Asturias exporta talentos

Jairo Robla, biólogo en la estación de Doñana: "Hay pocas opciones para estudiar la biodiversidad asturiana"

El ovetense advierte que "me preocupan los efectos que podría tener la tendencia al turismo descontrolado de estos últimos años

Jairo Robla.

Jairo Robla. / .

Tino Pertierra

Tino Pertierra

JAIRO ROBLA (Sevilla). Nacido en Oviedo en 1997, donde estudió biología. Se especializó en Biodiversidad y Biología de la Conservación en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla). Desde 2019 trabaja en la Estación Biológica de Doñana estudiando la restauración de ecosistemas degradados. Estudia grupos de organismos animales y vegetales de Asturias y es guía de naturaleza y educador ambiental. Autor del libro «La astucia de los insectos y otros artrópodos».

El biólogo ovetense Jairo Robla sueña en Doñana con "volver a Asturias y aplicar todos mis conocimientos para proteger, cuidar y estudiar mi tierra". Cuando hizo la carrera se fue dando cuenta de que "si quería estudiar conservación, y/o centrarme en estudiar lo que se llama ‘taxonomía’ o ‘faunística’, es decir, distribución e identificación de especies (fauna y flora) y cómo conservarlas (protegerlas), era algo difícil. Pocos sitios en Asturias, pocos centros de investigación, poca inversión en la misma, pocos recursos económicos, en fin, difícil".

Así que decidió irse "con intención de formarme, de aprender de gente que se dedicase a esto, de hacer contactos, disfrutar de viajar y ver ejemplos de gestión, de conservación. Vuelvo cada vez que puedo a Asturias, a trabajar como guía, a llevar gente al campo para enseñarle a identificar especies, y contarle sus problemáticas, y la importancia de invertir en ello. También vuelvo a hacer muestreos, a investigar con mis amigos para nunca estar parado".

En los últimos años "hemos descrito una especie nueva para todo el mundo, y ahora mismo estoy describiendo otras tres, también nuevas para todo el mundo y que de momento solo se conocerían de Asturias. Prueba irrefutable de que en nuestra tierra queda mucho por hacer. También ando estudiando muchos otros grupos, y ya hemos aportado datos de animales (artrópodos) que no se sabía que vivían en Asturias, o también casos de flora amenazada que queremos estudiar y dar a conocer".

Estudian "las especies invasoras, las especies autóctonas, y estamos haciendo catálogos de ciertos grupos, claves de identificación, proponiendo medidas de conservación y gestión, estudiando hábitats. Todo bajo lo que denominamos ‘Proyecto Biodiversidad de Asturias’, que coordino, y que queremos que acabe siendo como un observatorio de fauna, flora y demás biodiversidad de nuestra tierra, un centro donde se pongan en común naturalistas que quieran aprender, estudiar y proteger su territorio".

Uno de sus sueños es "fundar un Museo de Historia Natural de Asturias, que recoja todo el conocimiento sobre nuestra tierra, que sea una herramienta donde la gente pueda visitar, aprender, y sobre todo, con el que defendamos y divulguemos nuestro valor más importante: nuestro patrimonio natural. Es difícil, si no te vas cierto tiempo fuera de España te obligan a ser el ‘mejor’, con contratos precarios, y además se invierte poquísimo, no se dan recursos para investigar, hay poca financiación en taxonomía y biodiversidad, solo para ciertos grupos".

En Andalucía añora la lluvia: "Desde pequeño recuerdo estar muy acostumbrado a la lluvia, al fresquito de las mañanas, incluso en verano, a llevar casi siempre gorro, guantes y paraguas. El olor a tierra mojada, a las flores de primavera, los sabores de las frutas y verduras de la huerta de mi familia y silvestres, el aroma a aire limpio, y a otras tantas cosas... En particular, el color verde brillante de todas las plantas, y los ríos limpios y transparentes. Algo que aquí echo muchísimo de menos, cada vez me falta más, siendo que cada vez hace más calor, y que Sevilla es una de las provincias en las que menos llueve y más calor acaba haciendo".

Aunque vivió toda la vida en Oviedo "me he criado también en un pueblo de Mieres (Yana’l Monte, Turón), con una familia de origen minero que cuando la mina se empezó a ‘eliminar’ de Asturias, dedicó su tiempo libre a su huerta en el campo. Aprendí mucho sobre el medio natural de la mano de mis abuelos, mis tíos, mis padrinos y mis padres. Me enseñaban a identificar plantas medicinales o frutos comestibles, a reconocer pájaros por el canto, a conocer los mamíferos que podían entrar en la huerta, a entender las plagas de agricultura, y muchas cosas más". Era una familia humilde y "nunca pude hacer muchos viajes. Quizás el primero fue antes de empezar la carrera por Francia e Italia con mis compañeros de bachillerato, y me iba fijando no solo en la parte cultural y arquitectónica, sino también en la naturaleza. Cuando estudio la fauna y flora de otras zonas del mundo más me fascinan las nuestras por sus singularidades, tenemos muchísimas especies únicas y pensar por qué siguen ahí, solo ahí, me fascina".

A quien quiera ser científico "hay que decirle que es un trabajo complicado, al menos en nuestro país. Te obligan a ser ‘el mejor’, y mucha gente se queda por el camino porque le flaquean las fuerzas. Si no barajas irte fuera de tu provincia y de tu país cierto tiempo, no te auguran tener un futuro. Es una carrera de fondo. Hace tiempo que renuncié a hacerlo porque quería seguir contribuyendo con mi conocimiento a lo que tenemos aquí, pero para ello he necesitado reinventarme muchas veces, luchar por aquello que me gusta, pensar en nuevas ideas para seguir obteniendo recursos para estudiar la naturaleza asturiana, y todo eso sin dinero".

Lo peor fue "darme cuenta de que, aunque abanderados de la inversión en nuestro paraíso natural, hay pocas opciones para investigar y estudiar la biodiversidad de Asturias. Aceptar que aquello que quería hacer, si quería hacerlo aquí, implicaba un camino de obstáculos enorme, fue difícil. Por desgracia, existen pocos centros que se centren en la conservación del medio natural en Asturias. Además hay bastante poca inversión en investigación. Fue duro pero al mismo tiempo me dio la motivación para darme cuenta de que quería luchar por ello. También me dio la energía suficiente para reinventarme y buscar alternativas. Por otro lado, si te dedicas a preservar el medio natural, tienes que buscar sinergias con otra gente para conseguirlo, y me di cuenta de que en Asturias, no hay tantos como en otras partes de España. Luchas contra muchas cosas que van en tu contra, no solo en el ámbito administrativo, sino en el de empresas privadas que buscan otras cosas y acaban enturbiando lo que quieres que sea un trabajo bueno".

Se ve a Asturias desde fuera como "el patio de vacaciones de verano. Una de las comunidades ‘más hermosas, más verdes’, a la que ir ‘a pasar las vacaciones’. Y por eso me preocupan los efectos que podrían tener esta tendencia al turismo descontrolado que estos últimos años estamos experimentando. Se está potenciando mucho, ahora aún más con el AVE, y Asturias ha sido de las provincias que más turismo ha recibido estos últimos años. Pero esto lleva a que en el verano muchas zonas están tan masificadas que para la naturaleza, y para protegerla, se plantean numerosos retos. Surgen muchos conflictos con la gente de los pueblos, se genera mucho impacto, contaminación. La mayoría de amigos y amigas de Asturias viven y trabajan fuera, y comentamos que en verano ya no podemos acercarnos a muchos sitios a los que yo iba de pequeño, porque hay tanta gente que es imposible. O que queremos volver pero no encontramos trabajo de lo nuestro, e incluso ni casa, porque el precio sube. Si queremos potenciar el turismo, hay que hacerlo de una forma sensata, poniendo regulaciones y limitaciones, gestionando aquellos espacios que reciben más gente, poniendo especial interés en seguir cuidando el medio natural que nos estamos cargando, e invirtiendo también en opciones laborales para que aquellos asturianos de corazón que de verdad quieren volver a su tierra a trabajar, vivir, emprender y aportar, puedan hacerlo".

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