Entrevista |

"La dignidad de este oficio es serle fiel a los sueños que deben ser el teatro", señala Eusebio Calonge

"Ya no se piensa en el público, si no en la taquilla y esta es una gran desgracia porque se aglutinan espectadores sin orientación"

Eusebio Calonge, ayer, en el teatro Palacio Valdés.

Eusebio Calonge, ayer, en el teatro Palacio Valdés. / Mara Villamuza

Saúl Fernández

Saúl Fernández

Eusebio Calonge (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1967) es el dramaturgo de la legendaria compañía de teatro "La Zaranda". Estos días ha estado en el teatro Palacio Valdés, que acoge hasta esta tarde la Escuela de Verano de la Academia de la Artes Escénicas. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA entre cajas, mientras sus alumnos vuelven de la pausa para el café.

–Ya no hay dramaturgos de compañía.

–Lo que no hay son compañías. El medio natural del autor es trabajar, como en Esquilo, como en Shakespeare, como en Calderón, con tu propia compañía: el elenco que tú quieres que haga tus obras, que tú los ves más posibilitados y escribes incluso en las direcciones que ellos puedan dar. Eso es lo lógico. En tiempos de producción, cuando ya no hay tiempo para descubrir en ensayo, donde ya no hay tiempo para la creación, se produce y entonces se elige a actores que vienen más o menos de lo mediático para que puedan vender entradas. Entonces ya no se piensa en el público, si no en la taquilla. Y esta es una gran desgracia que nos está ocurriendo porque se aglutina espectadores sin ninguna orientación teatral, sin ninguna orientación artística y se mete en un teatro como una extensión del "zapping" televisivo. "Vamos a ver a tal famoso". Eso no construye buen teatro que es una cosa que, históricamente, también crea la cultura de cada nación, de cada pueblo. En España también tuvo mucha importancia. Y no digamos en Alemania y muchos otros países.

–Pero lo curioso es que "La Zaranda" sí que funciona: llevan medio siglo en la escena.

–De aquí nos vamos a Montevideo a hacer temporada allí, que es invierno. Y la décimo sexta temporada en Buenos Aires. ¿Esto por qué se hace? Primero es por la dignidad que tú le das al propio oficio porque no estás dispuesto a hacer lo que demanda el mercado. La dignidad de este oficio es serle fiel a los sueños que deben ser el teatro. Mucha gente joven se equivoca cuando piensa que el teatro, si se hace más asequible a ese mercado, va a tener más salida. Eso es mentira.¿Sabe por qué? Porque se embuda: hay demasiada gente que piensa eso. Entonces, si tú optas por algo único, por defender a capa y espada lo que tú piensas que es tu teatro, vas a tener un lenguaje propio, un lenguaje único que, al fin y al cabo, es lo que se va a seguir, aunque no sea de modo mayoritario –digamos aquello de la inmensa minoría de Juan Ramón Jiménez–, aunque sea así tú vas a seguir estableciendo tu propio territorio. Después de tanto tiempo hay teatros que te pueden llamar, teatros que han tenido otras opciones digamos comerciales, pero el teatro sigue vivo, siempre vas a tener algunos huecos a donde tú puedes ir. "La Zaranda" es una experiencia ya de cuarenta y ocho años y es una experiencia que siempre ha partido de un elenco fijo: hay actores que pasan los setenta años. Seguimos soñando no con abrir el mercado, si no con lo que el teatro aún tenga por decir de lo que tú puedas dar cada noche.

–Y eso que el teatro es un arte efímero: se termina de representar y desaparece, aunque no desaparezca. ¿Cómo se explica esta paradoja?

–Yo digo que todo arte es efímero. Voy a ver "Las meninas". Está el cuadro, está ahí expuesto. Pero hay un momento en que he ido de visita a ver ese cuadro en que me ha conmovido, que me ha tocado, que me ha hecho contemplar y acceder dentro de él. Mientras eso no me pasa yo puedo estudiarlo, yo puedo ver la pincelada, las texturas de los colores, la composición estética, pero el arte grande es así de efímero, tan efímero como vemos un paisaje y decimos qué belleza. ¿Eso cuánto nos detiene, eso cuánto dura en nosotros? Ese relámpago, esa fugacidad, es lo que lo hace grande. Lo que hace al hombre eterno son esos instantes que abren los instantes que diría Valle-Inclán. Sí, hay algo que siempre quea en la memoria del espectador que esté receptivo que puede llevarlo a recordar aquella obra que yo vi. Lo demás son materiales que quedan en video, en fotografía e incluso en un texto. Un texto es una semilla para que esa fugacidad eterna se dé.

–Escribe para "La Zaranda". ¿Y cuando sus textos salen de "La Zaranda"?

–Mis textos yo intento que sean de la obra: intento trabajar para los personajes siempre. Siempre digo que enfrenten mis textos con entera libertad.

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