Opinión | En territorio comanche

La opinión sobre el Oviedo y el Sporting: Mudanzas en días extraños

Los azules siguen esperando por el nuevo entrenador y los rojiblancos vacían el vestuario para hacer sitio a los nuevos

Javier Aguirre.

Javier Aguirre. / D. Costa

Días extraños contemplan al Oviedo, que sigue, al menos en el momento de escribir estas líneas, sin entrenador. En este contexto apostar por alguno de los técnicos a los que se vincula con la casa azul sería como liarse un cigarrito de la risa con un billete de la lotería de Navidad agraciado con el primer premio. Vamos, una auténtica locura. Pero lo cierto es que el Oviedo debe de ser el único equipo de las grandes ligas "uropeas" que sigue sin nadie a los mandos… del banquillo. Está bien eso de que la propiedad se quiera tomar su tiempo a la hora de elegir entre los candidatos, a los que ahora se une el complicado sueño del Vasco Aguirre.

Aquí entrará la capacidad de convicción del dueño del club azul, Jesús Martínez, que tiene ante sí la revancha tras perder el pulso con Carrión a la hora de tratar de convencer al técnico catalán de que no cambiara la calle Uría y la plaza Miñor por el paseo de la playa de las Canteras. Por lo demás, la vida sigue, y la entidad ya ha hecho oficial el primer fichaje de cara al nuevo curso. Seguro que vendrán más y que todo se acelerará cuando se conozca quién será el nuevo inquilino del banquillo carbayón.

Mientras, a 28 kilómetros siguen a lo suyo, aunque mirando de reojo y con una sonrisilla maliciosa en los labios lo que ocurre en la capital. La familia orlegiana se ufana en tratar de dar con el gusto de Rubén Albés en cuestión de jugadores, mientras no cesan las mudanzas en el vestuario rojiblanco. Villalba ya está camino de su nuevo destino, cerrando así una más que mejorable etapa en Gijón, marcada por aquella pataleta que lo estropeó todo. El siguiente en tomar el puente aéreo hacia otro de los equipos de Orlegi es Djuka, cuya relación con el gol acabó en divorcio en alguna parte del camino de estos seis años del balcánico en el Sporting. La hinchada confía en que no haya que entonar el dicho de "otro vendrá que bueno me hará", pero ya se sabe cómo funciona esto del "fúrgol", ¿oyisti, güey?

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