Adiós a José Luis Arrojo Vega, maestro de abogados penalistas avilesinos: "Perdemos uno de los mejores juristas del país"

Los que trabajaron con el letrado destacan "su gran compañerismo" y su talento, tanto jurisprudencial como técnico

José Luis Arrojo Vega. | Ángel González

José Luis Arrojo Vega. | Ángel González

Saúl Fernández

Saúl Fernández

El abogado José Luis Arrojo (Avilés, 1948) ha muerto "en el Hospital San Agustín mientras dormía", anunció ayer su hija Eva Margarita en las redes sociales. Arrojo fue uno de los penalistas "más importantes de España", en palabras de José Ramón Nistal, otro penalista de renombre, que inició su trabajo en el foro junto a Arrojo hace más de treinta años. "Era un hombre de gran talento, no sólo desde el punto de vista jurisprudencial o técnico", destacó Nistal. Este mediodía está prevista la incineración de Arrojo.

Los que le conocieron y aprendieron junto a él remarcaron su naturaleza de "grandísimo compañero". En una entrevista que hizo en estas mismas páginas lamentó: "Antes había más compañerismo y lealtad: la palabra dada iba a misa. Hoy ya no es así, quizás sea fruto de la competencia y de que hay mucha gente que hace lo que sea por intentar ganar una peseta".

Paloma García Rodríguez, Ignacio Hernando Acero, Juan Carlos Payer Ramírez, Jorge Merediz, el propio Nistal fueron sólo algunos de los abogados que se formaron bajo su magisterio. "Era un buen jurista, de los mejores del país", coincidió Ignacio Hernando, que entró en el despacho de Arrojo en 1987 "recién salido de la facultad". "En el año y pico en que estuve con él, desde luego, aprendí muchísimo", añadió Hernando. "Y aparte de eso: muy buena persona". Esta naturaleza es la que más destacan los que trabajaron junto a él todos los años en que ejerció su profesión y que le llevó a materializar el aserto de que todo acusado tiene derecho a la defensa. Así llevó la defensa de narcos y otros criminales con el talento de un penalista subrayado.

Poco a poco, Arrojo fue recogiendo los bártulos de décadas de profesión en la que había entrado a mediados de los setenta. Su último despacho lo tenía en la calle Fernández Balsera. La muerte de su hijo pequeño, de Pelayo Arrojo, marcó su tiempo de retirada. Tenía 24 años y había sufrido un accidente de parapente en Picu’l Sol, en Gijón.

José Luis Arrojo había sido hijo de otro José Luis Arrojo, quien fuera director de la empresa Montajes Asturias, una de las primeras compañías de la industria auxiliar, de entonces Ensidesa, que logró trabajos fuera del Principado. A partir de ella, tras su quiebra, se formó una constelación de compañías en el sector que hicieron de Avilés una de las ciudades más industriosas del país.

Ahora el abogado Arrojo ha hecho mutis por el foro, pero su huella ha quedado indeleble en los muchos que le siguieron.

Suscríbete para seguir leyendo