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El Mieres de Víctor Alperi

El escritor, fallecido la pasada semana, a los 83 años, siempre tuvo muy presente su villa natal, que fue fuente de inspiración, escenario y transfondo de buena parte de su obra

Víctor Alperi, con su libro "Mieres. Sinfonía de los valles", en su domicilio de Gijón, en 2009. Marcos León

Víctor Alperi, escritor fundamental en la literatura asturiana, descansa para siempre en su Mieres natal. Vivió la mayor parte de su vida en Oviedo, en Madrid y, sobre todo, en Gijón, donde falleció el pasado 21 de octubre a los 83 años, pero nunca olvidó sus orígenes. Siempre volvía a ellos. "Desde niños hemos sentido el latido, la música cercana de ese lugar amado, de la villa de Mieres, de sus barrios, de los pequeños valles que la rodean y configuran; de todo el concejo", escribió Alperi en "Mieres. Sinfonía de los valles" (Ediciones KRK, 2009), libro en el que recopiló buena parte de sus escritos sobre la ciudad: artículos, pregones y fragmentos de novelas como "Sueño de sombra" (1959), "Dentro del río" (1963), con la que ganó el premio Plaza & Janés, "Flores para los muertos" (1984) o "Una saga asturiana" (1999). Allí dejó acta de una ciudad que es como una muñeca rusa, en la que caben muchas otras. Estas son y así las describía. El entrecomillado es su letra.

La ciudad que no existía. "Mieres es como el galopar de un caballo bajo la lluvia. Porque antes de que el galope comenzase, Mieres apenas existía. Era nada más que cuatro casas de piedra con verdín en torno al palacio de los Camposagrado. El resto era tan solo una vega fértil junto al Caudal, el río blanco con castaños hasta el agua, donde saltaban la trucha y el salmón; el salmón que, por entonces, era casi comida de criados, que protestaban si se les daba más de dos veces por semana. (?). Galopa Mieres y el galope ha atravesado los siglos. A caballo el hombre de la mina, el leñador de antaño, el labriego. A veces, muchas veces, como en la leyenda, una mujer sobre el caballo". (De "Sueño de sombra").

La ciudad del recuerdo. "El Mieres eterno, prendido en mi recuerdo, era el pueblo de la mina, y de la fábrica, el de mis novelas "Sueño de sombra" y "Cristo habló en la montaña", sin olvidar "Dentro del río", que narra las grandes crecidas del río, las casas de Santa Marina y Oñón bajo las aguas. Las pequeñas minas o chamizos, la fábrica que se marchó? El viento que borró una página de esta villa fuerte, trabajadora, siempre en pie frente a la desgracia". (De "Mieres. Sinfonía de los valles").

La ciudad de las nieblas. "La primavera, sobre los montes mierenses, pone una corona de niebla y luz, una claridad indefinida que se confunde con las nieblas bajas, con los árboles, con el huerto que trabaja el minero en los tiempos libres? (?) Son esas nieblas de montaña, que no puedo contemplar al lado del mar, las que me obligan a recordar el pasado, el canto del gallo en una quintana de la ladera, la sirena de la fábrica llamando a los trabajadores, los camiones llenos de carbón camino de las estaciones? Un mundo desaparecido en parte, sepultado en una niebla inmensa, que no tiene deseos de perderse en los cielos. Una ciudad que trabaja y espera, que se sacrifica y confía; una ciudad, mi cercano y lejano rincón, que representa, en cierta medida, a todo el Principado". (De "Mieres. Sinfonía de los valles").

La ciudad de los mineros. "Salían de la mina con lo ojos cerrados. En las jaulas que subían desde el carbón a la luz, desde la luz al carbón. Con hombres, con el mineral, con los utensilios para el trabajo. El minero con su casco, y con la luz en el casco. Pequeño gusano de una sola luz camino del tajo, del carbón que le esperaba allí desde millones de años". (De "Una saga asturiana").

La ciudad de inmigrantes. "De toda España, de Extremadura, de Castilla, de Andalucía de Galicia, a Mieres llegan gentes y más gentes. Los trenes dejan riadas humanas que se pierden por las calles de la ciudad, por los barrios de la ciudad, por las casas pequeñas de la ciudad" (De "Dentro del río").

La ciudad industrial. "Los grandes pueblos industriales de Asturias unos al lado de otros, todos en el mismo corazón de la verde tierra del Principado. El fuego en los altos hornos. Las chimeneas doradas y metálicas como cuellos de jirafas perdidas en la civilización, como cuellos de exóticos animales apuntando por detrás de los inmensos barrios obreros. Los ríos negros. El resplandor de los mecheros sobre los talleres de chapa. La luz de las fábricas iluminando las aguas negras; brillando sobre los montes, sobre el sudor y el carbón, sobre los trenes cargados con lingotes o con piedras de mineral. Los grandes barrios obreros mal iluminados, inclinados contra los ríos, metidos en las mismas aguas del río Nalón, Aller, Caudal? Los chigres donde toman sidra los trabajadores. Las canciones de Asturias mezcladas con las de Andalucía. Obreros de mil rincones de España metidos en aquellos pueblos, en aquellos valles profundos y sombríos de Asturias, en aquellos pozos sepultados bajo el humo de la niebla, bajo la lluvia". (De "Dentro del río").

La ciudad cuadriculada. "Toda la ciudad es como un tablero de ajedrez o mosaico con unas calles rectas y largas que se cortan unas a otras. En todas esas calles se alzan edificios de cierta nobleza o de ladrillo rojo la mayoría, con tiendas de modas, comercios de todo tipo, bares, oficinas? Con el paso de los años la cara urbana de la villa ha tenido diferentes maquillajes; muy apropiados la mayoría de las veces". (De "Mieres. Sinfonía de los valles").

La ciudad coral. "Mieres, tierra de orfeones, de coros que no necesitan instrumentos para acompañar sus canciones, pues sus voces, sus temas, salen del alma; en las gargantas de sus mujeres y de sus hombres resuena la melodía de las montañas, de los profundos valles, de los sentimientos más íntimos y de los deseos que pocas veces se pueden definir". (De "Mieres. Sinfonía de los valles").

La ciudad cultural. "Los ateneos obreros del pasado, el Liceo, la Acadenia Lastra, los institutos actuales; todo ello representa la parte cultural de nuestra villa, que ha sido fundamental para definir el ser y el sentir mierense; persona buena, noble, trabajadora por encima de todo, amante de las buenas maneras, de la canción, el Coro Minero? Un largo historial de cultura y de arte que configuraron a Mieres como una ciudad muy digna en el plano espiritual; pero un lugar con gentes de corazón, que conocen la justicia desde la infancia, y que lucharon por ella y continúan en la brecha, sin desmayar, sin descanso; vigías esperanzadores de un mundo mejor que también parece llegar en barco de plata , en una nave que flota en el vaso que se llenó en la fuente de Aguaín". (Del pregón de las fiestas de San Juan de 1994).

La ciudad de postindustrial. "La Asturias negra, las comarcas mineras, cantada por poetas y novelistas, censurada en el pasado por el bucólico Palacio Valdés, va perdiendo su color y su leyenda; los ríos bajan blancos y los símbolos mineros casi han desaparecido, o se dejan en pie , en museos, como breve señal de un tiempo muerto. El viajero de la Ruta de la Plata, o el peregrino que se prepara para ir a rezar a los pies del apóstol, pasa por Mieres y no se detiene". (De "Mieres. Sinfonía de los valles").

La ciudad turística. "Después de tantas luchas, tantos trabajos y tantos afanes en las minas y en las fábricas, se puede definir a Mieres y Pola de Lena -y a Langreo, Moreda de Aller, Cangas del Narcea?- de hermosas villas, sin lugar a dudas pues en cierta medida esa belleza que se creía perdida, por causa de las escombreras que limitaban la grandeza del verde paisaje, y otras causas relacionadas con la industria, sale de nuevo a la luz.

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