Opinión

Tiempos de cambio tras las elecciones en Reino Unido

El diferente ánimo de la población con la victoria del laborista Keir Starmer y la de Tony Blair en 1997, que llegó acompañada de un gran optimismo

Como ya predecían todas las encuestas, el partido laborista obtuvo la mayoría absoluta en las elecciones británicas del pasado 4 de julio, al ganar 412 de los 650 escaños del parlamento. El partido liberal obtuvo su mejor resultado en más de un siglo, pasando de 11 a 72 diputados y convirtiéndose en la tercera fuerza política del país. Estas elecciones también han supuesto la entrada en el parlamento del nuevo partido de Nigel Farage, quien finalmente ha obtenido un escaño en su octavo intento, confirmando que "el que la sigue, la consigue". Reform UK es el heredero del anterior partido populista fundado por Farage para apoyar el Brexit; centró esta vez su campaña únicamente en la reducción de la inmigración.

Los grandes perdedores han sido los conservadores, que tras ganas las elecciones de 2019 con una mayoría de 80 diputados, obtuvieron en estas uno de los peores resultados de su historia, perdiendo un total de 251 diputados. Ocho ministros del gobierno de Rishi Sunnak perdieron sus escaños, además de la anterior primera ministra Liz Truss, que durante su breve mandato, causó la subida de los tipos de interés en las hipotecas de gran parte de los votantes.

Algunos comentaristas políticos han comparado la victoria del líder laborista, Keir Starmer, con la de Tony Blair en 1997. Yo vivía en Inglaterra en aquella época, y aunque como ciudadana europea no podía votar, participé en la campaña repartiendo folletos por el vecindario en apoyo de los laboristas y seguí las elecciones muy de cerca. El triunfo de Tony Blair llegó acompañado de una energía arrolladora y un gran optimismo que se sintió a lo largo y ancho del país. En estas elecciones sí que pude votar (el Brexit me forzó a pedir la nacionalidad británica y ahora tengo las dos) y también repartí folletos por el vecindario, aunque esta vez voté al partido liberal, que era el que más posibilidades tenía en mi zona de ganar a los conservadores. Pero no se siente el optimismo ni la energía positiva del 97. El país está cansado, desanimado, empobrecido, desilusionado.

Quizás entendiendo bien la situación, el partido laborista ha celebrado lo mínimo y se ha puesto manos a la obra. Al día siguiente del anuncio de la victoria laborista, y en sábado, se celebraba el primer consejo de ministros. El nuevo primer ministro dejaba clara la diferencia entre su nuevo gobierno y los anteriores gobiernos conservadores, que no se han distinguido por su ética laboral.

A golpe de vista ya se ve que el gabinete de Keir Starmer es mucho más diverso que cualquier gabinete conservador; 11 de los 22 ministros son mujeres, incluida la primera ministra de finanzas en la historia del país. Todos sus ministros, menos uno, estudiaron en colegios públicos, lo que representa un gran contraste con el último gobierno conservador, en el que el 61% había estudiado en colegios privados, una cifra considerable dado que solo el 7% de la población británica asiste a este tipo de instituciones. Merece la pena aclarar la gran diferencia entre los colegios privados en España y en el Reino Unido. El coste medio de un colegio privado en España está entre los 6.000 y los 12.000 euros al año mientras que en el Reino Unido es de unos 6.000 euros al trimestre. Los internados, que aún son una opción muy popular, pueden costar unos 44.000 euros al año, algo que esta totalmente fuera del alcance de la mayor parte de la población.

Lo que parece que no cambia es la relevancia de las universidades de Oxford y Cambridge (Oxbridge, como las llaman aquí conjuntamente) en la política británica. De los 58 primeros ministros que ha tenido el país, 31 estudiaron en Oxford y 14 en Cambridge. Keir Starmer también pasó por Oxford, donde hizo un máster en leyes, y un 40% de su gabinete estudió en Oxford o en Cambridge. Mas allá de la política, los graduados de Oxbridge dominan la sociedad británica; actores como Hugh Grant, Emma Thomson, Hugh Laurie o Stephen Fry estudiaron allí. Los graduados de Oxbridge dominan la abogacía (con un 78% de los "barristers", abogados especializados en litigios) y la judicatura (74%). También son mayoría en el cuerpo diplomático (62%), en el funcionariado (55%) y ocupan puestos importantes en las finanzas, los medios de comunicación y el mundo de los negocios. Es difícil de imaginar que un par de universidades españolas tuviesen tal relevancia en la vida del país.

El resultado de estas elecciones ha vuelto a abrir el debate sobre el sistema electoral británico, que en la actualidad está basado en la mayoría simple. Esto quiere decir que en cada distrito electoral, gana el candidato que consigue más votos, lo que hace posible que un partido gane las elecciones habiendo obtenido un porcentaje de apoyo relativamente bajo. Esto es lo que ha pasado en estas elecciones: el partido laborista consiguió un 63% de los escaños con tan solo un 34% de los votos mientras que los conservadores obtuvieron solo un 19% de los escaños con un 24% de los votos. Uno de los partidos más afectados ha sido Reform UK, que con un 14% de votos obtuvo solo 5 escaños.

Los detractores del sistema actual se quejan de que es poco representativo y favorece a los partidos más grandes, mientras que los defensores argumentan que proporciona estabilidad al garantizar generalmente un ganador claro. Personalmente, cualquier sistema democrático que dificulte el éxito de partidos extremistas me parece bueno.

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