Acoso laboral

Grifols deberá indemnizar a una empleada con depresión a la que dejó sin cobrar: "Fue una represalia por coger la baja"

Un juzgado certifica "acoso laboral" y obliga a la farmacéutica a indemnizar a una técnica con 6.000 euros, tras sufrir esta el síndrome del trabajador quemado

Sede de la compañía Grifols en Barcelona.

Sede de la compañía Grifols en Barcelona. / EP

Gabriel Ubieto

Mónica reconoce que tiene un problema con el teléfono móvil, principalmente con las llamadas de números que no conoce. Teme que en cualquier momento pueda sonar el aparato y al otro lado de la línea una voz le reclamará que vuelva al trabajo, ese lugar al que fue contenta durante casi 30 años y que durante los últimos 20 meses se convirtió en un “infierno”. 

Mónica es un pseudónimo bajo el que esta trabajadora cuenta su historia, una que comienza con lo que a priori podría parecer una buena noticia, como es la promesa de un ascenso, pero que le acabó provocando un cuadro de estrés y depresión por una sobrecarga continuada de trabajo. 

Cuadro que se agravó todavía más cuando, tras año y medio de incapacidad temporal, la empresa para la que trabajaba, la farmacéutica Grifols, le bloqueó los trámites para cobrar la prestación a la que tenía derecho y la dejó tres meses sin ingresar ni un euro

Sentía que estaba todo el tiempo apagando fuegos… Hasta que no pude más

Mónica

— Ex empleada de Grífols

Mónica era técnica de laboratorio, pasó a mandar un equipo de 10 personas y a encargarse del control de calidad de fármacos. "No es, con todo el respeto, poner tapones a una botella. Mi trabajo era dar el ‘ok’ a algo que acaba en la vena de una persona", afirma. "Estuve asumiendo durante año y medio el trabajo de dos personas, el de mi antigua jefa y el mío. Y no llegaba a todo. La mochila de asuntos pendientes era cada vez más y más grande. Pero como las cosas urgentes iban saliendo, parecía que nadie se daba cuenta de las señales. Sentía que estaba todo el tiempo apagando fuegos… Hasta que no pude más”, explica.

Mónica recuerda como un domingo, justo antes de reincorporarse tras el fin de semana, miró el móvil y dijo "no puedo estar más tiempo allí". Mandó un mensaje a su jefe -"no podía ni llamar, necesitaba cortar con todo lo relacionado con ese trabajo"- y al día siguiente se fue directa al médico, que le tramitó la baja. Mónica sufría lo que técnicamente se conoce como un ‘burn out’ o ‘síndrome del trabajador quemado’. Lo que en su caso se tradujo en una ansiedad "por las nubes" y no poder dormir por las noches.

Cuando Mónica cumplió 545 días de baja, tal como marca la ley, su sueldo ya no corre a cuenta de la empresa, sino que pasa a costearlo la mutua de la Seguridad Social. La compañía debía enviarle a Asepeyo unos documentos para que esta pudiera tramitar el pago y se demoró tres meses en hacerlo. Pese a los mensajes de la trabajadora y del comité de empresa. Tres meses en los que Mónica estuvo sin cobrar un euro. Grifols alegó que la demora fue fruto de un error. "Fue una represalia por cogerme la baja y demandarlos, no le veo otra explicación", afirma Mónica. 

Son actos graves que producen un acoso laboral por bloqueo económico de la trabajadora

Titular del Juzgado de lo Social nº 24 de Barcelona

Grifols lo atribuye a un "error administrativo". "Error" que tardó tres meses en subsanar pese al aviso previo tanto de la empleada como del comité de empresa. Un juzgado de Barcelona ha sentenciado a favor de la empleada y condenado a la empresa a indemnizarla con 6.000 euros por "daños morales".

"Esta juzgadora considera que la actitud de la empresa no es una simple dilación. […] Instituto Grifols SA es una empresa con muchos trabajadores, departamento específico de recursos humanos, lo que conlleva a que no puede alegar desconocimiento de lo que tiene que hacer cuando una mutua le pide una actuación para pode pagar la incapacidad temporal a la trabajadora, ni tampoco puede justificar la dilación de la empresa, máxime cuando la propia sección sindical le estaba solicitando que agilizara los tramites ", reza la sentencia, a la que ha tenido acceso este medio. "Son actos graves que producen un acoso laboral por bloqueo económico de la trabajadora", concluye la magistrada.

Las bajas por salud mental se multiplican

El número de bajas médicas por cuestiones de salud mental se ha multiplicado en los últimos años. En la primera mitad del 2023, la Seguridad Social reconoció un total de 338.000 incapacidades temporales de este tipo en toda España, el doble que cinco años atrás, según datos publicados por ‘elDiario.es’. Ni el caso de Mónica es infrecuente, ni era la primera vez que sucedía algo así en Grifols. Hasta el punto de que la anterior jefa de Mónica, la persona a la que vino a sustituir con su ascenso, también acabó cogiendo una baja por ‘burn out’. 

Vivía en un ‘multitasking’ esquizofrénico. Me di cuenta de que no andaba, corría; que no comía, engullía

Sara

— Ex empleada de Grífols

"Vivía en un ‘multitasking’ esquizofrénico. Llegó un momento en el que me di cuenta de que no andaba, corría; que no comía, engullía. Tenía pérdidas de memoria y todo era una montaña rusa de emociones. Una vez al salir del trabajo no encontraba las llaves del coche y me senté en el parking a llorar. Fue entonces cuando me di cuenta de que tenía que salir de ahí", recuerda Sara –nombre también ficticio-, la predecesora de Mónica. Tras 13 años en la empresa tuvo que coger la baja, acabó pactando a las puertas del juzgado una indemnización y ya no volvió. "Si la faena va saliendo y a ti no te da un ataque de corazón, todo queda diluido. Y como Grifols hay muchas empresas que nos hacen ir como pollo sin cabeza", añade. 

Sara explica que salir de ese frenesí ni es fácil, ni se hace de un día para el otro. No es dimitir y revertir las señales que su cuerpo le iba mandando para que parara. “Era ir por la calle, escuchar cómo explotaba un globo y me daba un vuelco el corazón. Recuerdo no poder ni irme de vacaciones porque no quería pensar en hacerme la maleta. Tardé tres años en volver a ser yo misma", afirma. 

¿Nadie se dio cuenta?

Sara y Mónica explican que cada año Grifols pasa a sus empleados un cuestionario en el que les pregunta qué les parece trabajar en la empresa. “Cada año lo dejaba por escrito, pero nunca pasaba de ahí”, afirma Sara. “Al final si un trabajador te va diciendo ‘yo no llego, yo no llego’ no es difícil intuir cómo acabará. Mi responsable siempre tenía buenas palabras, pero nunca pasaba de ahí”, declara Mónica. 

Tengo dos hijos que no tardarán en entrar al mercado laboral y no quiero que tengan que pasar por algo así

Mónica

— Ex empleada de Grífols

La Inspección de Trabajo determinó que el origen de la depresión de Mónica tenía origen profesional, tal como queda recogido en la sentencia. Desde el comité de empresa de Grifols reconocen estar “preocupados” por la sobrecarga de trabajo en determinadas áreas y que casos como el de Mónica o Sara se multipliquen. “Estamos realizando un estudio interno para medir la dimensión de las bajas”, explican fuentes de la UGT.

Preguntada Grifols sobre cuáles son sus protocolos de prevención y cómo puede ser que el mismo 'burnout' lo sufrieran tanto Mónica como Sara, la respuesta de la compañía ha sido la siguiente: "Grifols está muy comprometido con la salud y bienestar físico y mental de los trabajadores y las trabajadoras y cumple con las obligaciones en materia preventiva", afirma la empresa a las preguntas de este medio.

Preguntada Mónica por si en algún momento se le pasó por la cabeza renunciar, dejar de lado el litigio, renunciar a una posible indemnización y buscar otro empleo que le diera paz, ella responde resuelta: "Nunca me plantee renunciar, va en contra de mis principios. Sentía que debía reclamar por mí, por mis compañeros y por los vengan detrás. Tengo dos hijos que no tardarán en entrar al mercado laboral y no quiero que tengan que pasar por algo así", concluye. 

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