Opinión | balcón al muelle

Los buenos o malos resultados

La derrota como parte del juego de la política y el aprendizaje del entrenamiento: los vencidos que digieren la experiencia como éxito y triunfos convertidos en fracasos

Los buenos o malos resultados que obtenemos en la vida son la consecuencia de los pensamientos, las emociones y las acciones que realizamos. Si repetimos los pensamientos, las emociones y seguimos haciendo lo mismo, obtendremos exactamente los mismos resultados. Entonces tenemos que cambiar de rumbo.

Los buenos o malos resultados

Los buenos o malos resultados / Covadonga Jiménez

Durante la escuela y hasta la Universidad la manera en que demostramos nuestro valor es con una nota o una puntuación, que es el resultado al final de un proceso. Lo importante es entender que los resultados no definen nuestro valor. Solo definen cómo el mundo externo interpreta ese valor que le presentamos.

José Saramago, en su "Ensayo sobre la ceguera", defendía que los buenos y los malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluso para aquellos en los que ya no estaremos aquí. Y sería, dice Saramago, para felicitarnos o para pedir perdón.

Pues bien, en el mundo de la política, sus resultados deberían ser siempre proporcionales a los deseos que las políticas públicas expresan. Sin embargo, a menudo sucede que esfuerzos bien intencionados conducen a veces a pésimos resultados. Populares y socialistas se enzarzaron en los últimos días acerca de sus cuentas [resultados] tras las últimas elecciones, Y cada uno de ellos arrima el ascua [o resultado] según sus objetivos: bien para ofrecer un incentivo positivo a sus votantes o para ejemplificar la efectividad de sus decisiones.

El secretario de los socialistas avilesinos, Luis Ramón Fernández Huerga, sostiene que el PP admite sin ambages que son un "pack" con Vox y les acusa de hacer política de ficción. En el PP, sin embargo, se ven más fuertes que nunca, dice su líder regional, Álvaro Queipo, porque les avalan los datos de los recién celebrados comicios europeos, que arrojan un resultado más favorable para el PP en todos los concejos, a excepción de Avilés, Corvera y Gozón, aunque con subidas de la derecha en cualquier caso. ¿A quién preocupa, de nuevo, el resultado? Queipo avisa que con los resultados de las europeas su partido gobernaría en Avilés. "Hemos mejorado en todos los ayuntamientos", insisten quienes ven casi teñida de azul la comarca avilesina y no precisamente por los recientes éxitos del Real Oviedo. Lo que preocupa a los partidos, más allá de la aritmética, es quién lidera mejor –sea desde el gobierno o la oposición–. Y unos ven las derrotas de otros como éxitos propios, pero también hay éxitos digeridos casi como derrotas.

A quien le ocupa medir la delgada línea entre uno y otro extremo es al votante, quien, en definitiva, puede llevar al gobierno o a la oposición a unos u a otros. La política, como el deporte, crea ídolos que se convierten en espejo donde el resto de sus acólitos quieren mirarse. O se es campeón, o nada. O los resultados acompañan o las derrotas siguen siendo derrotas aún por la mínima. Las goleadas de la política permiten saltar al terreno de juego (o al Parlamento) con la cabeza bien alta, como el equipo que sale victorioso de un campeonato. Perder, al final, es parte del juego. La progresión está en el entrenamiento, no en la final. Dejémonos guiar más por el proceso que por la victoria final. Siempre será más respetado el buen perdedor que el mal ganador.

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