Entrevista | Antón Valén Payaso, maestro de payasos

"Lo payaso aporta a los actores perder miedo al ridículo, buscar el lado cómico"

"No estamos entrenados a aceptar el error y es la ley del ‘clown’: no es aceptar el error por el error, es reírte de las adversidades"

Antón Valén, ayer, en el teatro Palacio Valdés.

Antón Valén, ayer, en el teatro Palacio Valdés. / Mara Villamuza

Saúl Fernández

Saúl Fernández

Antón Valén (Calasparra, Murcia, 1965) –seis años en el espectáculo "Alegría" y otros seis en "Kurios", ambos montajes, de la compañía canadiense Cirque du Soleil– es payaso y maestro de payasos. Lo acaba de demostrar en la Escuela de Verano de la Academia de Artes Escénicas de España que se desarrolla estos días sobre el escenario del teatro Palacio Valdés, en Avilés. Allí Valén, que en la vida civil es Antonio Valero, ha sido donde ha impartido un taller de unas horas a un grupo de actores que, al final, salió a tomar café con el entusiasmo de la epifanía. Dice el murciano que huye "de las entrevistas", pero no por estética, más bien porque dice que no consigue explicarse como él quiere delante de los periodistas y es que, asegura, se le da mejor hablar directamente con sus alumnos (así ha terminado su entrenamiento: sentado en la boca del escenario, respondiendo todas las dudas que le han lanzado). En todo caso, aquí está, en esta página de LA NUEVA ESPAÑA unos minutos antes, justamente, de coger el avión de vuelta a casa.

–¿Para quién es uno payaso? ¿Para uno mismo, para el público?

–El payaso empieza por ti mismo, para que luego lo puedas proyectar al público.

–¿Cuándo descubre uno que es payaso?

–Lo va a sentir: la energía del público, la empatía. La respuesta a esta pregunta es muy difícil: es una cosa de sentir.

–¿Qué aportan los payasos a resto de los actores?

–Para los actores aporta perder miedo al ridículo, buscar el lado cómico; también sirve para limpiar los vicios actorales a través de la risa. Lo uso como complemento pedagógico en sus carreras como actores, no para ser payasos. Y es que a través del payaso encuentras tu lado ridículo y cómico y así coges los complementos "clownescos" te ayuda a ser mejor actor.

–¿Qué prefiere? ¿Ser payaso o enseñar a ser payaso?

–Me gusta más la enseñanza.

–¿Qué tipo de payaso era usted?

–Uno del tipo Slava Polunin: un tipo de payaso clásico. Tipo augusto: zapato grande, nariz roja. Después lo dejé y me embarqué en otro proyecto de Cirque du Soleil como un actor: el personaje que guía al espectáculo.

–¿Cuánto tiempo estuvo en Cirque du Soleil?

–Empecé en 2002. Estuve seis años con "Alegría". Después tuve una pausa larga porque mi pasión en la pedagogía. Tras esa pausa, me volvieron a llamar para el espectáculo "Kurios", de curiosidad. Y ahí estuve también otros seis. años. En total estuve doce años con Cirque du soleil y con más de 3.500 bolos por el mundo.

–Su trabajo es internacional: sin decir una palabra puede provocar la risa aquí o en China.

–Sí, puede provocar la gracia, pero la historia que representas depende de la cultura en la que te muevas esa noche. No siempre la historia funciona igual de bien en cualquier escenario.

–Pues con "Alegría"...

–Es lo que le estoy diciendo: cada país tiene una cultura distinta. ¿Cómo lo sé? Escuchando al público, haciéndoles una pregunta mental: "¿Ustedes de qué se ríen?" Ahí es donde empezamos a modificar. No cambia la historia, pero sí las medidas, los tiempos.

–Me ha sorprendido de sus alumnos de hoy ha sido ver lo muy entregados que estaban a algo que desconocían.

–Obviamente que lo desconocían, pero también tienen que aprender a desentrenar para adquirir nuevo complemento y tener más material aparte de lo entrenado porque lo que tienen entrenado no entra en el "clown".

–¿Por qué es bueno errar?

–No estamos entrenados a aceptar el error y esa es la ley del "clown". No es aceptar el error por el error, es reírte de las adversidades: si quieres mejorar, repites; siempre repetir y repetir. Así se mejora. Por eso digo: si cometes errores, que sean todos los que puedas: es un gran aprendizaje. Aprendes a través de la incidencia, de los fallos.

–Cuando era niño, ¿quiso interpretar, no sé, a Hamlet?

–Cuando era niño lo que quería era meterme en el teatro para huir del campo en que estaba. El teatro era una excusa. ¿Y por qué me motí allí? Tenía un vecino que estaba en un grupo de teatro aficionado. Un día me dijo: "Vente". No oía bien y no pronunciaba bien. En aquel grupo estaba el maestro de escuela, el logopeda, el psicólogo y todo eso me ayudó mucho.

–¿Qué le parece la propuesta en marcha de la ley de Artes Escénicas?

–Es una ley necesaria para que seamos reconocidos en nuestros trabajos y también para ser valorados adecuadamente.

–Usted es de Murcia.

–Sí.

–¿De Murcia Murcia?

–Soy murciano. Nací en Calasparra, crecí en Cieza y vivo en Murcia. Tres hermosas ciudades.

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