Opinión

Ramón d’Andrés

Puntualizaciones sobre Orlé / Orllé

Una defensa histórica y lingüística del doble topónimo para el pueblo del concejo de Caso

El pasado domingo 18 de junio publicaba LA NUEVA ESPAÑA un artículo a toda página, firmado por Ana Álvarez, presidenta de la parroquia rural de Orlé / Orllé (Casu), titulado "Orlé, amnistía para una palabra asturiana". En él trataba sobre qué forma toponímica es la más adecuada para ser oficializada. En síntesis, la postura que la señora Álvarez viene exponiendo consiste en dos afirmaciones: primera, la Junta Asesora de Toponimia (JAT) quiere borrar del mapa la forma Orlé; segunda, la forma Orllé no existe. Dedicaré este artículo a desmentir ambas afirmaciones, ya que no se ajustan a la realidad. Lo resumo rápidamente: la JAT propone la denominación doble Orlé / Orllé; y la forma Orllé existe. Vayamos por partes.

Según la primera tesis de la señora Álvarez, la JAT, supuestamente, se niega a restituir el nombre Orlé, condenándolo a un "corredor de la muerte lingüística", (cito textualmente de su escrito). No es cierto. Lo explicaré claramente para que se entienda.

En junio de 2004, la JAT recibe la solicitud del Ayuntamiento de Casu, entonces presidido por Elías Rodríguez Lozano, para iniciar el proceso de regularización toponímica de su concejo, de acuerdo con la legislación vigente (Ley de Uso y Promoción del Bable/Asturiano de marzo de 1998, decreto que regula la JAT de abril de 2002 y decreto que establece el procedimiento de recuperación y fijación de la toponimia asturiana de julio de 2002). Tras un proceso de constante diálogo con el Ayuntamiento, de este con los vecinos y de resolución de dudas con encuestaciones sobre el terreno incluidas, se acordó una lista toponímica que finalmente fue aprobada por el pleno municipal el 17 de mayo de 2007. Me acuerdo perfectamente, ya que yo era secretario de la JAT.

En cuanto al topónimo que nos ocupa, es verdad que en el decreto aparecía únicamente la forma Orllé. Pero esto no era caprichoso: se había comprobado previamente que, aunque ya minoritaria, era una forma lingüística aún conocida y usada en boca de personas del pueblo, y en estos casos la JAT propone, en principio, formas autóctonas. Pero sobre la autenticidad de Orllé volveré después con más detalle. Lo que ahora quiero señalar es que el objetivo de la JAT es no solo fijar, sino también recuperar la toponimia cuando esta está en peligro de perderse definitivamente ante la castellanización generalizada. Sea como fuera, el decreto de oficialización de la toponimia de Casu se publicó el 4 de junio de 2007, sin que nadie hubiera puesto objeción ninguna ni antes ni después.

Ahora bien, a partir de diciembre de 2021 –catorce años después― la JAT recibe un escrito municipal instando al reconocimiento de la forma Orlé y razonando por qué los vecinos y el propio Ayuntamiento lo desean así. Ante peticiones de este tipo (que podía haberse hecho catorce años antes), la JAT no pone impedimento alguno. En este caso, propuso oficializar ambas formas, la tradicional asturiana (aunque sea minoritaria: Orllé) y la que es fruto de castellanización, aunque esta castellanización sea antigua y ya esté naturalizada (Orlé). Ambas van separadas por barra: Orlé / Orllé. Esto significa que ambas formas tendrán validez oficial por igual. Esta es la propuesta que se remitió al Ayuntamiento en octubre de 2022: ambas formas oficiales.

Asunto bien distinto es que se pretenda que Orlé sea el único nombre oficial: eso la JAT no lo puede hacer, porque la JAT no puede poner en el "corredor de la muerte lingüística" (utilizo la expresión de la señora Álvarez) la forma asturiana Orllé, perfectamente documentada en su existencia y uso, aunque minoritaria. La JAT asume precisamente la misión de evitar que aquellas formas toponímicas que corren peligro se acaben perdiendo. Es uno de sus objetivos principales. Por eso, en este caso se tiene en cuenta la opinión de los vecinos, asumida por el Ayuntamiento, y se propone la rotulación doble, Orlé / Orllé, de manera que cada cual use en los ámbitos oficiales la que más le guste. En definitiva: se falta a la verdad acusando a la JAT de promover la eliminación de Orlé.

Vayamos a la segunda de las tesis de la señora Álvarez, aquella según la cual la forma Orllé, con "ll", no existe. Aclaro previamente que los protocolos y procedimientos de la JAT se caracterizan por su pulcra rigurosidad, su transparencia y la honestidad intelectual e institucional de todos sus miembros. La JAT no opera en la sombra ni va urdiendo nada por detrás, sino que se acoge a métodos de comprobación realizados a la luz del día y tejiendo consensos con los ayuntamientos. Creo necesario dejar esto bien sentado: 24.000 topónimos oficializados desde el año 2005, sin apenas contratiempo ninguno, avalan su trabajo.

En un informe muy detallado que JAT envió al Ayuntamiento de Casu en octubre de 2022, se daba cuenta de la autenticidad de la forma Orllé. Lo resumo. La autenticidad de un topónimo se comprueba por varias vías: ante todo, su uso a día hoy en el habla de la gente, aunque sea minoritario; la documentación histórica; y los testimonios de los estudios filológicos y lingüísticos hechos con anterioridad. En el caso de la forma Orllé con "ll" nos encontramos con lo siguiente:

‒Se constata el uso popular de Orllé. Para eliminar toda chispa de duda, en los años 2006 y 2007 la JAT encargó a encuestadores naturales del concejo que se cercioraran de la vitalidad de la forma Orllé, de cuya existencia y uso había perfecta constancia por múltiples evidencias. Tales encuestaciones, y los testimonios de filólogos de la zona, certifican que, siendo ya minoritaria, la forma Orllé gozaba todavía de cierta vitalidad entre hablantes mayores, aunque iba en retroceso.

‒El "Atlas Lingüístico de la Península Ibérica" (ALPI) es un monumento de la lingüística española basado en encuestaciones sobre el habla viva en los años 30 del siglo XX; lo promovían los eminentes filólogos Ramón Menéndez Pidal y Tomás Navarro Tomás. Una de las preguntas era "cómo llaman ustedes a este pueblo". Casualmente, Orlé / Orllé era uno de los 537 lugares de encuesta, y la respuesta única y unánime fue esta: "Orllé". Las encuestas de Asturias estaban dirigidas y realizadas por Lorenzo Rodríguez-Castellano, uno de nuestros mejores lingüistas de campo de todos los tiempos, y esclarecido miembro del Instituto de Estudios Asturianos.

‒Al respecto de la documentación medieval, es absolutamente necesario tener en cuenta que no existía regularización ortográfica. Y así, la letra "l" puede estar representando, en muchos casos, una pronunciación "ll". Esto es muy conocido en la lingüística hispánica y asturleonesa. Por ejemplo, es muy corriente que aparezca escrito "Lanera" y "Lanes" para lo que no hay duda que siempre fue Llanera y Llanes. Es lo que sin duda, sucede con la grafía medieval "Orlé" u "Orléi" (y otras que no ha lugar comentar aquí), a la luz del testimonio "Orllé" moderno.

‒Las formas Orllé y El Ríu Orllé son las que se consignan en el "Gran Atlas del Principado de Asturias" (1996). También están en la magna obra "Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos", del catedrático Xosé Lluis García Arias, que se puede consultar en línea en la plataforma de LA NUEVA ESPAÑA.

Desmentidas las dos tesis de la señora Álvarez, me fijaré en una reveladora contradicción que aparece en su escrito, y que creo que es la clave de todo. Tras afirmar de manera categórica y rotunda que Orllé es una forma inexistente, sorpresivamente pasa a decir: "Tan solo se trata de una variante residual y externa al pueblo que, junto con el apodo y con ánimo peyorativo, se dirige a los vecinos de Orlé. Lógicamente, por un elemental sentido de la dignidad, es una forma que rechazamos totalmente". En la JAT también nosotros constatamos ese uso burlón, ratificado por las informaciones aportadas por nuestros encuestadores. Y bien: aquí está el quid, pienso yo. Nada que no sepan los estudiosos del lenguaje: una forma autóctona (en este caso asturiana) va siendo arrinconada por la forma dominante y prestigiada (en este caso castellanizante), hasta dejarla hecha unos zorros y recluida en el uso chistoso, como paso previo a su extinción. Pero justamente, el objetivo de la recuperación toponímica, y la responsabilidad de la JAT, es evitar que se lleguen a perder esas formas toponímicas vapuleadas y condenadas "al corredor de la muerte lingüística" que menciona doña Ana: es decir, "por un elemental sentido de dignidad", retomando sus palabras.

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