Ricardo Iniesta | Director de Atalaya, estrena el domingo «Divinas palabras»

"Después de Calderón, Valle-Inclán es el más grande autor de teatro"

"El truco de los 40 años de Atalaya es compromiso y ética de grupo; como decía Gades, la ética es más importante que la estética"

Ricardo Iniesta. | J. M. Paisano

Ricardo Iniesta. | J. M. Paisano

Saúl Fernández

Saúl Fernández

El director de escena andaluz Ricardo Iniesta (Úbeda, Jaén, 1956) es una de las figuras más importantes del teatro independiente español. Y lo es, además, desde hace más de cuarenta años cuando fundó la legendaria compañía Atalaya. el Campoamor, de Oviedo, acoge el día 30 (19.00 horas) su revisión de "Divinas Palabras", de Ramón María de Valle-Inclán. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono. Acaba de subir al tren.

–Voy para Madrid. Hoy [el pasado martes] empieza la Feria de Artes Escénicas de Madrid y estoy invitado a la presentación.

–¿Cómo van sus nuevas "Divinas palabras"?

–Bueno, bueno. Muy bien, muy contentos. Nos hemos librado por un domingo del partido de ascenso del Real Oviedo, que está ya para subir y será casi la primera vez que juegue en Primera en todo el siglo XXI. La hija de mi pareja vive en Oviedo, con lo cual todo esto me concierne casi de manera personal porque, desde luego, estamos empujando ahí para que suba. Menos mal que nuestro estreno no coincide con el partido, porque sino no iba a verlo nadie. Así que bien, muy contentos porque es el estreno absoluto. Primera función también. Estreno mundial. Esperamos que este espectáculo gire por otros países igual que en su día giró su primera versión. La última función de aquella primera versión se hizo en Pekín. En 2011.

–¿Por qué en el Campoamor?

–El Campoamor es un teatro en el que nos ha ido muy bien siempre. El año pasado estuvimos con "El avaro", de Molière, y tuvimos un lleno absoluto. Luis Vigil, que es el programador de Oviedo, nos tiene mucho cariño. Durante muchos años yo decía que Oviedo era la capital de provincia de todo el país a la que más tiempo estuvimos sin ir. Desde 1985 nos tiramos como veinticinco años, como el Oviedo en Segunda División. De repente, desde 2010 hasta ahora llevamos presentando como seis o siete espectáculos consecutivos: nos ha ido muy bien. Hoy [el martes] está haciendo en Sevilla un día muy asturiano, como para conectarnos con el norte.

–Como Valle-Inclán.

–"Divinas palabras" respira norte, bosque, meigas y brumas; este texto respira magia. Todo esto respira el texto y nosotros estamos muy imbuidos de ello.

–¿Qué tiene "Divinas palabras" para repetir montaje?

–Valle-Inclán es el gran autor de teatro de los últimos siglos… Que no me oigan mis paisanos los andaluces porque Lorca es un referente para nosotros, pero se da la circunstancia de que a Lorca lo asesinaron cuando tenía 38 años. Con 38 años, para que se haga una idea, Valle-Inclán no había escrito casi nada. Ni "Luces de bohemia", ni "Divinas palabras", ni nada. Si Lorca hubiese vivido como Valle, estaría por encima de él. El caso es que no lo está: está por debajo. Para mí Valle es el gran autor después de Calderón. Lo sitúo en el segundo puesto en cuanto a calidad, por encima de Lope… Pero, claro, Valle es mucho más actual...

–Y, además, pegado al pueblo, como Atalaya. ¿No?

–"Divinas palabras" es la gran obra de Valle. "Luces de bohemia" ha envejecido mucho peor. A "Luces de bohemia" la han impulsado mucho los madrileños por aquello de que habla del callejón de Gato. Hice un estudio que presenté en el pazo de Mariñán, allá en Galicia, donde nos reunimos unos cuantos directores. Según ese estudio, fuera de España y máxime en países ajenos al habla castellana, ganaba por goleada las veces que se había escenificado "Divinas palabras" sobre "Luces de bohemia". Pero como veintitantas veces se había montado "Divinas palabras" y "Luces de bohemia" no sé si dos o tres.

–Y una de esas veintitantas ocasiones fue la de Ingmar Bergman.

–Claro, efectivamente, uno de aquellos montajes lo llevó a cabo Bergman. Él la había visto, creo, cuando Nuria Espert hizo el montaje de Víctor García. Aquel fue un montaje mítico.

–Quedan cuatro compañías independientes y una es la suya.

–Con un equipo tan nutrido de actores fijos, creo que somos la única. Sumando los que están "El rey se muere" y los que están en "Divinas palabras" son diez. El año pasado hicimos ocho espectáculos en gira.

–¿Cuál es el truco para que sobreviva una compañía como Atalaya después de cuarenta años?

–Hemos tenido la suerte de encontrar unos maestros –especialmente el Odin Teatret de Eugenio Barba– que nos ha marcado mucho el camino: compromiso y ética de grupo. Antonio Gades decía que era más importante la ética que la estética.

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