Opinión

Y los Raúles pasaron a ser Bastones

Real Oviedo 2005

Real Oviedo 2005

Hay veces en la vida que nos sentimos desplazados. ¿Nunca han tenido ese sentimiento de que hablan pero nadie les escucha? Recuerdo ser un niño de Primaria. Estaremos hablando del año 2005. Recuerdo cómo una profesora de inglés (muy oviedista, por cierto) llamada Alicia, nos preguntó a los veinte que estábamos aquel día en su clase a qué equipo apoyábamos. Para variar por aquella época, casi el "fifty-fifty" se repartía entre Madrid y Barça. Recuerdo a algún atrevido mencionar al Sporting, incluso al Dépor, sin ser de Coruña ni nada. Irureta hizo mucho por ellos. Por nosotros también pero, por aquel entonces la gran mano que ensombrecía al Real Oviedo no nos permitía verlo. Muchos de esos niños crecieron pensando que vivían en una ciudad sin equipo. Salía al patio a jugar al balón y en el típico juego de adoptar la personalidad de un futbolista para representar sobre la cancha, todo eran "Raúles" y "Ronaldinhos". Ningún Diego Cervero, ningún Jandro, ningún Michu.

Todo eso cambió, por fortuna, a partir de 2015. El Tartiere puede presumir de una de las gradas más jóvenes de España, una auténtica alegría para todos esos "millenials" que crecimos sin sentimiento de equipo propio, mirando para la capital de España. Por fortuna, yo tuve un padre que, aunque bebe las aguas por el equipo enemigo, me llevó en alguna ocasión al municipal carbayón para empaparme de ese espíritu vecinal, de comuna, o de tribu, que muchas veces rodea al fútbol. Por suerte o por desgracia para él, el azul se me metió en las venas y en el corazón "desde el día en que mi padre me llevó al Carlos Tartiere", como reza el himno oficioso de Melendi, que espero deje de serlo dentro de un par de días. Un equipo que se sentía desplazado, con una afición que aguantó y remó contra viento y marea, y con unos padres que inculcaron a sus hijos que lo importante no es ganar, ganar y ganar.

Qué fácil es ser del Madrid, ¿no? La vida no es fácil. Tiene momentos bonitos, pero también los tiene muy duros. Y no hay nada ni nadie que lo sepa mejor que el Oviedo. Quedan 90 minutos para que los niños que vayan el año que viene al colegio sientan el azul como propio. Quedan 90 minutos para que Alicia les pregunte a qué equipo apoyan y ellos respondan al unísono: "¡Al Oviedo!". Quedan 90 minutos para que esos niños, al bajar al patio, se pidan ser Bastón, Alemão o Dani Calvo. Quedan 90 minutos para hacer historia y devolver al Oviedo al sitio de donde nunca debió salir. 90 minutos.