Comienza la "cirugía" para desmontar pieza a pieza la chimenea de la térmica de Lada

La demolición de la estructura, de 175 metros de altura, durará varios meses y se hará sin explosivos ante la proximidad de la zona poblada

La boca de la chimenea, con andamios y ya en obras. | Luisma Murias

La boca de la chimenea, con andamios y ya en obras. | Luisma Murias

Iberdrola comenzó a desmontar las instalaciones de la térmica de Lada hace ya más de dos años. La intrincada tarea, con un coste de 17 millones de euros, acaba de entrar en su cuarta y por tanto última fase. Aunque se trata del tramo final de la actuación, la realidad es que el recorrido que queda por delante aún es largo. En la boca de la enorme chimenea de la extinguida central ya se divisa el andamiaje sobre el que los operarios han comenzado a trabajar para desmontar pieza a pieza la icónica estructura de hormigón, una de las edificaciones de la región de mayor altura.

Desmontaje de los conductos en la zona de la desulfuradora. | L. Murias

Desmontaje de los conductos en la zona de la desulfuradora. | L. Murias

Despiezar y retirar la chimenea de Lada conlleva un trabajo de gran complejidad técnica. Casi podría decirse que se trata de "microcirugía" industrial.  "Al estar la edificación tan integrada en el núcleo urbano hay que hacer una demolición controlada y no podemos retirar grandes piezas", explican los portavoces de Iberdrola. Dicho de otra manera, la espigada chimenea se desmontará piedra a piedra, ladrillo a ladrillo. Y es que utilizar explosivos de manera controlada, como hizo en 2022 Naturgy en la térmica de La Robla, hubiera resultado peligroso en este caso por la proximidad de espacios habitados.

Por delante quedan meses de trabajo, no mucho menos de un año. Iberdrola debe desarmar una torre de 175 metros de alto que arma una estructura que puede rondar las 4.000 toneladas de peso. Para quien no conozca la instalación puede servir de referencia que la torre de La Laboral, en Gijón, tiene 130 metros de altura.

Descartado acometer voladuras por motivos de seguridad, el desmontaje de la chimenea ya está en marcha y se abordará , según Iberdrola, "progresivamente, mediante cortes desde la parte de arriba hacia abajo". La enorme torre irá desapareciendo poco a poco, amortiguando el gran cambio que se generará en el paisaje urbano de esta zona de Langreo. La silueta que la central térmica dibuja desde 1949 en el horizonte terminará por difuminarse por completo en aproximadamente un año.

La central térmica de Lada ocupa una superficie de 24,61 hectáreas. Las unidades que necesitaban más tiempo para su demolición, por su magnitud o su localización son la caldera, la chimenea, la nave de turbinas y la desulfuradora, según figura en el proyecto de la compañía eléctrica. Por ese motivo se han dejado para el final. La última de las instalaciones que se desmontará será la presa sobre el río Nalón. Para ello, calcula Iberdrola, serán necesarios cuatro meses de trabajo. También figurarán, entre las labores de la fase final, aquellas estructuras que tienen como misión principal la seguridad industrial o la preservación y control ambiental, además de las oficinas y los aparcamientos, por motivos logísticos.

Las etapas

El desmontaje de la central lleva en marcha alrededor de dos años y medio. La primera tarea que se acometió fue retirar el parque de carbón y escorrentías (cintas y tolvas, balsas, pozos de bombeo de escorrentía y planta de tratamiento, tanque de gasoil y diversos edificios). A continuación se puso el foco en la orilla derecha del Nalón, donde estaban los silos de cenizas, tolvas de carbón, antiguas calderas, presa y sistema de captación de aguas, tanques de fuel-oil, depósito de fuel, diversos edificios, aparcamiento y accesos. Más recientemente se metió mano a la torre de refrigeración junto con el edificio de transformadores, el almacén y planta de tratamiento de aguas.

Ahora toca elevar la mirada para asistir a la parte más singular y con mayor peso simbólico de la actuación. Hubo quienes en su momento reclamaron incluso que la chimenea se mantuviera en pie precisamente para conservarla como un símbolo del pasado industrial. Entre otras voces, defendieron esta posibilidad el geógrafo y exalcalde de Langreo Aladino Fernández. Finalmente la chimenea ya ha comenzado a convertirse en humo.

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