Opinión | Tribuna

Mieres 1902, una pionera huelga de músicos

Los integrantes de la Banda de Música protagonizaron un conflicto laboral con gran resonancia

«La Gaceta de Madrid» publicaba el 22 de junio de 1902 unas instrucciones del fiscal de la Audiencia Nacional, Trinitario Ruiz Valarino, en relación con la calificación jurídica del ejercicio de huelga, por aquel entonces una extremadamente controvertida cuestión. Los procesos de industrialización y la introducción del ideario anarquista y marxista que desde finales del XIX y principios del XX se vivían en el país habían provocado una proliferación sin precedentes de los paros obreros como instrumento reivindicativo. No en vano, el citado fiscal calificaba de «cotidianos ejemplos» el gran número de ellas que se producían en el marco de «la lucha entre el capital y el trabajo; tremenda lucha en la que, convirtiéndose muchas veces las ansias y afanes de lucro en verdadero peligro para el obrero le llevan a buscar la defensa de sus intereses en la asociación, porque entiende que así se establecen condiciones de igualdad para el combate».

Asturias no fue ajena a este fenómeno. Las noticias encuadrables en la denominada «cuestión social», y uno de sus principales retos: la huelga, copaban los periódicos, donde se daba buena cuenta no sólo de las propias de nuestro territorio –regional y nacional–, sino también de algunas de las más «sonadas» del ámbito europeo y americano. No extraña pues que el santanderino diario «El Cantábrico» –de filiación izquierdista– publicase en su primera página del domingo 7 de setiembre de 1902, bajo el llamativo título de «Músicos en huelga», que «se han declarado en huelga los individuos que componen la Banda Municipal de Música de Mieres, pidiendo la dimisión del director, por acusarle de no haber repartido equitativamente el importe de las cantidades que ha percibido en Mieres, en Oviedo y en Avilés con motivo del viaje regio». No fue el único de alcance nacional en recoger el eco de esta peculiar disputa laboral; por las mismas fechas el «Heraldo Alavés» hacía lo propio.

Apenas un mes después, el 10 de octubre, «El Progreso de Asturias» –rotativo de orientación republicana– describía con detalle la historia y naturaleza de este singular –no hay muchos precedentes ni tampoco posteriores análogos– conflicto. De «gatuperios que había en el Ayuntamiento» tildaba todo lo que estaba pasando con los músicos de la Banda de Mieres y las retribuciones que tenían que percibir del consistorio. De hecho, se vanagloriaba de haber conseguido –tras sus denuncias públicas– que los integrantes de la orquesta hubiesen podido cobrar 3,5 pesetas más por cada día que tocaron en las fiestas de San Juan.

Pero el asunto no quedó ahí. Los conciertos –un total de once– llevados a cabo en varias localidades asturianas para conmemorar los «festejos reales» –hablamos de la visita de Alfonso XIII– provocaron una fuerte polémica por los emolumentos que tenían que percibir. En el punto de mira de las críticas se encontraba su director, al que acusaban de haber cometido toda una serie de irregularidades y arbitrariedades en la liquidación de los pagos, lo que a la postre derivaría en la convocatoria de la huelga «por creerse explotados por el director». Otra serie de denuncias recogidas por «El Progreso» motivaron que el Alcalde crease una comisión –formada por representantes municipales y de músicos– con la que se quiso esclarecer todos estos hechos. El dictamen fue inapelable: suspensión de empleo y sueldo para el director.

La monografía que Julio León Costales (1930-2010) dedicó a la Banda de Música de Mieres y al folklore del concejo, si bien menciona estos hechos, no alude a la huelga e introduce algún dato nuevo, como la sanción a los instrumentistas y no sólo a su director Mario G. Nuevo. Quien sí lo hace es José Ramón Vidal Pereira en su tesis, aún inédita, «La Banda municipal de musical de Mieres» (Uniovi, 2016). Señala que la duración de la huelga se prolongó durante los meses de agosto y setiembre y además añade que uno de sus componentes fue despedido, aspecto que relaciona con las quejas que en su día planteó por los salarios de San Juan.

Estamos en presencia de un suceso muy relevante en tanto constatamos que ante una mala gestión de un servicio público una parte de sus protagonistas –en este caso músicos– deciden organizarse y protagonizar una histórica –por pionera– acción colectiva en pos de la defensa de sus derechos laborales. Y si nos atenemos al estudio de Julio León Costales, contaron con la «defensa» de sus vecinos, que, viendo peligrar el futuro de la Banda –el Consistorio planteaba, entiendo a raíz del enfrentamiento, la eliminación de su presupuesto para 1902–, decidieron enviar una carta en su apoyo al Alcalde.

El año 1902 fue especialmente convulso en España en lo que a la cantidad e intensidad de las huelgas se refiere. Los sucesos de febrero en Barcelona así lo atestiguan. Pero no fueron los únicos, aunque sí probablemente de los más famosos a nivel nacional. En la comarca del Caudal, el mismo día en que el citado periódico «El Cantábrico» se hacía eco de la huelga de La Banda de Mieres, también se podía leer que «por haberse declarado en huelga los obreros de una fábrica de hierro de Mieres, se teme que pueda faltar hierro para otros talleres y haya de aumentar forzosamente la huelga de operarios». En este concejo, sin duda una de las más importantes fue la convocatoria de una huelga general en mayo de ese año para protestar por lo que se consideraba un pucherazo que había permitido el acceso a la Alcaldía de los republicanos frente a los socialistas. Y las hubo que alcanzaron tal nivel represor posterior a su ejercicio que motivaron la intervención del histórico líder socialista Pablo Iglesias ante el ejecutivo de Alfonso XIII, a través de la denominada Comisión del Congreso Obrero. Una nutrida lista de diarios nacionales dio cuenta de ello.

En puridad, en toda Asturies se sucedieron durante 1902 un buen número de huelgas a pesar de estar prohibidas por el Código Penal, aunque de facto se toleraban, lo que no era óbice para que el elemento represor gubernamental pudiese ser utilizado en función de que las circunstancias políticas y económicas lo «aconsejasen». Lo más llamativo en lo que respecta al paro de los músicos mierenses deriva precisamente de ser un sector profesional donde no era habitual, o al menos no se aireaban, este tipo de confrontaciones. Antecede incluso a la ya mítica de las orquestas de París de octubre de este período. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de un grupo profesional, el de los músicos, que a priori no tenía el protagonismo mediático asociado a una de las principales armas de lucha de la clase trabajadora de este tiempo: la huelga. Con la particularidad en Mieres de enfrentarse a una administración pública local –y su correspondiente contienda republicanos/socialistas como posible telón de fondo– y lograr romper la «exclusión» del sector artístico en el uso de uno de los medios tradicionales de lucha del proletariado. El resultado no pudo ser más favorable: además de conseguir el amparo de sus conciudadanos también, obtuvieron una repercusión informativa que transcendió de su espacio geográfico más próximo.

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