Chapuzón de emociones en el Cantábrico

"Es uno de los días más importantes de año", coinciden los devotos la patrona de Salinas, que viviern una multitudinaria procesión

Noé Menéndez

Noé Menéndez

"Para nosotros es el día más importante del año, como el día de Asturias". La Virgen del Carmen de Salinas se dio ayer un auténtico baño de masas. Miles de personas, entre ellas cientos de cofrades, acompañaron ayer a la patrona durante la procesión que recorrió las calles hasta llegar a las aguas del Cantábrico. La ovación fue rotunda para uno de los momentos más especiales para los castrillonenses.

"Somos de Madrid y veraneamos aquí, pero aún así el día del Carmen lo sentimos mucho. Para nosotros es como una madre más", señala Leticia Solares, que junto a su marido Carlos estaban en primera fila para poder ver sin problemas el paso de la imagen. "Siempre reservamos las vacaciones pensando en estas fiestas, es la fecha que siempre marcamos en rojo. No me perdonaría no asistir, tendría que pasar algo gordo para que no viniésemos", aseguraban.

Antes de la procesión se celebró, como es habitual, la misa solemne del Carmen, que estuvo presidida por el cardenal Carlos Osoro. La iglesia de Salinas no tenía aforo suficiente para albergar a todos los fieles, por lo que al lado del templo se colocó una pantalla gigante en la que seguir la eucaristía. En ella, medio centenar de personas no perdieron detalle de las palabras del sacerdote.

Pasadas las ocho de la tarde llegó el momento más esperado. Tras el retumbar de los tambores, señal de alarma para aquellos que estuviesen despistados, se guardó un silencio sepulcral. De la iglesia salía la Virgen, a hombros de una decena de cofrades que, marcando el ritmo, avanzaban con la imagen a su destino. La procesión estaba encabezada por los niños que han hecho la primera comunión este año y, tras ellos, un sinfín de jóvenes que demuestran que la devoción por el Carmen es algo que no entiende de edades. "El relevo está más que garantizado. A mis hijos me gusta inculcarles este tipo de tradiciones, para que no se pierdan", apunta Santiago García, que llevaba a su pequeño Lucas de la mano y le iba enseñando los diferentes pasos que componían el desfile. "Me haría mucha ilusión que, el día de mañana, él también saliese en procesión", añade.

Tras una hora de recorrido, la Virgen tocó la playa de Salinas. A su alrededor, cientos de personas, grabando con su móvil el paso de la imagen. "Quiero darle un beso al manto, que tengo que pedir por mis nietos. Seguro que, si ella los bendice, todo les va a salir bien", explicaba Cándida Pérez, que esperaba pacientemente en el paseo marítimo para no llenarse los pies de arena. Esa suerte no la tuvieron los cofrades, que cargaron el paso hasta el Cantábrico, para así cumplir con la tradición y que las aguas quedasen benditas.

Tras una sonora ovación, ahora la Virgen del Carmen regresó en su hogar. El baño de masas fue inmenso. Hasta el próximo 16 de julio el pueblo de Salinas la esperará pacientemente. Su fervor está más vivo que nunca.

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