Podcast, pizzas y cómo plantar berzas: así fue el programa de intercambio generacional en el Sanatorio Adaro

Alumnos de Sama y residentes de centro ponen experiencias en común

Dos alumnos atienden a las explicaciones de una veterana del Adaro.

Dos alumnos atienden a las explicaciones de una veterana del Adaro.

Miguel Á. Gutiérrez

Carlos Froix Gutiérrez dejó su Ceuta natal con siete años cuando a su padre, legionario, le ofrecieron un puesto de empleado de Correos en Asturias. El pequeño Carlos se hizo mayor y trabajó durante toda su vida en montajes y carpintería de aluminio. Ahora, ya retirado, este usuario de la residencia de personas mayores del Sanatorio Adaro de Sama ha aprendido cómo se graba un podcast. Igual que Josefina Fuego, natural de Les Pieces y también residente del centro langreano, que ya sabe cómo se elabora una pizza. Sus "profesores" han sido los alumnos de segundo curso de ESO del colegio Nuestra Señora del Rosario de Sama que, a su vez, han recibido lecciones de los mayores. Por ejemplo, sobre cómo se plantan berzas y fresas. Una suerte de "know how" atesorado a lo largo de una vida que evita tener que recurrir a los tutoriales de internet.

Escolares y residentes trabajando en el huerto de la residencia.

Escolares y residentes trabajando en el huerto de la residencia. / Miguel Á. Gutiérrez

Todas estas actividades han formado parte del programa de intercambio generacional realizado estos días en el antiguo hospital minero de Sama. Una iniciativa en la que los maestros son alumnos y los alumnos son maestros porque se trata de compartir experiencias y conocimientos. Uno de los escolares participantes ha sido Íker Fernández Cabrera, de 13 años. "Me parece una iniciativa muy interesante para conocer cómo era la vida antes, cuáles eran las tradiciones que había, a qué jugaban... También nos han contado cómo es su día a día aquí; así podemos conocerles un poco más y ellos a nosotros también", reflexiona este estudiante langreano. "Una de las actividades consistió en ir al huerto y nos enseñaron a plantar berzas. Ellos sabían hacerlo porque algunos se dedicaban a la agricultura, por lo que ya tenían bastante experiencia".

Carlos Froix asegura: "Me parece una iniciativa estupenda. Me encanta el descaro que tienen los chavales, entendido en el buen sentido, de llegar pisando fuerte. Y todo lo que organice ella sale muy bien porque es un fenómeno de la naturaleza". Froix dirige la mirada a Leticia Castelao, terapeuta ocupacional e impulsora en el Adaro del programa junto a su compañera Jeni Eiroa. "A los chavales les sirve para conocer cómo era la vida antes y a los residentes le supone un gran estímulo a nivel cognitivo, de comunicación y sensorial", relata Castelao.

También emocional. Y si no que se lo digan a Josefina Fuego, a la que se les escapó alguna lágrima: "Han sido unos días felices y he estado encantada de la vida con la visita de estos neños tan salaos, tan buenos y agradables. Cuando fuimos al taller de hacer pizzas vino una neña de cada lao; me llevaban del brazo preocupándose de que no me cayera. Son todos muy buenos".

Fuego nunca había cocinado una pizza, que, según describieron los chavales, es "como una empanada pero con cosas arriba". Le gustó el tradicional plato italiano, aunque con matices: "La que llevaba salchicha estaba bien, la de bonito no tanto".

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