Manolo García, cantante: "Si te pasas con el sexo y con las drogas, al final no hay rock and roll"

"Era guaje, como decís en Asturias, pero tenía claro que mi vida iba a ser pintar y la música"

MANOLO GARCIA, DURANTE UN CONCIERTO

MANOLO GARCIA, DURANTE UN CONCIERTO / Miki López

Saúl Fernández

Saúl Fernández

Manolo García (Barcelona, 1955) es una leyenda de la música española. Mañana sábado presenta su última obra en el pabellón de La Magdalena (21.00 horas). Atiende a LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.

–Inicia gira en Avilés.

–Ya la semana pasada estuve en Castellón. Este es el segundo concierto de esta gira.

–Tras los teatros, ¿sintió la necesidad de los grandes recintos?

–El músico necesita estar en gira. A mí mi oficio me gusta, lo elegí desde muy jovencito: empecé a tocar en grupos, en orquestas… Luego ya empecé a hacer una tarea de creación con las canciones propias, a componer… La motivación mayor es saber que puedes interpretar esa obra, si es que llega a las personas, en diferentes lugares de la geografía. Significa viaje. Para mí la vida nómada es muy aleccionadora, a mí me mantiene muy expectante ver qué hay detrás de la siguiente curva. Y cada concierto es una siguiente curva: a ver qué hay ahí. Aparentemente, pudiera parecer que las giras son todas iguales: hoy aquí, mañana allí. Vas a Galicia y dices "Boas noites" y allí, en Cataluña, "Bona nit" o vas al País Vasco y dices "¿Qué tal? Eskerrik asko". Las noches, como en la vida civil, por decirlo así, son diferentes porque, aunque parezca que no, siempre hay matices. En los conciertos, estos matices se agrandan, se convierten en brechas de muchísima emoción, en unos agujeros de emoción magníficos, llenos de luz y de verdadero misterio.

–Y todo, pese a los cuarenta años que lleva en la escena.

–Yo era un chavalín, era un guaje, como decís en Asturias, pero tenía muy claro que mi vida iba a ser pintar y la música. Yo quería ser músico y pintor. Y es lo que he sido siempre: músico y pintor. He tenido suerte: he trabajado duro, pero los dioses me han acompañado, me han brindado su favor y yo estoy agradecido a esa suerte y a poder desempeñar este oficio desde hace tanto tiempo. Yo, que soy muy consciente de eso, lo que hago es entregarme a fondo. Lo hago siempre. La ilusión no la he perdido: yo creo que soy más que nunca músico, en el sentido de que lo disfruto más, me lo tomó con muchísima seriedad, a pesar de que cuando empecé ya era muy serio porque si no, no te podrías dedicar a esta disciplina que requiere de un esfuerzo y una dedicación: no se trata de aquello que se gritaba en los setenta y ochenta: Sexo, drogas y rock and roll. No, no, no. Si te pasas con el sexo y con las drogas, no hay rock and roll. Lo importante es el rock and roll si es que quieres dedicarte a ello, si te distraes por el camino: ni rock and roll, ni hostias… te conviertes en un despojo.

–¿Qué pasa si entra en un bar y escucha "Insurrección"?

–Llega un momento en que las canciones ya no son tuyas, que se convierten en patrimonio de todos en la medida de que notas que gustan a muchísima gente. Esas canciones ya las escuchas con otra perspectiva. Entre "Los burros", "El último de la fila" o en solitario me acerco a las trescientas canciones. A veces escucho algunas canciones en un bar y me sorprende, porque hacía años que no las escuchaba.

Suscríbete para seguir leyendo