de lo nuestro Historias heterodoxas

La Escuela de ATS del Hospital de Murias

De este centro formativo, que permaneció abierto entre 1973 y 1980, salieron cinco promociones, con un un total de 125 tituladas

La Historia Heterodoxa de esta semana vista por Alfonso Zapico.

La Historia Heterodoxa de esta semana vista por Alfonso Zapico. / Alfonso Zapico

Ernesto Burgos

Ernesto Burgos

En el verano de 1954 abrió sus puertas la Residencia Sanitaria Enrique Cangas. Seguramente, ese nombre no les dirá nada a los mierenses que no superan la cincuentena, pero fue la denominación oficial que recibió en su momento el flamante hospital de Murias y que mantuvo hasta 1986 cuando tomó el nombre del exalcalde y doctor otorrinolaringólogo Vital Álvarez-Buylla.

Hay que decir que en un primer momento se consultó con las "fuerzas vivas" de la cultura local por un nombre que representase a esta villa y estos propusieron bautizar al nuevo establecimiento como San Juan, pero las autoridades provinciales pensaron otra cosa y aprovecharon para homenajear a Enrique Cangas, quien no tenía ninguna relación con Mieres, pero estaba avalado por los méritos de haber sido uno de los fundadores de la Falange asturiana y primer jefe local de Gijón.

La única vinculación de este personaje con la sanidad era el haber pasado cuatro días hospitalizado tras recibir un balazo en el pómulo combatiendo contra la República cerca de Trubia, antes de morir el 3 de agosto de 1936. Pero así eran las cosas del Régimen al que le parecía poco que el hospital abierto en el ala izquierda de la Casa del Pueblo de Mieres en 1945 llevase sobre su puerta la placa que lo identificaba como Obra "18 de julio", conmemorando otra fecha que tampoco era precisamente la del descubrimiento de la vacuna contra la viruela.

El tercer establecimiento sanitario que funcionó en el Mieres de aquellos años –dejando aparte los vinculados a las empresas mineras y a la Fábrica– fue el Hospital de la Cruz Roja que abrió sus puertas el jueves día 1 de diciembre de 1949 con la presencia de la esposa de todopoderoso Francisco Franco, y por lo tanto primera dama del país, Carmen Polo, manteniendo su actividad hasta la década de los 60.

Entonces todo era poco para atender las necesidades de una villa en constante crecimiento, ajena aún al buitre negro del desmantelamiento, y así lo tuvieron en cuenta las autoridades del nacional-catolicismo y del Seguro Obligatorio de Enfermedad cuando en 1942 decidieron dotar de servicios hospitalarios a Mieres dentro del Plan Nacional de Instalaciones Sanitarias que comprendía 67 Residencias y 144 Ambulatorios. Aquel ambicioso proyecto se dividió en dos fases. La primera era la más urgente y en ella se incluyeron el Ambulatorio y la Residencia, para la que se buscó un lugar saneado y alejado de la población.

Los trabajos se encargaron a la constructora de Ramón Beamonte, un prestigioso ingeniero de caminos que ya había intervenido en obras tan conocidas como el Ayuntamiento de Vigo, el Ministerio del Aire y el antiguo estadio del Benfica en Lisboa y una vez determinado el presupuesto, la construcción de nuestro emblemático hospital comenzó en diciembre de 1948. Allí se esforzaron los albañiles durante cinco años y ocho meses, hasta que por fin el 31 de julio de aquel 1954 unos golpes de hisopo alejaron al maligno de las instalaciones y los primeros enfermos empezaron a ocupar las 132 camas disponibles. La dotación femenina estaba formada por 6 religiosas, 10 enfermeras internas, 14 externas y 3 comadronas que quedó bajo la dirección del doctor Gumersindo Ramos, quien era entonces el inspector médico en esta área.

Sin embargo, tan solo dos décadas más tarde, se hizo evidente que junto al agua bendita tampoco hubiese estado mal emplear un cemento de mejor calidad y el deterioro de los materiales ya era tan grande, que las autoridades tuvieron que decidir entre abandonar el edificio o reformarlo completamente. Se hizo lo segundo, pero ahora no voy a contarles como se desarrolló ese proceso que acabó como todos sabemos con el traslado del Hospital en mayo de 2014 desde su ubicación primitiva al moderno edificio que ahora atiende a la población en la zona de Santullano. Lo que hoy quiero recordar es la breve existencia de una Escuela de ATS Femeninas, que estuvo abierta en la Residencia desde 1973 a 1980.

En el libro colectivo que se editó cuando se cumplieron los cincuenta años del Hospital Álvarez Buylla, titulado "Camino de salud", entre las colaboraciones de muchos mierenses estuvo la del traumatólogo Arsenio García Lavandera, quien fue uno de los profesores de aquella Escuela. Él explicó que el matrimonio formado por los catedráticos de Anatomía Esperanza Bengoechea y Antonio Pérez Casas, este también decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Oviedo, fueron los responsables finales de garantizar la idoneidad de la formación de las 125 mujeres que consiguieron titularse en las cinco promociones que salieron de Murias.

Posteriormente, en 2009, la diplomada en enfermería Carmen Chamizo Vega presentó para conseguir su doctorado en la Universidad de Alicante la tesis "El proceso de profesionalización de la enfermería en el Principado de Asturias". Se trata de un completo trabajo en el que hizo un recorrido sobre la evolución de esta actividad en la región, con una información exhaustiva sobre el marco legislativo y algunos datos muy interesantes acerca de los sanatorios e instituciones que en algún momento funcionaron en nuestro ámbito territorial.

Por ejemplo, la actuación de las enfermeras en los establecimientos sanitarios en el Ejército republicano del Norte, o los dos cursos organizados por Falange en la Asamblea Local de la Cruz Roja de Mieres –uno de los tres lugares que los celebraron en Asturias, junto a los de Oviedo y Gijón– con 32 alumnas matriculadas en octubre de 1952, de las que 23 aprobaron el examen provincial y solo 6 superaron el de Facultad, aunque ocho de ellas volvieron a intentarlo en 1953 y entonces todas menos una ya pasaron con éxito este último examen.

Carmen Chamizo inició esta tesis doctoral en 1997 al darse cuenta de que no había nada escrito sobre lo relacionado con estas actividades en Asturias. Se acercó primero al archivo de la Escuela de Puericultura de Gijón y desde allí a los fondos de otros establecimientos hasta que pudo perfilar esta historia de la enfermería regional, que acompañó con un amplio apéndice documental.

Uno de los apartados de su estudio está dedicado a la Escuela de ATS del Hospital de Murias que permaneció abierta desde 1973 a 1980. De la Escuela salieron cinco promociones. La primera inició sus estudios en 1973 y tuvo 24 alumnas tituladas; la segunda en 1974 repitió el mismo número; de la que comenzó en 1975 salieron 20 enfermeras; la cuarta promoción, en 1976, dio 27, y por fin, la quinta y última, que empezó en 1977, ya tuvo 30.

Los estudios duraban tres años, con clase teóricas que se impartían en aulas habilitadas en el mismo edificio hospitalario con apuntes facilitados por los profesores y prácticas que se realizaban de lunes a viernes, en horarios de mañana o tarde, siguiendo el calendario escolar con rotaciones establecidas por cursos y también teniendo en cuenta la evolución de cada alumna. Desde el primer curso y hasta el último la directora fue Nélida García Rodríguez, salvo en el año 1974 cuando desempeñó este puesto Inés Álvarez García, mientras que Carmen Viñuela Fernández siempre llevó la jefatura de estudios.

Muchas de estas enfermeras aún viven en Mieres y supongo que algunas estarán interesadas por recordar a sus compañeras de promoción. Las que quieran, pueden hacerlo consultando esta tesis que puede verse libremente en internet. Allí encontrarán en los anexos finales las listas de todas e incluso las orlas de cada promoción. También figura esta relación con las diferentes asignaturas y profesores que las impartieron:

Microbiología (Dr. Rafael Saavedra); Profilaxis e Higiene (Dr. Rafael Saavedra); Anatomía (Dr. Cabo Tamargo); Biología (Dr. García Lavandera); Psicología (Dr. Antuña, Dr. Bros y Dra. Nélida García); Enfermería (Dra. Nélida García, Dra. Carmen Viñuela, Dra. Elena Suárez, Dra. Herminia Tuñón y Dra. Estrella Carragal); Patología médica (Dr. Cardeñoso y Dr. Andrade); Patología quirúrgica (Dr. Portilla); Farmacología, nutrición y dietética (Dr. Salas); Ginecología (Dr. Pavón, Dr. Muñoz y Dr. Cardeñoso); Pediatría (Dra. Hevia, Dr. Menéndez, Dr. Urbón y Dra. Viejo); Religión (D. Ignacio Llorente y D. Nicanor López Brugos); Educación física (Dña. Teresa Olgado); Hogar (Dña. Mercedes Á-Buylla); Terapéutica ( Dr. Salas); Histología (Dr. Lavandera); Especialidades quirúrgicas (Dr. Á-Buylla, Dr. Elosua y Dr. García Lavandera); Médica (Dr. Iglesias).

Carmen Chamizo Vega fue una de las primeras licenciadas y doctoras en Ciencias de la Salud, desarrolló su labor profesional en la sanidad pública trabajando en el centro de salud de Montevil y como profesora de Historia y Filosofía de la Ciencia Enfermera en la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de Oviedo hasta 2013. Falleció tres años más tarde dejando un magnífico recuerdo entre sus pacientes, compañeras y alumnado y un buen listado de publicaciones relacionadas con su especialidad. El 29 de octubre 2018, la Sociedad Internacional de Bioética SIBI, de la que era colaboradora, la rindió un homenaje póstumo reconociendo su trayectoria. Nosotros también queremos agradecer desde aquí su labor investigadora.

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