Miguel Álvarez, de 19 años, iba a empezar ayer a trabajar en un establecimiento de la calle Manuel Llaneza. También estaba estudiando. Le gustaban los caballos, la música de "pachangueo" y pasar tiempo con los colegas. Le gustaba la vida. "Siempre tenía una sonrisa", afirmaban ayer sus amigos en el tanatorio de Mieres.

Un recuerdo para no olvidarlo nunca. El joven falleció el viernes, tras dos días en estado crítico en el HUCA por el accidente de tráfico que sufrió en el barrio de Bazuelo (Mieres). Viajaba como copiloto en un Citröen Xsara de tres puertas, que conducía un amigo. El joven que iba al volante, de su misma edad, resultó herido leve con una luxación en el hombro de la que se está recuperando.

"Tuvieron mala suerte", afirmaron algunos de los muchos amigos de Miguel que ayer se acercaron al tanatorio. "Él era colega de todo el mundo, amigo de todos", señalaron. Le conocían "de vernos por Mieres, porque somos más o menos de la misma edad. La verdad que siempre estaba sonriendo, siempre te ayudaba si necesitabas algo". "Era el mejor amigo que podías encontrar", afirmó Marcos Álvarez.

Sergio González también le conocía bien. Estaban estudiando juntos este año: "La música le gustaba, pero lo que más los caballos", señaló. Estaba "muy ilusionado" con su nuevo trabajo, contaba los días para empezar: "La verdad es que estamos todos raros, tristes. Era un chaval que lo tenías para todo. Todavía no nos creemos que haya pasado esto. De verdad que no", señalaron.

Fueron muchos los que se acercaron al tanatorio. Todos guardaron las distancia de seguridad y la mayoría se protegían con mascarilla. En silencio, a la puerta de las instalaciones. No entraron para respetar las normas de seguridad por la crisis sanitaria del coronavirus. Dentro de la sala estaban los más allegados: "Queremos respetar a la familia, esto es una pena terrible, no lo esperaba nadie", destacaron.

Nadie esperaba un final así para Miguel. Los jóvenes circulaban en sentido Mieres-Santullano en la tarde del día de San Juan. Un vecino de la zona alertó al Centro de Coordinación de Emergencias del accidente. Había visto el golpe desde la ventana de su piso.

El conductor del vehículo, según testigos de lo ocurrido, pudo salir por su propio pie. Estaba muy desorientado tras el golpe. Miguel Álvarez estaba inconsciente y apresado en el interior del vehículo. El Centro de Coordinación de Emergencias movilizó hasta el lugar a una dotación de Bomberos del Servicio de Emergencias de Asturias (SEPA), Guardia Civil y Policía Local. También al equipo médico de la UVI-móvil de Langreo.

El joven tuvo que ser liberado del coche con una diligente actuación de los efectivos de Bomberos de Asturias, con el jefe de zona en el equipo. Retiraron la puerta del lateral derecho y abrieron hueco para poder liberarle las extremidades inferiores. Ya inmovilizado, en coordinación con el equipo sanitario, lo evacuaron con la tabla de rescate.

Los sanitarios de la UVI-móvil de Langreo lo estabilizaron durante más de una hora en el lugar del accidente, para posteriormente proceder a su traslado al Hospital Central de Asturias (HUCA). Fue intervenido de urgencia. El pronóstico era "muy grave". Durante dos días, se debatió entre la vida y la muerte. Peleó hasta el final, y los que le conocieron no le olvidarán nunca: "Descansa en paz, sigue con nosotros desde ahí arriba", escribieron en las redes sociales sus amigos.