura entre las opciones. "Quienes se meten en la investigación no lo hacen por dinero, es vocacional. La investigación mueve la sociedad, aunque como quizá no da rédito a corto plazo no se invierte lo suficiente". A Serrano no le atrae el trabajo en empresa.

La beca le da para vivir bien en Salamanca, de alquiler, soltero, sin coche, jugando la fútbol en un equipo y ejerciendo de monitor de tiempo libre en una asociación. "La ciudad me ha acogido muy bien. Estoy contento aquí". También hace muchas excursiones. "A Asturias voy menos de que me gustaría. Regresar sería una opción para el futuro si se dieran las condiciones".

"La sociedad ha cambiado mucho a nivel social y de horizontes vitales y el foco está puesto en la importancia a seguir formándose para alcanzar el mejor puesto de trabajo. Con orden se pueden hacer muchas cosas, aunque en la investigación, a veces, es difícil desconectar".

Pablo Moro, con diez años de diferencia. En la foto pequeña, en Pola de Siero en 2014 y en la actualidad, en Cambridge. Es abogado de  Derecho de la Competencia en Bruselas.

Pablo Moro, con diez años de diferencia. En la foto pequeña, en Pola de Siero en 2014 y en la actualidad, en Cambridge. Es abogado de Derecho de la Competencia en Bruselas. / .

Pablo Moro está feliz en Bruselas

El poleso Pablo Moro Valbuena completó hace diez años la PAU y el Bachillerato con una nota media de 9,85 sobre 10. Con las pruebas específicas de Latín y Literatura Universal, lo subió a 13,85 sobre 14 puntos. Exalumno del IES Juan de Villanueva, recuerda que "por suerte pude estudiar lo que quería y donde quería: Traducción e Interpretación en Salamanca. Empecé la carrera con muchas ganas porque me gustaban mucho los idiomas, pero me fui con algunas dudas porque también me interesaba estudiar algo relacionado con el Derecho o las Ciencias Políticas. Al final estudié también Derecho a partir de mi segundo año en Salamanca gracias a un programa de doble grado Derecho/Traducción que se empezó a ofertar ese curso".

"Recuerdo esos años con mucho cariño por lo mucho que aprendí y, sobre todo, por lo bien que lo pasé en Salamanca. Las dos carreras me gustaron, pero decidí dedicarme al Derecho y al terminar me fui a estudiar un máster de Derecho Europeo en Brujas".

Al terminar el máster hizo unas prácticas de cinco meses en la Comisión Europea y a continuación "empecé a trabajar como abogado de Derecho de la competencia en un despacho de Bruselas, en el que llevo dos años y medio".

No se planteó volver a Asturias porque "quería salir y vivir en el extranjero. Volver ahora sería complicado profesionalmente: me he especializado en una rama del Derecho en la que la mayoría de las oportunidades están en Bruselas por la cercanía con las instituciones de la Unión Europea".

Su vida se parece a lo que me imaginaba, "porque siempre me vi viviendo fuera, aunque cuando estaba estudiando Derecho no pensaba que fuera a ser abogado. Mi objetivo era trabajar en las instituciones europeas, pero al final me acabó gustando más el trabajo en el despacho. A corto plazo no me planteo cambiar".

Está soltero, vive de alquiler, no tiene vehículo propio y le gusta mucho vivir en Bruselas por el ambiente internacional y la oferta cultural. "Me gusta ir al teatro y al cine. Todos los españoles que viven aquí se quejan de la lluvia, pero los asturianos estamos acostumbrados. Me encanta volver a Asturias de vacaciones y disfrutar de la playa y hacer senderismo y rutas de montaña. Tengo un trabajo flexible y de vez cuando puedo pasar alguna semana de teletrabajo en la Pola con mi familia".

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