DÍA MUNDIAL DEL PARLAMENTARISMO

Juan Cofiño, presidente de la Junta: "Urge una reconexión de las generaciones más jóvenes con los valores democráticos y el discurso racional"

"Asturias mantiene viva su memoria histórica y un arraigo muy relevante de los valores democráticos"

Juan Cofiño, en el edificio de la Junta General del Principado. |  | MIKI LÓPEZ

Juan Cofiño, en el edificio de la Junta General del Principado. | | MIKI LÓPEZ

Desde el pasado 2018, cada 30 de junio se celebra el Día Internacional del Parlamentarismo, pues ese mismo día, pero en 1889, se creó la Unión Interparlamentaria (UIP). Una jornada que busca revisar el progreso que los parlamentarios han conseguido en algunos objetivos clave para ser más representativos y adaptarse a los tiempos, incluida la realización de autoevaluaciones, trabajar para incluir a más mujeres y jóvenes parlamentarios y adaptarse a las nuevas tecnologías. Con motivo de esta jornada,. Juan Cofiño, presidente de la Junta General del Principado, reflexiona sobre la actual situación parlamentaria y en como, en su opinión, la percibe la ciudadanía.

–Como presidente de la Junta, ¿percibe que la ciudadanía entiende plenamente el papel de los parlamentos?

–El Parlamento ocupa un papel de centralidad en el esquema de las democracias liberales organizadas en torno a la división de poderes. Su función de fiscalización y control del ejecutivo es básica, y de la correcta interpretación de esta delicada función depende la salud del sistema. En tiempos en los que la democracia liberal está seriamente amenazada y resiste el asedio de populismos y nacionalismos que amenazan con una regresión en materia de derechos y libertades, se impone una labor de pedagogía ciudadana en clave de reafirmación y reivindicación de las estructuras de gobernanza que les son propias. Las nuevas generaciones parecen haber olvidado y amortizado los horrores del siglo XX europeo, a los que se puso remedio construyendo un potentísimo estado de bienestar ahormado en torno a unas sólidas instituciones democráticas. Urge una reconexión de las generaciones más jóvenes con los valores democráticos y el discurso racional, el contraste de pareceres, y la construcción del "nosotros" en el que todos nos reconozcamos. Esta es la esencia del parlamentarismo.

–¿Cómo ve la salud democrática de Asturias?

–La sociedad asturiana no es ajena al contexto nacional e internacional y estamos percibiendo, aunque de forma atenuada, los mismos flujos, pulsiones y tendencias que se observan con carácter general. No obstante, Asturias mantiene viva su memoria histórica y un arraigo muy relevante de los valores democráticos, de tal suerte que se está mostrando más resiliente ante los embates del populismo y de las patologías identitarias que simplifican artificialmente los problemas, empobrecen el pensamiento, achican el mundo, y se constituyen en la antesala de regresiones en nuestra calidad de vida. Estamos asistiendo a momentos críticos, pero tengo plena confianza en las convicciones y valores democráticos de asturianos y asturianas. La democracia, a escala asturiana, permanece a salvo de perturbaciones de entidad, mostrando un razonable funcionamiento en lo relacionado con las exigencias que impone el sistema democrático. El desempeño de la Junta General del Principado lo prueba.

–¿Ejercen realmente los parlamentos sus tareas de obligar a la transparencia y rendición de cuentas de los gobiernos?

–La labor de fiscalización y control del Gobierno constituye la piedra angular del correcto funcionamiento del sistema. Resulta inevitable una cierta tensión entre las necesidades de los gobiernos, urgidos de una gestión más eficaz y eficiente de la cosa pública, que implica celeridad, optimización de los tiempos, y acaso una cierta simplificación o desregulación de los controles, con unas exigencias parlamentarias en clave de transparencia y rendición de cuentas de las que no puede ni debe dimitir, tampoco descuidar, pues resulta esencial, a efectos de asegurar la buena salud del sistema. Estoy plenamente convencido de la eficacia de los controles parlamentarios y de su correcto funcionamiento. En la Junta General del Principado esta plenamente garantizada la función de control y fiscalización; existen instrumentos suficientes para ello, y me consta la buena disposición del Gobierno para colaborar en esta delicadísima función, y esto más allá de los inevitables desencuentros puntuales, que siempre se superan y dan fe de las convicciones democráticas de todos los agentes que participan en el proceso.

–Muchas veces la tensión política y la bronca convierten la vida parlamentaria en espectáculo. ¿Es algo inevitable?

–Suelo apelar, en mi condición de presidente, a la moderación en las formas, independientemente del contenido material de los debates. Las formas en democracia lo son todo y por ello estoy obsesionado con las mismas. Soy consciente de que la actividad política y el debate invitan al apasionamiento, pero creo, sinceramente, que estamos obligados a un severo ejercicio de autocontención. El parlamento debe ser el espacio para el contraste de ideas y proyectos, a partir de argumentos y razones. Presencialidad (tono, frecuentación y mirada), pausa, reflexión y razones constituyen las condiciones exigibles para un adecuado ejercicio de la actividad parlamentaria. Alguien, hace mucho tiempo, pleno de sabiduría dijo que "cuando las pasiones entran por la puerta, la razón sale por la ventana". Mi responsabilidad consiste en que el exabrupto y el tono áspero no anide en la Junta General del Principado, y sea reconocida como una institución ejemplar por el tono y las formas en la discusión de la "cosa pública".

–¿Qué actividades impulsa la Junta General de cara a la sociedad, más allá de la tramitación parlamentaria?

–Estamos empeñados en una conexión más intensa con la sociedad asturiana, a la que nos debemos y que representamos. Abrir la institución en sentido pleno. De acuerdo con ello, se está intentando compatibilizar la obligada actividad parlamentaria formal con todo tipo de actividades culturales, impulsando y albergando debates y conferencias de interés general, colaborando para ello con un creciente número de asociaciones y fundaciones de la vida civil asturiana. Esta actividad va a incrementarse notablemente en el próximo futuro. De otra parte, los miembros de la Mesa y yo mismo como presidente estamos volcados en una labor institucional hacia el exterior que propicie una mayor visibilidad de la Junta General por parte de los ciudadanos. Finalmente, las puertas del parlamento asturiano están permanentemente abiertas a visitas de la ciudadanía, con una presencia creciente de los mismos en las recurrentes jornadas de puertas abiertas, y con una presencia masiva (casi diaria) de escolares que nos parece especialmente importante.

–Usted desarrolla visitas a colegios de toda Asturias. ¿Qué persigue con ellas y qué imagen tienen los jóvenes del parlamento asturiano?

–Efectivamente, procuro, dentro de las posibilidades que me permiten las obligaciones parlamentarias, acudir una vez por semana, a alguno de los centros de enseñanza (Institutos de Enseñanza Secundaria) de nuestra tierra, para realizar una labor divulgativa de la Junta General del Principado, toda vez que me parece esencial que los jóvenes en formación, más allá de los contenidos y conocimientos materiales que les proporcionan sus profesores, tengan un contacto personal con la institución que les familiarice con la misma. Una experiencia impagable, pues habitualmente la intervención explicativa se sigue de un debate que me permite pulsar el pensamiento de los jóvenes asturianos y sus inquietudes. He de confesar que, aunque política y jóvenes aparentemente parecen mundos ajenos, he tomado buena nota de que acaso estamos en un error. He advertido interés y proactividad. Seguramente urge redoblar esfuerzos para reconciliar e intensificar la relación de nuestros jóvenes (de espíritu abierto y creativo, aunque críticos, claro está) con la política y las instituciones.