Opinión

Adultescentes: la tercera juventud

Nacidos en los años 50, 60 y 70 que desafían las convenciones tradicionales del envejecimiento

En el panorama laboral y social contemporáneo, emerge una generación de hombres y mujeres nacidos en los años 50, 60 y 70 que desafían las convenciones tradicionales del envejecimiento. Este grupo etario, conocido como "adultescentes", ha redefinido lo que significa tener cincuenta, sesenta o setenta años. A diferencia de sus predecesores, no tienen entre sus planes actuales la posibilidad de envejecer pasivamente. Estamos ante una auténtica innovación demográfica, equiparable al florecimiento de la adolescencia en el siglo XX. La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, clasifica la edad adulta de la siguiente manera: adulto joven, de 18 a 44 años; adulto medio, de 45 a 59 años; adulto mayor (o anciano joven), de 60 a 74 años; anciano, de 75 a 90 años; y anciano longevo, a partir de los 90 años.

Los madurescentes son individuos que han llevado vidas profesional y personalmente satisfactorias, manejan con destreza las nuevas tecnologías y mantienen una actitud contemporánea y vanguardista. En el ámbito laboral, estos hombres y mujeres se han reinventado continuamente, adaptándose a las transformaciones tecnológicas y sociales. No se les encuentra sólo en las compungidas oficinas y demás mustios puestos de trabajo, sino que han buscado y encontrado también otras actividades que les apasionan, haciendo del trabajo una fuente de realización personal.

Esta generación vibrante y proactiva se caracteriza por su independencia y espíritu colaborativo. Lejos de los estereotipos de la tercera edad, la tercera juventud participa activamente en la sociedad, aprendiendo y contribuyendo continuamente. Viajan, conocen gente nueva y mantienen una actitud abierta, dinámica y ávida hacia el mundo. Para ellos, los términos cincuentón, sexagenario... han quedado obsoletos, pues su realidad no se ajusta a la imagen tradicional del envejecimiento.

Las mujeres de la Nueva Edad de Oro, en particular, han avanzado con el feminismo de los años 60 y 70 en España, que se renovó y comenzó a incluir de manera más explícita la lucha por la autonomía y el poder de decisión de las mujeres sobre sus propias vidas. Se demandaba igualdad en el ámbito laboral, derechos reproductivos y se cuestionaban los roles tradicionales de género y se han identificado con el actual abogando por la igualdad de género con un enfoque más inclusivo y transversal. Se han intensificado las luchas contra todas las formas de violencia de género, por la igualdad salarial y por una mayor representación femenina en todos los sectores. El movimiento feminista ha adoptado una perspectiva interseccional, considerando también cuestiones de raza, orientación sexual, identidad de género y otras; y han reflexionado sobre sus verdaderos deseos y aspiraciones. De modo que han roto con los roles de género tradicionales, muchas veces estudiando carreras o ejerciendo actividades que siempre fueron consideradas masculinas (deportista, futbolista, periodista deportivo, policía, ingeniería, bombera, piloto, etcétera) y son mayoría entre los estudiantes universitarios. Esta reflexión y acción las ha impulsado a desarrollar una identidad exclusiva, independiente, autónoma, autárquica, autosuficiente, emancipada, liberada, fuerte y empoderada.

En cuanto a las relaciones laborales, estas personas han cambiado el significado del trabajo. Lejos de ver el trabajo como una carga, lo consideran una extensión de su vida personal, donde la pasión y la satisfacción personal juegan roles cruciales. Muchos jóvenes de la experiencia ni siquiera sueñan con jubilarse, pues disfrutan plenamente de su ocupación. Aquellos que ya se han jubilado no temen al ocio o la soledad; al contrario, encuentran en el ocio una oportunidad para disfrutar de la vida, después de años de trabajo y esfuerzo.

En el ámbito tecnológico, esta generación ha adoptado con entusiasmo las herramientas modernas, la digitalización, industria 4.0 y la inteligencia artificial. Manejan los ordenadores y otros dispositivos con facilidad y las redes sociales, manteniéndose en contacto con familiares y amigos a través de videollamadas y mensajes instantáneos y whatsapp, dejando atrás el antiguo teléfono fijo. Se encuentran conformes con su estado civil y relaciones actuales y, en caso de no estarlo, no experimentan una urgencia apremiante por modificarlo, valorando más su bienestar y equilibrio personal.

La madurez de los renacientes dorados se refleja en su actitud hacia la vida y los riesgos. No se lamentan ante los fracasos, sino que reflexionan, toman nota y cultivan su propio estilo de vida. No envidian la apariencia juvenil ni se aferran a sueños irrealizables. En lugar de eso, valoran una mirada cómplice, una frase inteligente o una sonrisa iluminada por la luz de la experiencia, los pequeños detalles son los que construyen universos emocionales.

En definitiva, los hombres y mujeres de 50, 60 y 70 años de hoy están inaugurando una nueva etapa vital que aún no tiene nombre oficial. No son los "viejos" de antaño, sino individuos plenos, física e intelectualmente, que recuerdan su juventud sin nostalgias y viven el presente con una energía renovada. La vitacencia es una afirmación de vida, una declaración de que, sin importar la edad que sólo es un número, siempre hay espacio para el crecimiento, la alegría y la contribución a la sociedad. Son personas "Carpe diem," una locución latina que significa "aprovecha el día," invita a vivir el momento presente plenamente, disfrutando y sacando el máximo provecho de las oportunidades actuales sin preocuparse excesivamente por el futuro o el pasado; que se centran en su propio camino y respetan la privacidad de los demás, sin entrometerse en asuntos ajenos. Y como Confucio, saben que "tenemos dos vidas; la segunda empieza cuando nos damos cuenta de que tenemos solamente una". Esto también, obviamente, tiene un explicación científica: el notable aumento de la esperanza y calidad de vida, y además España es el país de la Unión Europea líder en esta cuestión. Por ende, está fundamentando el dicho popular de "los X años de ahora son los X-20 de antes".

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