Asturias exporta talentos

El profesor y pianista que sueña con una red asturiana de centros integrados de música: "Una posible posible respuesta más a la despoblación y decadencia del entorno rural asturiano"

Juan E. Crespo promovió el primer Centro Integrado de Enseñanzas Musicales, Primaria y Bachillerato de España en el Conservatorio Padre Antonio Soler en San Lorenzo del Escorial

Juan E. Crespo.

Juan E. Crespo.

Tino Pertierra

Tino Pertierra

JUAN E. CRESPO (Madrid). Nació en Oviedo, en cuyo Conservatorio estudió piano antes de completar su formación en el Real Conservatorio Superior de Madrid. En París estudió durante seis años con Marcelle Heuclin, alumna de Cortot y Ravel. Además, recibió clases de Josep Colom, Anatoly Povzoun, Sergei Terentiev y Lazar Berman. Desde 1984 es profesor del Conservatorio Padre Antonio Soler en San Lorenzo del Escorial, centro que dirigió entre 1990 y 2003.

"Cuando yo estudiaba en Oviedo soñaba con ir a hacerlo a París o Viena... Ahora allí enseñan algunos de mis alumnos...".

El pianista y profesor ovetense Juan E. Crespo promovió el primer Centro Integrado de Enseñanzas Musicales, Primaria y Bachillerato de España en el Conservatorio Padre Antonio Soler en San Lorenzo del Escorial. Y ahora tiene el sueño de sumar un centro en Asturias para apostar por una enseñanza musical ambiciosa. El entorno favorecía su vocación: "En mi familia, mi padre tenía gran afición a la música y ya dos de mis hermanas mayores habían estudiado música bastante seriamente con el recordado Alfonso Ordieres. Fueron estas hermanas mayores quienes advirtieron mis cualidades musicales y recomendaron a mis padres que yo estudiase piano, a lo que yo me opuse frontalmente porque sospechaba que aquello sería una obligación más…".

Le hicieron socio de la Sociedad Filarmónica y, "a la vez, me compraban un disco al mes en la tienda Discoteca de la calle Conde de Toreno... Nada que ver con la actualidad, en que tenemos cualquier versión de cualquier obra en segundos en nuestro móvil. También recuerdo con mucho cariño a las señoras de la tienda Sucesores, de Víctor Sainz, que me regalaban partituras antiguas marcadas en céntimos de peseta. Estos recuerdos, junto con el jamón, los chorizos, les fabes y las rabizas que venían de casa de mis tías en Santa Gadea, en Tapia de Casariego, donde había nacido mi madre, Miudeira, en El Franco, y La Barreira, en Castropol, quizá sean lo más entrañable y típicamente asturiano y ovetense que conservo en mi memoria. En aquellos tiempos no se salía a comer fuera teniendo una casa con cocina...".

La decisión de ser pianista llegó "tras escuchar a Arthur Rubinstein en el teatro Campoamor en junio de 1975: mis padres me apoyaron y me garantizaron la continuidad de mis estudios musicales con la condición de estudiar a la vez una carrera universitaria. En 1978 me trasladé a Madrid a estudiar el grado superior de piano y Ciencias Físicas. Finalizados estos estudios empecé a estudiar en París con Marcelle Heuclin, alumna de Cortot y Ravel y maestra de Joaquín Soriano y Guillermo González. Recuerdo mi primer viaje en metro desde la estación de Austerlitz: me aterrorizó ver en cada pasillo a instrumentistas de cuerda y viento con un nivel increíble. Al volver a España le dije a la que luego sería mi mujer: ‘Menos mal que no se pueden llevar pianos al metro’. Tampoco olvido que mi profesora me dijo: ‘Parece mentira que a un hombre tan grande como tú le suene el piano como a una señorita’. Un mal día...".

Mucho mejor fue el día en el que "accedí como profesor titular al Conservatorio Padre Soler en San Lorenzo de El Escorial, que dirigí desde 1990 hasta 2003. Acababa de caer el Telón de Acero y grandes músicos exsoviéticos venían a Occidente en busca de mejores condiciones de vida. Quiso el destino que mi condición de director de un conservatorio superior me permitiera traer a muchos de ellos a mi centro. Eran los mismos tiempos en que se creaba la Escuela Reina Sofía en una urbanización de chalés adosados en Pozuelo. No disponían de salón de actos y les ofrecí el del Conservatorio, y así conocí a Rostropovich, Bron, Bashkirov, Streicher, Povzun, Eguiazarova y Terentiev, que vivió en mi casa un año y del que aprendí infinidad de cosas simplemente por poder verle estudiar".

En enero de este año fue invitado a unas clases magistrales de Anatol Uganski en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y hablando de las clases y los alumnos Uganski le dijo que "no había capacidad de producir sonido porque el mismo brazo, manos y dedos no soportaban la tensión física imprescindible. Esto me lleva a la conclusión de toda una vida dedicada al pianismo y a la docencia: el gran error en Asturias, Madrid y toda España en los años 80 y que se mantiene hoy en día es que la técnica se desarrolla a partir del repertorio. Esto ocasiona que desarrollamos –mal– habilidades en aquellos problemas técnicos y sonoros que nos encontramos, pero, a la vez, vamos siendo inhábiles en otros. Poco a poco el desarrollo del alumno se va sesgando y, cada vez más, toca aquellas obras que le vienen bien y evita aquellas que le cuestan más trabajo... con lo que el problema se agudiza progresivamente. Hemos ignorado la experiencia de los grandes maestros como Clementi, Cramer, Czerny, Moszkowski... Todos propusieron métodos para desarrollar la técnica y el sonido de una forma global. La excusa en mi juventud era que la música era lo importante y la técnica solo un medio. Se ignoraba el hecho de que la construcción musical parte de la gradación sonora tanto vertical (el balance de los diferentes sonidos simultáneos) como horizontal (la gradación sucesiva del sonido a medida que se construye cada frase), y esta depende claramente de la capacidad y el control técnico".

De la relación con los maestros y al poder contar con su experiencia nació la idea de crear el primer Centro Integrado de Música de España. Ellos procedían de la Escuela Central de Moscú y de la Escuela Stoliarsk en Kiev. La filosofía del nuevo centro era que los alumnos estudiasen entre las 9 y las 17 horas todas las materias de las enseñanzas musical y general y desde los 7 años hasta el Grado Superior incluido, o, en su defecto, una Formación Profesional para Técnicos en reparación y afinación de pianos y Luthería de instrumentos de cuerda y viento. Yo no olvidaba mis carreras desde el colegio de la Gesta o el Instituto Alfonso II hasta el Conservatorio de la calle del Rosal y vuelta... Un día y otro, un año y otro año. Y con la suerte que tuve de que en aquellos tiempos te dejaban salir del colegio al Conservatorio, cosa que hoy sería impensable".

Aquellos tiempos y "la capacidad tan asturiana de salir al mundo y enfrentarse a lo desconocido marcaron mi vida. No en vano, y salvando las distancias, grandes fortunas y grandes empresas en el Nuevo Mundo las forjaron asturianos. Hoy alumnos de un asturiano enseñan en Viena o en Washington y cuando yo era joven estudiar allí era una ilusión imposible".

Y aquí entra en escena su gran sueño: crear un Centro Integrado en Asturias "como una posible respuesta más a la despoblación y decadencia del entorno rural asturiano. Yo conocí como poblaciones pujantes y vivas Salas, Cornellana, Trevías, Luarca, Navia, Vegadeo. Crear un módulo o unas aulas anexas a determinados colegios seleccionados en cada comarca no sería demasiado caro y haría la enseñanza en esos centros más apetecible. En cada centro podría estar dedicada a aspectos o profesiones distintos: deportes, ciencias, finanzas, salud...".

Recuerda que "hay que tener en cuenta que "la obligatoriedad de las enseñanzas generales, a la vez que deseable, las devalúa: desde el punto de vista de un alumno poco motivado, si no se aprovecha la educación en un centro y se convierte en un estorbo para sus compañeros y quieren sacarme de un centro, me tienen que ofrecer otro. El problema es para la Administración educativa y no para el alumno. En cambio, si el chico está en un colegio especial, aprendiendo algo que le gusta y para lo que está especialmente dotado, se dejará la piel para seguir allí y desarrollar ese aprendizaje y todo lo demás que se le enseñe y/o exija. ¿Se imaginan a Tapia de Casariego con un colegio especializado en informática? ¿O a Luanco con un centro especializado en tenis? ¿O a Villaviciosa con un instituto especializado en salud? ¿Traerían estos centros talento y vida a nuestras comarcas?".

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