Entrevista | Lluís Miquel Palomares Balcells Director general de la Agencia Literaria Carmen Balcells

Lluís Miquel Palomares Balcells, agente literario: "García Márquez, Vargas Llosa, eran los amigos de mis padres, lo viví con naturalidad"

"Mi madre tenía pactada la venta de la agencia, pero al morir y ver a los empleados, le pregunté al gerente si podíamos seguir adelante; han pasado casi diez años, y representamos a cerca de 200 autores"

Lluís Miquel Palomares Balcells, en Rioseco.

Lluís Miquel Palomares Balcells, en Rioseco. / L. M. D.

Luisma Díaz

Luisma Díaz

Lluís Miquel Palomares Balcells es hijo de la mítica Carmen Balcells, la agente literaria más conocida, como mínimo, en Europa y Sudamérica, fallecida en 2015. Muy valorada por los autores por conseguir grandes avances para sus intereses, se la consideraba también impulsora del gran "boom" de la literatura sudamericana, con escritores como los Nobel Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa entre sus representados. Palomares Balcells tomó el relevo de la agencia en 2015, en aquel momento, de forma "casi inesperada". Estos primeros días de julio pasó unas jornadas de vacaciones en el parque natural de Redes.

-¿A qué se debe su visita a Asturias?

-Vengo unos días con un amigo y su familia, tienen casa en el parque de Redes, en Caso. Vamos a tener un asado a la estaca.

-El escritor George R. R. Martin (autor de la saga "Canción de Hielo y fuego", popularmente, "Juego de tronos") estuvo en su día en Asturias, y también se interesó por el "corderu a la estaca"...

-Pude conocerlo en Guadalajara, México, porque uno de los hijos de García Márquez (Gonzalo García), cuando se enteró de que estábamos en el mismo restaurante, quiso hablar con él. Estábamos comiendo con Santiago Posteguillo. Y cuando se enteraron de que estaba Martin ahí, pues como locos y como fans absolutos, pidieron ir a conocerle, aceptó y naturalmente los acompañé.

-Desde niño siempre estuvo rodeado de escritores de talla mundial. ¿Cómo fue su infancia en ese ambiente?

-Pues es una cosa que se vive con mucha naturalidad. Uno se acostumbra a lo que le toca vivir, y a mí me tocó vivir eso, y lo he vivido siempre con la mayor naturalidad. Me cuesta mucho mitificar a la gente y los veo como a todos, como personas. Me ha ayudado a respetar la intimidad de la gente. Tener a figuras como Gabo (Gabriel García Márquez), Mario (Vargas Llosa)... Son conocidos de tus padres, sus amigos... Mi madre siempre decía que no tenía amigos, que eran clientes. Pero la cosa pasaba de la clientela, ya te digo yo, bastante.

-¿Cómo tomó las riendas de la agencia? ¿Había pensado alguna vez en hacerlo?

-Son las curiosidades de la vida. Mi madre en 2015 estaba vendiendo la empresa. Estaba cerrando un trato con Andrew Wylie, llegó a salir en prensa. En 2015, el 20 de septiembre, el día que murió, almorcé con ella. Entre mi madre y yo saltaban chispas muchas veces. Porque, en fin, hijo único, mi personalidad, la suya... Me puso al día de todos los detalles de la venta y del futuro que tenía planificado. Ese día no nos interrumpió el teléfono ni una sola vez, lo cual fue un milagro absoluto. Y, además, no nos peleamos. Todo fue muy premonitorio, en cierto modo.

-¿No habló más con ella?

-Yo me fui, mi madre nació en un pueblo que se llama Santa Fe, somos seis habitantes. Eso era un domingo, y ese domingo me iba para allá. Ya en el pueblo me llamó mi madre. Y me dijo voy a ir un momento al baño y luego voy a meterme en la cama a ver el resultado de las elecciones griegas. No llegó a la cama. En el baño, tuvo un accidente. No es seguro si le falló el corazón y se cayó; o se cayó y le falló el corazón. Me llamaron a las siete menos cuarto de la mañana, el cuidador que iba cada día a primera hora, "a sus miserias", que decía ella.

-¿Cómo fue aquel día?

-Cojo el coche, bajo volando y lo primero que me encuentro en la agencia, que eran las tres puertas del principal, es a la mayoría de los empleados en el tercer piso, en la casa de mi madre. Todos en la puerta, mirándome, no sabían qué decirme. A mí me parecía que querían decirme "¿qué va a ser de nosotros?". Y no fue en ese momento, pero al cabo de unas horas, hablando con el gerente, le dije, bueno, ¿qué posibilidades hay de que sigamos adelante? Y empezó a hacerme un planteamiento y tomé la decisión de asumir la herencia en su totalidad.

-¿Cuántos trabajadores son ahora?

-Somos 21. Entonces, en 2015, lo primero que noté fue una reacción muy positiva de los clientes. Naturalmente, hicimos una circular y primero recibí los pésames de la mayoría de escritores, por no decir todos, representados por la agencia y también de otras figuras. A partir de ese momento los "feedbacks" fueron muy positivos, de apoyo, de lealtad, de seguir en la casa. Muchos incluso, pasados los meses, me contaron que habían tenido intentos de ser "pescados" por otros agentes.

-¿En qué consiste precisamente ese trabajo, el de agente literario?

-Un agente literario intenta conseguir las mejores condiciones contractuales para la obra de un escritor. Y mi madre en esto fue pionera y consiguió erradicar cosas que eran consideradas normales como los contratos de por vida, sin término. Tampoco tenían los derechos mundiales de traducción, derechos por adaptaciones al cine... Y esto ha cambiado mucho gracias a mi madre. Sin embargo, sigue ocurriendo en algunos ámbitos culturales.

-Como por ejemplo...

-El mundo del cine, se sigue teniendo una mentalidad de este tipo, las grandes productoras, las "majors", las grandes plataformas... Parecía que los estudios convencionales las habían apartado, pero con las plataformas este tipo de prácticas abusivas vuelven.

-¿A cuántos escritores representa ahora la Agencia Balcells?

-Cerca de 200. Además, la agencia tiene una doble vertiente, porque además de representar escritores de lengua española, catalana y portuguesa para el mundo, también representamos editoriales y agencias norteamericanas, inglesas, italianas... de todo el mundo, para que puedan hacer sus adaptaciones a nuestras lenguas. Vemos qué escritores suyos pueden traducirse, nos mandan sus novedades, y les hacemos propuestas.

-También siguen representando los intereses de las familias de autores ya fallecidos.

-Sí, trabajamos con los herederos de una obra. En realidad es el mismo trabajo, solo que ya no cuentas con obra inédita. Estamos con los herederos de Juan Rulfo, Miguel Delibes, de García Márquez.

-Hace pocas semanas salió el libro póstumo de García Márquez, "En agosto nos vemos"...

-En el caso de Gabo, esta obra, mi madre la llegó a supervisar con él. Y Gabo estaba en un momento en el que no estaba seguro, porque era muy meticuloso. Pero esa novela, leída hoy en día, no es ni una novela más de Gabo. Es una de sus novelas importantes. Está él y su voz, es muy reconocible y trata temas que hoy en día están muy en boga.

-¿Tiene algún libro de cabecera, que vuelva a releer reiteradamente, sea o no de la agencia?

-Encima de mi mesa los libros no se acaban nunca, la pila nunca baja lo suficiente. Lo que cuesta es tener lecturas que no sean de autores de la agencia, porque hay que estar al día de todo. Pero siempre tengo a mano un ejemplar de "Relato de un náufrago" (de García Márquez).

-De los nuevos valores que van conociendo, ¿De quién diría, "aquí tenemos algo grande"?

-Hay mucho talento nuevo, tantísimos, gente en la agencia y fuera de ella, solo faltaría, claro. Tenemos ahora a varias nuevas autoras que mi hija (Laura Palomares) ha captado, por decirlo así, porque suena un poco a Opus Dei. Apuntan muy buenas maneras.

-¿Y alguna debilidad personal?

-A quien no me canso de leer, y que creo que ya está arriba, pero puede serlo todo, es Javier Cercas. El último libro que ha escrito, "El loco de Dios en Mongolia" (todavía no publicado), me ha cambiado un poco la vida. Cuenta cómo él, invitado por El Vaticano, junto con más periodistas, acompaña al Papa a un viaje por Mongolia. Con esa excusa, de la manera que solo sabe hacer él, realiza un "Anatomía de un Instante" (libro de Cercas sobre el golpe de estado del 23-F), pero siendo una "Anatomía de la verdad de Dios". Vuelca en el libro todo su conocimiento, él es un erudito, es ateo, pero analiza la fe cristiana, los miedos humanos, con una profundidad y calidad en la escritura...

-¿Qué balance hace de estos casi diez años de la agencia Balcells sin Carmen Balcells?

- Es desde luego mucho más positivo de lo que yo hubiera pensado jamás. Lo cual me enorgullece, me da una alegría inmensa. Soy consciente de que todo se lo debo a los empleados que mi madre formó, y que llevan el peso importante de la agencia.