El día venía gris y cargado de nubarrones amenazantes. Nada que impresione a asturiano y gallegos. El Lugo salió a El Molinón a quitarle la pelota al Sporting y jugarle con descaro. Las primeras llegadas fueron visitantes, con De Coz reforzando a Iriome en la derecha. Por ahí llegó el gol lucense. Un centro del lateral, defendido a distancia por Jony, se envenenó tras pegar en el extremo y fue a caer en la cabeza de Aganzo, goleador de oficio, que se había buscado su espacio entre Lora y Luis Hernández.

El Lugo seguía cómodo hasta que Pita, un centrocampista como pocos en Segunda, echó mano al muslo. Ahí se le torció el día a Setién. Jony logró el empate con un centro-chut directo a la red en el lanzamiento de una falta a pie cambiado y Pita hubo de ser finalmente sustituido. De Coz, otro de los destacados, cayó en acto de servicio a la vuelta de vestuarios. Y el Lugo ya se quedó sin argumentos.

Abelardo decidió dar un paso al frente y sacó a Pablo Pérez y Nacho Cases, para dar paso a otro Sporting. Los rojiblancos pasaron a ser un equipo mandón, que pisaba con frecuencia el área visitante sin terminar de asustar. Entró Juan Muñiz, para aferrarse a la socorrida estrategia y de nuevo la victoria vino de la pizarra del Pitu. O de Tejada, su mano derecha, que es la que escribe y dibuja.

La entrada del Sporting en la historia no podía estar exenta de sufrimiento. Un entrada mal medida de Álex Menéndez dejó al equipo con diez para sufrir hasta el final. El Sporting, con Jony de lateral, dio un paso atrás y se defendía con solvencia, con sus centrales convertidos en frontón. Juan Muñiz se quedó dolido y tuvo que ser atendido, lo que dio al árbitro coartada para estirar los cuatro minutos de tiempo añadido mucho más allá de lo razonable. Ganas de meterse en problemas. El Lugo cargó por la izquierda y en el enésimo centro al área Iriome mandó el balón al larguero y a la red. Cuéllar rodó por el suelo en una acción confusa de la que participaron Bernardo y Aganzo. La moneda cayó esta vez del lado rojiblanco, cuando el árbitro decidió anular el tanto.

Con ese gol o sin él, el Sporting seguiría invicto durante dieciséis semanas. Una cifra sin igual en una categoría extremadamente competida. Estos guajes no se doblan ante nadie y ya miran desde arriba a casi todos los rivales. El camino es largo, pero el sueño sigue vivo.