Manuel Ángel e Isa, los fundadores del bar Marvi de Avilés, repiten su boda en Illas

El conocido matrimonio de hosteleros ha sido sorprendido por un centenar de familiares y amigos que les prepararon una fiesta con motivo de sus bodas de oro

Los hosteleros Manuel Ángel González e Isabel Rodríguez, tercera y cuarto por la derecha, con sus hijos y las parejas de estos.

Los hosteleros Manuel Ángel González e Isabel Rodríguez, tercera y cuarto por la derecha, con sus hijos y las parejas de estos. / M. C.

Francisco L. Jiménez

Francisco L. Jiménez

Lo que iba a ser una ceremonia casi íntima y una espicha familiar sin mayores pretensiones para celebrar sus 50 años casados acabó convertido en un fiestón de los que hacen época con un centenar de invitados. Los "novios" que volvieron a pasar por al altar 50 años después de su boda original fueron Manuel Ángel González Arias e Isabel Rodríguez González, vecinos de Illas y sobradamente conocidos en Avilés por haber regentado durante más de 40 años el bar Marvi de la calle José Cueto, el mismo que ahora dirigen sus hijos Andrés y Marcos González Rodríguez.

Todo el montaje y la logística de la "gran sorpresa" corrió a cargo de la hija de la pareja, Ana Isabel González Rodríguez, y una vecina de Illas, Margarita Carreño. Ellas se encargaron de mantener en secreto lo que se cocía, que no era poco: juntar a más de cien personas, organizar el banquete y hasta contratar a un grupo muy del gusto de los "novios": Los Gascones. El plan salió redondo y cuando la pareja de hosteleros llegó a la iglesia de San Julián de Callezuela (la misma donde se dieron el sí quiero en 1974) para renovar sus votos nupciales se vieron envueltos en una boda como de cuento.

Foto de familia de los asistentes a las bodas de oro de los hosteleros Manuel Ángel González e Isabel Rodríguez.

Foto de familia de los asistentes a las bodas de oro de los hosteleros Manuel Ángel González e Isabel Rodríguez. / M. C.

Los invitados regalaron a la feliz pareja un cuadro donde salen ataviados al estilo indiano. Pero el mejor regalo fue, sin duda, la demostración de cariño a una pareja que permanece unida medio dilo después de comprometerse, que ha sacado adelante una familia de tres hijos, que presume de cuatro nietos y que es muy querida en Avilés por su condición de esforzados trabajadores en un negocio tan esclavo como la hostelería. Ahora, ya jubilados, recogen los frutos de todo lo bueno que han sembrado.