Entrevista |

"A veces uno piensa que la fotografía cuando denuncia puede ayudar a cambiar las cosas", dice Rio Branco

"Existe una cuestión que siempre se repite en mi obra: juntar pedazos, ‘collages’; y luego una cosa: que me siento parte de todas partes"

MIGUEL RIO BRANCO EN EL NIEMEYER

MIGUEL RIO BRANCO EN EL NIEMEYER / Ricardo Solís

Saúl Fernández

Saúl Fernández

El fotógrafo brasileño Miguel Rio Branco (Las Palmas de Gran Canaria, España, 1946) presenta mañana viernes en los bajos del auditorio del Centro Niemeyer (19.00 horas) "De Tokyo Blues hacia gritos sordos", una muestra que estará disponible hasta el próximo 3 de noviembre. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA en un descanso del montaje de su exposición.

–Yo nací en Las Palmas de Gran Canaria.

–¿Y eso?

–Mi padre era diplomático y poco antes de 1946 vino de Cardiff, en Reino Unido. Allí había estado durante cuatro años, durante la II Guerra Mundial. Entiendo que el destino de Canarias fue una compensación por aquellos tiempos. Mi padre nació en Francia y mi abuela vivió en Francia. Pidió su primeros puestos en Inglaterra para estar cerca, aunque sin poder ir a Francia, claro.

–¿Qué estaba? ¿De cónsul?

–No lo recuerdo, pero creo que de cónsul. O quizás de vicecónsul. O algo así porque estaba en el inicio de su carrera diplomática.

–Pero usted es brasileño de toda la vida.

–Sí, más o menos porque cuando uno vive en varias partes ya no se queda tan brasileño. Hemos vivido en Argentina, en Portugal. Aprendí a leer y a escribir en portugués. Después nos fuimos a Brasil y de Brasil nos fuimos a Suiza. Y de allí, a Nueva York.

–Su primera exposición fue en Berna, en Suiza, hace medio siglo. De entonces a acá, ¿cómo ha cambiado?

–La pintura la sigo haciendo. He vuelto con más fuerza en los años ochenta: en 1983 o 1984. Ahora la estoy retomando de nuevo. He trabajado con audiovisuales. Existe una cuestión que siempre se repite: juntar pedazos, ‘collages’ que ya había hecho en pintura y después una cosa: que me siento parte de todas partes. Bueno, de todas no: hay lugares en las que no me siento nada a gusto como algunas ciudades muy limpitas y muy suizas, pero en Suiza empecé a estudiar, en Ginebra, y fue muy bueno. Ahí empecé a tener, en la escuela misma, un incentivo de la parte artística, con profesores mejores que los de Brasil. Bueno, y veo que hay colores y un cierto drama que es continuo.

–¿De aquella época a esta?

–De aquella época a esta. Aquí, en el Niemeyer tenemos dos espacios: en realidad son dos exposiciones. Me contactaron del Niemeyer en enero. Estas piezas, prácticamente todas menos tres, estaban en dos que estaban en Barcelona. Y las otras son todas mías, de otras galerías. Ayer me preguntaban por qué he hecho una pieza así [se refiere a una gran de composición formada por una veintena de fotos junto a la que Ricardo Solís le fotografía]. En esta pieza así hay varias piezas que son más interesantes junto a otras imágenes.

–Su relación con Japón ya viene de décadas.

–En 2005.

–Por entonces hizo la dirección de fotografía del episodio japonés de "Babel".

–En 2005 hubo una exposición de arte brasileño en el Museo de Arte Moderno de Tokio. Me habían invitado junto con otros autores de mi país para exponer allí.

–¿Y por eso le llamó Alejandro González Iñárritu?

–Me llamó al año siguiente. Le dije: "Bueno, sí, pero tendré que hacer lo que quiera".

–Y lo hizo: el episodio japonés de esa película poco tiene que ver con Marruecos o México.

–Casi no hice fotografía de escena. Me parecía absurdo porque ya la tenían. Pensé que lo interesante era una vista paralela. Discutí con Iñárritu y al final dijo que sí. Está claro, eso sí, que el desierto de Marruecos y México eran visualmente mucho más fuertes que las imágenes que tenían de Tokio, que eran más interiores. Las dos primeras imágenes de esta exposición son de "Babel". Fueron una escena callejera porque yo ni siquiera sabía quer eran todos figurantes. Había una magia muy interesante...

–¿Qué le gusta? ¿La foto fija o la de las películas?

–Me gusta el cine, me gusta la fotografía, me gusta la pintura, me gusta la música. Dennis Stock era un tío que era fotógrafo de Hollywood durante mucho tiempo, amigo de James Dean. Me dijo: "Tu problema es que intentas hacer música con fotografías". Para mí fue un gran cumplido.

–También le dicen "poeta documental".

–La base de mi fotografía siempre es documental: puedo hacer un proyecto de libro con imágenes que son documentales. Mis inicios fueron muy documentales, pero siempre con la construcción propia. A veces uno empieza a creer que la fotografía cuando denuncia puede ayudar a cambiar alguna cosa, pero en general no lo hace. Viniendo de la pintura es necesario que haya un control de la edición, entonces el comisariado cuando funciona mejor es cuando los hago yo mismo.

Suscríbete para seguir leyendo