Opinión

La fuerza de creer

Sobre la final del play-off que afronta el Oviedo y el duro camino que recorrió el club estos años

Se acomodaron los 29.297 en sus asientos y cuando empezaron los acordes del "Volveremos", cada cual miró hacia el cielo acordándose de las voces que los animan a soñar con volver. Qué egoísta resulta no creer con todos los que se fueron de este mundo creyendo. Y no me refiero a creer en los jugadores (que ya han demostrado bastante), me refiero a creer en el Oviedo. A creer que ahí arriba hay una tribuna desde donde La Pixarra, Dubovsky o Armando Barbón empujan para evitar que el balón entre en nuestra portería. Pero, sobre todo, hay una tribuna, más grande si cabe, en la que se sientan todos los que el domingo enviarán la fuerza para intentar coronarnos, esta vez, sin espinas. El intangible que hace de este club su verdadera esencia. Se lo debemos. Porque 23 años son muchos, y por el camino se quedaron demasiados abonos renovados en agosto, con el pretexto de "Este es el año". Almas que reportan vida a este maravilloso deporte llamado fútbol y que no es más que 29.297 y los suyos, desde alguna parte, animando al unísono.

El domingo te necesitamos a ti, que desde un pequeño bar de San Lázaro, una casa de Mieres o el mismísimo Stage Front Stadium (con lo fácil que era decir Sarriá) vas a dejarte la piel para conseguir lo que llevamos décadas buscando. Pero por encima de todo, los necesitamos a ellos, los que nos inculcaron los colores y prepararon el legado.

Son la pieza clave de toda esta semblanza, en la que solo nos hace falta un último milagro: abrimos las aguas del Mar Cantábrico y caminamos entre el barro. Sacamos monedas de la boca de los peces para salvarnos en 2012. Venimos de una injusta crucifixión a la que, seguro, le sucederá un Domingo de Resurrección que este año caerá en junio.

Por eso hay quien dice que a las 20.05, con la pelota en la red y la afición abrazada en piña, el Cristo, desde el Naranco, le guiñó un ojo a Alemão. Pero llegados a este punto del relato, quien no quiera creer que no crea. Eso sí, que la realidad nunca te estropee una buena historia y menos, esta.

No le nombréis mucho en vano que está preparando nuestra llegada. Vamos a tocar el cielo. Porque nos lo merecemos, porque es nuestra casa y porque, sintiéndolo por Juanma Rodríguez… Dios es del Oviedo.

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