Opinión | Tribuna

Orlé ye asturianu

En defensa de la reivindicación de los vecinos sobre el topónimo oficial del pueblo de Caso

Como cronista oficial es mi deber dejar constancia de aquellos acontecimientos de cierta relevancia histórica para nuestro concejo, de manera que en el futuro puedan estar a disposición de los investigadores y estudiosos interesados. En este sentido, no puedo pasar por alto la página de dignidad que los vecinos de Orlé están escribiendo para que el Gobierno del Principado de Asturias reconozca como oficial el nombre tradicional de su pueblo, porque, en buena medida, la historia y la cultura de Caso quedarían mutiladas y falseadas si no lo consiguen.

La señora Ana Álvarez, presidenta de la parroquia Rural de Orlé, publicó en estas páginas, el pasado 15 de junio, un artículo titulado "Orlé, amnistía para una palabra asturiana" en el que exponía las razones de carácter jurídico, democrático, histórico, sociológico, lingüístico y ético que avalan la petición de que Orlé sea el único nombre oficial de su pueblo. Este artículo fue contestado por el señor Ramón d´Andrés, prestigioso lingüista y miembro de la Academia de la Llingua Asturiana, con el artículo "Puntualizaciones sobre Orlé/Orllé. Una defensa histórica y lingüística del doble topónimo para el pueblo del concejo de Caso", en el que propone la doble toponimia Orlé/Orllé, pero a costa de considerar Orlé como forma castellana, condición que rechazan los vecinos por considerarlo tan asturiano como el resto de la toponimia casina.

En primer lugar, conviene aclarar que tanto el Ayuntamiento de Caso como la Parroquia Rural de Orlé respetan la autoridad institucional de la Junta Asesora de Toponimia (JAT) y no cuestionan la cualificación de sus miembros. Por lo tanto, la presidenta de la parroquia Rural de Orlé no acusa a la JAT de querer "borrar del mapa la forma Orlé", tal y como viene a afirmar el señor D’Andrés. La señora Álvarez sólo se refiere a la junta para decir que le ha remitido numerosa documentación "para que pueda actuar conforme al principio de legalidad", y que el Ayuntamiento de Caso "ha propuesto que expertos en la cultura y la toponimia de Caso puedan comparecer ante la JAT para ofrecer los elementos de juicio que precisen".

Es decir, ambas entidades locales tratan de colaborar proponiendo elementos de prueba para demostrar que Orlé es la forma tradicional, colaboración que por el momento no ha sido aceptada. Asimismo, la señora Álvarez nos alerta de que si no se recupera el nombre de Orlé como nombre oficial está condenado a desaparecer. Esto es un hecho y se puede constatar, por ejemplo, al consultar los datos del Instituto Nacional de Estadística, donde Orlé ya ha sido sustituido por Orllé.

Tampoco es cierto que la presidenta niegue la existencia de la forma Orllé, pues lo que dice textualmente es que "tan sólo se trata de una variante residual y externa al pueblo que, junto con el apodo y con ánimo peyorativo, se dirige a los vecinos de Orlé". Para acreditar que no se usa en absoluto en Orlé, bastaría con hablar con sus vecinos, y sobre el uso burlón del topónimo Orllé, el propio señor D’Andrés lo reconoce en su artículo.

Desde mi experiencia personal, como nacido en El Campu, donde viví, trabajé y tuve el honor de desempeñar el cargo de alcalde del concejo de Caso durante el periodo 1983-85, puedo decir que a lo largo de mi vida he tenido el privilegio de hablar con innumerables casinos, muchos de los cuales eran de aquella generación de hombres y mujeres que hablaban la llingua asturiana propia del concejo de Caso, sin la influencia derivada de los medios de comunicación de masas, pues algunos apenas sabían leer y escribir, y ni televisión ni radio tenían en sus domicilios; cuando se referían al pueblo de Orlé todos lo citaban con este nombre, como lo hizo durante toda su larga vida mi propia madre, natural del lugar.

Por lo tanto, resulta cuanto menos paradójico el pretendido carácter popular que el señor D’Andrés atribuye a la forma "Orllé", a la vez que lo considera asturiano –aunque aparezca citado por primera vez en 1934– mientras cataloga la forma Orlé como castellana, a pesar de su uso continuado por los casinos desde tiempo inmemorial. Yo tengo la convicción de que la forma Orlé es la auténtica asturiana, pues se trata del topónimo empleado secularmente por los vecinos de un pueblo asturiano cuya lengua materna es la llingua asturiana y cuya población se caracteriza por una histórica endogamia geográfica, garantía de autenticidad en la tradición toponímica.

En su artículo, el señor D’Andrés justifica la autenticidad de la forma Orllé basándose en el "Atlas Lingüístico de la Península Ibérica" (ALPI), obra de gran importancia para el estudio de las variedades románicas, pero cuya finalidad no era fijar la toponimia tradicional. En 1934 se recoge la forma Orllé a dos vecinos de Nozaleda (sic), pueblo al lado de Orlé según el propio ALPI, (se trataría de barrio de La Nozaleda, en el mismo Orlé). Si se trata de respetar lo que decían en el pasado los vecinos de Orlé, se puede acudir al Catastro de la Ensenada (1752), casi doscientos años más antiguo que el ALPI, en el que nueve personas dijeron que su pueblo se llamaba Orlé, exactamente lo mismo que dicen hoy día todos los vecinos.

Respecto a la documentación medieval, y dado que no aparece nunca la forma Orllé, el señor D’Andrés plantea la posibilidad, como se constata en otros casos, de que una "l" pueda esconder una "ll". Esta hipótesis, aplicada a nuestro caso, quedaría descartada por la contundente realidad de los miles de documentos que desde el año 1201 muestran una grafía clara y constante de la forma Orlé, algunos en llingua asturiana y anteriores a 1934.

También cita como fuente el "Gran Atlas del Principado de Asturias" de 1996, obra de reciente creación donde aparece Orllé junto a otros topónimos extraños a la realidad lingüística de Caso tales como Güeres por Bueres, y Ñeves por Nieves, por lo tanto, este atlas no podría emplearse como fuente para fijar la toponimia tradicional de Caso, pues se debería aplicar a todos los pueblos o a ninguno. Mucho más interesante es el mapa del concejo de Caso de Manuel Rodríguez de la Granda (1797) –también doscientos años más antiguo–, que recoge correctamente Orlé, el río Orlé, y por supuesto, Bueres y Nieves.

Por último, el señor D’Andrés cita la obra de Xosé Luis García Arias "Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos" donde se recoge Orllé, pero este prestigioso lingüista también señala que Orlé es la variante utilizada en Caso. Dado que uno de los principios que se deben seguir al establecer la toponimia tradicional es el de elegir la forma que se emplea en el lugar más próximo a aquél cuyo topónimo se pretende fijar, debería tener preferencia la forma Orlé por ser la variante empleada en este pueblo casín.

Más allá del peligroso debate entre el carácter asturiano o castellano, o el grado de autenticidad y popularidad, la Ley 1/98 de Uso y Promoción del Asturiano, en su artículo 15 se establece que "los topónimos de la Comunidad Autónoma del Principado de Asturias tendrán la denominación oficial en su forma tradicional", y la forma tradicional que usamos los casinos y los asturianos es Orlé.

Finalmente, quisiera recordar dos reflexiones de expertos en toponimia asturiana con las que todos estaremos de acuerdo. El ya citado García Arias ha declarado que "La pronunciación tradicional de la xente´l pueblu ye´l meyor niciu cómo tienen que se llamar oficialmente los nuestros llugares." Por su parte, Xulio Concepción dice que "los vecinos, los de dentro, dirán como se ha de llamar su propio pueblo". Pues bien, todos los vecinos de Orlé dicen exclusivamente Orlé y rechazan Orllé, por eso, con todo respeto, invito al señor D’Andrés, a la JAT y a todos los que aman la llingua asturiana a ayudar al pueblo casín en este momento trascendental, a pronunciar el nombre de Orlé y a sentir, como sentimos nosotros, que hablamos la llingua de nuestros ancestros.

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