Asalto de película a la cafetería del Hospital San Agustín: 45 minutos serrando tornillos para llevarse la caja blindada

El robo se produjo la madrugada del lunes y los autores, sabedores de que había cámaras de vídeo, ocultaron sus rostros con pasamontañas

Público en la cafetería del hospital. | Ricardo Solís

Público en la cafetería del hospital. | Ricardo Solís

Francisco L. Jiménez / Luis A. Vega

La Policía Nacional de Avilés busca a los autores de un robo que alteró el pasado lunes la rutina diaria del Hospital San Agustín, sin servicio de cafetería en las primeras horas de la mañana porque el recinto tuvo que permanecer cerrado para permitir trabajar a los investigadores policiales y, cuando estos acabaron de hacer sus pesquisas, proceder a hacer limpieza y apañar un procedimiento de cobro provisional en ausencia de la caja blindada de cobro automático. Y es que dicha caja –un pesado mamotreto de hierro– desapareció la madrugada del lunes; se la llevaron de una pieza unos ladrones que entraron en la cafetería y protagonizaron un "palo" que, por lo que tuvo de osado, aún sigue siendo la comidilla en el centro hospitalario.

Según quedó registrado por las cámaras de videovigilancia dispersas por todo el Hospital San Agustín (incluido el interior de la cafetería), los ladrones –dos con toda seguridad, si bien pudieran haber sido incluso tres– penetraron en la cafetería por la puerta acristalada que comunica el recinto con la calle. Esta entrada tiene dos hojas acristaladas y los asaltantes tuvieron la habilidad de forzar su apertura sin llegar a romperlas.

La elección de la puerta que da a la calle para entrar a la cafetería, además de obvia, proporcionó a los ladrones la práctica seguridad de que nadie los vería actuar pues a la hora de los hechos –sobre las 3 de la madrugada– esa zona no registra tránsito peatonal y por sus característica constituye un ángulo muerto para la observación incluso desde la carretera que circunvala el hospital y por donde podría haber pasado algún coche.

Ya dentro de la cafetería, los ladrones llegaron a dar las luces, un indicativo de que actuaban tanto con seguridad de sus movimientos como con desprecio a las cámaras de vigilancia o la posibilidad de ser detectados por los vigilantes de seguridad del hospital. En el caso de las cámaras de vídeo, los intrusos las burlaron tapando sus cabezas con pasamontañas para no ser reconocidos. También actuaron provistos de guantes de látex para evitar dejar huellas dactilares.

Sin aparente prisa, lo primero que hicieron los cacos fue abrir varias botellas de Coca-Cola y refrescarse; "debían de tener sed" –bromeó un trabajador del hospital al habla con este periódico– "porque por la mañana se encontraron al menos nueve envases vacíos". Pero lo que los ladrones buscaban no eran refrescos, sino el dinero que pudiera haber en la cafetería, o sea que finalizado el refrigerio fueron a por la caja registradora automática y se la llevaron con ellos, no sin antes emplear casi 45 minutos en serrar los tornillos que la anclan al suelo y arrancarla.

Esta máquina tiene la peculiaridad de que, además de cobrar a los clientes y devolverles el cambio, almacena en su interior el dinero a modo de caja fuerte. No es fácil de abrir por la fuerza, de ahí que los ladrones se la llevasen para reventarla en algún lugar donde dispusieran de herramientas y sin testigos incómodos. El botín, según ha podido saber este periódico, rondó los tres mil euros.

Sin duda aficionados a la Coca-Cola, los ladrones aún tuvieron tiempo de echarse a los bolsillos una cuantas botellas más de ese refresco y abandonaron el lugar del delito. Los trabajadores de la cafetería descubrieron lo ocurrido al entrar a trabajar por la mañana y, como corresponde en estos casos, dieron aviso a la Policía Nacional y la gerencia del establecimiento puso la denuncia pertinente.

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